Un lector at¨ªpico

Soy un lector, creo que at¨ªpico, de este diario. Digo que at¨ªpico porque imagino al lector tipo de EL PA?S encarnado en un ejecutivo brillante, de alrededor de 35 a?os, que, probablemente, encontr¨® su empleo en los anuncios de trabajo aItamente cualificados que EL PA?S publica en las p¨¢ginas finales. Evidentemente, ganar¨¢ m¨¢s de los millones anuales -que no es mi caso- y comprar¨¢ los deliciosos objetos que vienen tan bien retratados en el suplemento dominical; probablemente coincida en los pIanteamientos democr¨¢ticos ?haz bien mirando a qui¨¦n?, cuyo primer mandamiento dice que son buenos los que van desde AP hasta el PCE (y ¨¦stos con reparos); y estar¨¢ de acuerdo tambi¨¦n en rechazar la violencia venga de donde venga, en el modo y manera que irradian sus deliciosos editoriales, Nuestro lector tendr¨¢, asimismo, un potente coche de esos que son elegidos ?coches del a?o? por un jurado de expertos, y reaccionar¨¢ con un chasquido de lengua cuando sube la gasolina, pensando que la crisis energ¨¦tica es un problema porque le obliga a hacer reajustes presupuestarios. Ir¨¢ a la moda, y su moderno piso de nueve millones, llave en mano, estar¨¢ repletito de aparatos hi-fi, video, c¨¢maras, proyectores, oro, aguamarinas y arte, que tambi¨¦n es buena inversi¨®n, y claro, todo esto hay que defenderlo contra los ladrones, y nada mejor que gastarse una pasta en seguridad, como, por ejemplo, instalando el alucinante sistema que se describe en la p¨¢gina 23 del d¨ªa 8 de marzo.Me imagino que soy un lector at¨ªpico por un detalle adicional: no consigo que me publiquen ni una sola carta de las enviadas ah¨ª, pero persisto en mi actitud, a ver si consigo pasar ese dificil¨ªsimo examen al que Juan Luis Cebri¨¢n somete cada ma?ana durante dos horas toda la correspondencia re

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