La cl¨ªnica privada est¨¢ concebida como un negocio particular para los m¨¦dicos que la atienden
El ejercicio privado de la medicina en el seno de la Ciudad Sanitaria Provincial supone una carga econ¨®mica para el hospital y un negocio particular para los m¨¦dicos que la practican, seg¨²n ponen de relieve los resultados provisionales de la auditor¨ªa encargada por la Diputaci¨®n Provincial. La auditor¨ªa recomienda a los responsables pol¨ªticos recuperar el control de las distintas actividades del hospital, del que la cl¨ªnica privada es s¨®lo una parte. La Ciudad Sanitaria Provincial es hoy el mayor hospital de Europa, y su presupuesto supera los 10.400 millones de pesetas, casi el 40% del total de la Diputaci¨®n.
Las conclusiones definitivas del estudio, realizado por Icsa-Gallup ser¨¢n presentadas el pr¨®ximo lunes a la comisi¨®n de gobierno de la Diputaci¨®n. Jos¨¦ Borrell, delegado de Hacienda y portavoz del grupo socialista en dicho organismo, adelant¨® a EL PA?S algunas de las consideraciones m¨¢s importantes que se recogen en la misma, y de las que se deduce la necesidad de una profunda reestructuraci¨®n que afectar¨¢ a todos los sectores, entre ellos el estamento m¨¦dico y el ejer cicio de la medicina privada.Seg¨²n declaraciones de Borrell, el objetivo final de la reestructuraci¨®n consiste en recuperar el control de todas las actividades del hospital, perdido a lo largo de d¨¦cadas de permisividad por parte de las anteriores corporaciones, y eso implica reducir los costes, que se han disparado progresivamente, acabar con los m¨²ltiples casos de irregularidades detectadas a todos los niveles y,orientar las actividades del hospital exclusivamente hacia la mejor atenci¨®n de los enfermos.
La inc¨®gnita de los honorarios
La Ciudad Sanitaria Provincial acoge enfermos provenientes de la beneficencia (personas catalogadas como pobres, sin recursos propios ni poseedores de la cartilla m¨¦dica), psiqui¨¢tricos, cuyos gastos de asistencia tampoco los cubre la Seguridad Social; enfermos concertados en virtud de convenios establecidos por el hospital con la Seguridad Social, ayuntamientos, compa?¨ªas de seguros, etc¨¦tera, y los privados.
Estos ¨²ltimos pagan la asistencia de su propio bolsillo, pero de acuerdo con unas normas que la Diputaci¨®n est¨¢ decidida a modificar profundamente. Los enfermos privados, seg¨²n especific¨® Borrell, tienen perfecto derecho a ser atendidos en el centro, c¨®mo en cualquier otro, porque as¨ª lo reconoce la normativa legal: ?El problema es qui¨¦n controla la asistencia, qui¨¦n la cobra y si el sistema actual puede ir en detrimento de los restantes pacientes?.
El ejercicio privado de la medicina adopta dos modalidades en la Ciudad Sanitaria, seg¨²n se trate de enfermos ambulatorios o internados. En el primer caso, las irregularidades se producen en el uso de los medios asistenciales y en el pase de consultas privadas. Seg¨²n las estimaciones de la auditor¨ªa, las consultas privadas se llevaban realizando en horas laborales (hasta que, hace un mes, Mar¨ªa G¨®mez de Mendoza, diputada socialista y presidenta del Consejo de Administraci¨®n del hospital, orden¨® que s¨®lo se atendieran a partir de las tres de la tarde, esto es, tras la jornada laboral). Existen veintitr¨¦s consultas privadas en el centro, y cada m¨¦dico paga al hospital un alquiler, considerado como muy bajo y que se va a subir en breve, por utilizar la consulta correspon diente. Sin embargo, es habitual que la consulta alquilada por un especialista la utilicen tambi¨¦n otros, que se ahorran as¨ª sus propios alquileres.
El laboratorio de an¨¢lisis
Particular an¨¢lisis merece el sistema de utilizaci¨®n de los servicios del hospital. Centr¨¢ndonos en el caso del laboratorio de an¨¢lisis, dirigido desde hace m¨¢s de treinta a?os por el doctor Agust¨ªn Aznar, ¨¦ste efectua, con las instalaciones del hospital, an¨¢lisis para enfermos privados internados en la cl¨ªnica, que se cobran directamente por el citado doctor, el cual informa mensualmente del total percibido, entrega el 50% al hospital y se queda con el resto.
Es de destacar que el doctor Aznar no s¨®lo recibe los an¨¢lisis a efectuar por los m¨¦dicos del hospital, sino por los que le env¨ªa cualquier facultativo de cualquier punto de Madrid. Seg¨²n la declaraci¨®n presentada por el doctor Aznar en 1980, la facturaci¨®n por an¨¢lisis de fuera del centro fue de 14.100.000 pesetas, de las que entreg¨® 1.400.000. En cuanto a an¨¢lisis de enfermos privados, la facturaci¨®n ascendi¨® a unos quince millones, de los que entreg¨® la mitad. En conjunto, sus beneficios en 1980 habr¨ªan sido, por esta actividad, de aproximadamente unos veinte millones.
Consultado ayer el doctor Aznar por un redactor de EL PA?S en torno a lo anterior, declar¨® que estas cifras eran absurdas, y que no respond¨ªan a la realidad. ?Soy el ¨²nico m¨¦dico?, dijo, ?que declara toda la facturaci¨®n. Puedo afi rmar que las cuentas m¨ªas son totalmente limpias. La cifra de los veinte millones es absurda. Es m¨¢s, mi ejercicio profesional en la Diputaci¨®n me ha costado dinero, porque yo ten¨ªa un laboratorio propio y lo tuve que cerrar cuando me pidieron que ingresara. en la Diputaci¨®n?.
Este organismo, seg¨²n datos de la auditor¨ªa, no tiene forma de comprobar la certeza de estas cifras, ni conoce el coste que le supone la realizaci¨®n de los an¨¢lisis, ni, por tanto, puede efectuar ninguna retenci¨®n fiscal, por lo que se deduce que existen irregularidades en esta materia.
La opini¨®n de Borrell coincide con las conclusiones de la auditor¨ªa: los an¨¢lisis deben encargarse al hospital, no a un m¨¦dico jefe de servicio en concreto, y debe cobrarlos el hospital.
Similar procedimiento se sigue con los enfermos privados internados en alguna de las 140 camas con que cuenta la cl¨ªnica privada, que no tiene instalaciones propias, por lo que los an¨¢lisis, radiograf¨ªas, operaciones, etc¨¦tera, se realizan con las instalaciones del centro. El enferm¨® paga al hospital una tarifa que corresponde te¨®ricamente al coste de su estancia, y directamente al m¨¦dico sus servicios como tal. La auditor¨ªa se?ala de nuevo su certeza de que esta atenci¨®n se realiza en gran parte en horas de su jornada laboral, y tampoco se conocen los honorarios percibidos. En 1979 se contabilizaron 39.000 estancias privadas (lo que no supone otros tantos enfermos, ya que se cuenta por d¨ªas de hospitalizaci¨®n), atendidas en r¨¦gimen privado por 165 m¨¦dicos, aunque hay que destacar que doce de ellos acapararon la mitad de aqu¨¦llas.
Lo que s¨ª demuestra la auditor¨ªa es que los ingresos proporcionados por los enfermos privados no cubren los gastos de asistencia, y arroja la cifra de 107 millones de d¨¦ficit, ocasionado s¨®lo en los nueve primeros meses de 1980.
Las reformas que adoptar¨¢ la Diputaci¨®n pretenden atajar de ra¨ªz este orden de cosas: todos los enfermos, privados o no, son enfermos del Hospital, y ser¨¢ la administraci¨®n de ¨¦ste quien fije los precios y cobre los honorarios, de acuerdo con unas tarifas, aprobadas y, hechas p¨²blicas. El m¨¦dico recibir¨¢ lo que le corresponda, en caso s¨®lo de que imparta sus cuidados fuera de la jornada laboral que le corresponde. ?Si no aceptan estas condiciones pueden atender sus enfermos privados en sus propias cl¨ªnicas particulares, pero no en un centro p¨²blico saturado de trabajo y financiado con fondos p¨²blicos?.
Setenta millones en tel¨¦fonos
Aunque la auditor¨ªa de Icsa-Gallup se fija con cierto detenimiento en la situaci¨®n de la medicina privada, no deja de reconocer que los problemas del hospital son m¨¢s amplios y, en conjunto, mucho m¨¢s graves, y se centran funda mentalmente en el descontrol que impregna casi el ciento por ciento de los departamentos, el desconocimiento de las costes reales desagregados del hospital. Jos¨¦ Borrell, interpretando las conclusiones provisionales, destaca que una deficiente financiaci¨®n por parte de la Seguridad Social ha llevado al endeudamiento del hospital, que sufre ahora una carga de 1.300 millones de cr¨¦ditos a devolver a diversos bancos y a la propia Diputaci¨®n Provincial.
?La izquierda tiene que acabar con la pr¨¢ctica de no analizar la racionalidad de los costes. Hasta ahora, si hay un d¨¦ficit se pide m¨¢s dinero, y mientras haya quien lo d¨¦, nadie se preocupa de m¨¢s. Esto conduce al empobrecimiento general del pa¨ªs, porque, en definitiva, los presupuestos p¨²blicos salen de los impuestos de los ciudadanos. Tenemos dos formas de reducir nuestro d¨¦ficit: uno es que la Seguridad Social nos aumente sus pagos, adecu¨¢ndolos al coste real del servicio que se la presta -lo que ya se ha conseguido- y otro es reducir nuestros propios costes mejorando los procedimiento de gesti¨®n y fiscalizando el destino de cada peseta. Un ejemplo del despilfarro lo tenemos en algo tan f¨¢cil de controlar como las llamadas telef¨®nicas. El hospital paga una factura anual de setenta millones de pesetas, sin que exista un mecanismo que controle las llamadas. Ha bastado instalar un sistema de control autom¨¢tico, por 600.000 pesetas, para que esta situaci¨®n se pal¨ªe en gran parte.
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