Areilza
Entre la inform¨¢tica y los enchufes de RN, Jos¨¦ Mar¨ªa de Areilza me recibe en su casa de Aravaca, con una gran tinaja en la puerta y un laberinto de saletas y salitas en el interior del chal¨¦.-?C¨®mo est¨¢ usted de sus faringitis, Umbral?
-Faring¨ªtico.
-Me ha gustado mucho su art¨ªculo sobre Josep Pla. Pla era gitano, yo creo, como el franc¨¦s Laval, que se enorgullec¨ªa de ello. Pla ten¨ªa m¨¢s de gitano que de ampurdan¨¦s.
-Bueno, yo siempre le encontr¨¦ una cosa orientaloide.
-?Sabe usted lo que le dijo a Camb¨®, Umbral? ?Le he visto a usted equivocarse demasiadas veces como para estar con usted. Y cuando Camb¨® le ofrec¨ªa no s¨¦ qu¨¦ cargo: ?Vuelve usted a equivocarse, se?or Camb¨®?.
El conde de Motrico, a quien siempre he visto como un personaje del mundo de Guermantes a la madrile?a (con Luis Escobar y pocos m¨¢s, o sea, la derecha no ¨¢grafa), me dice que efectivamente Giscard gobierna un poco a lo Luis Felipe, y me desconcierta enorgulleci¨¦ndose de lo m¨¢s secundario y olvidado de su biograf¨ªa:
-Porque sepa usted, Umbral, que yo soy ingeniero agr¨®nomo.
Un esnobismo muy Proust. Hoy, Areilza es actualidad porque el 11 de mayo puede ser elegido para el Consejo de Europa, lo cual, aparte galvanizarle pol¨ªticamente en el interior, volver¨ªa a convertirle en el mejor vendedor de Espa?a (de su Espa?a) por el mundo. Hablamos del diario ¨ªntimo (y tan p¨²blico) que llev¨® y public¨® siendo ministro de Asuntos Exteriores, cuando era uno de los tres mosqueteros de la primera hora transicional. Es un libro que a m¨ª me gusta mucho, por lo r¨¢pido y directo. En su d¨ªa escrib¨ª sobre ¨¦l.
-Lo redactaba de cinco a siete de la ma?ana, sobre la marcha, y me reprocharon haberlo publicado antes de tiempo.
-Los buenos libros siempre se publican antes de tiempo, siempre se anticipan, querido conde.
El reproche que yo tengo que hacerle a Areilza es que la Espa?a hermosa, democr¨¢tica, abierta, progresiva, que ¨¦l sabe vender por el mundo no se corresponde quiz¨¢ con la Espa?a interior que ¨¦l hubiera hecho, de tener el poder en alg¨²n momento. En todo caso, me parece un pol¨ªtico desaprovechado, exportable (de los pocos), que se invent¨® para el rey Juan Carlos aquello del ? motor del cambio ?. El me habla del rechazo mutuo, casi epid¨¦rmico, entre Su¨¢rez y Giscard. Yo pienso que el mismo rechazo rec¨ªproco deb¨ªa darse entre Su¨¢rez y ¨¦l. Pero ahora que no est¨¢ Su¨¢rez habr¨ªa que reciclar esta figura, que est¨¢ entre se?or de Charlus sin pasi¨®n por los chalequeros y marqu¨¦s de Bradom¨ªn de una derecha elegante, pensante, ?estetizante? En todo caso, quedo para almorzar con ¨¦l y Senillosa, que es algo as¨ª como su golfo de bien, su alter ego bohemio y pasota.
-Senillosa se levanta muchas veces a decir cosas que hay que decir y que yo no me atrever¨ªa o no podr¨ªa decir.
-Usted es y ha sido muchas cosas, Areilza. ?Cu¨¢l de los m¨²ltiples Areilzas le parece ahora, a esta altura de la biograf¨ªa, que va en cabeza?
-Yo soy un pol¨ªtico apasionado por el porvenir de Espa?a.
-La pasi¨®n de la derecha es el pasado, m¨¢s que el futuro.
-Una derecha civilizada, moderna, responsable, tiene que ser progresista.
-Eso es que est¨¢n ustedes enamorados secretamente de la izquierda.
Sonr¨ªe. ?La m¨¢s sutil dial¨¦ctica humana consiste en comprender y asimilar al contrario?. Un perro m¨ªnimo ladraba a la puerta de tan espaciosa heredad. Demasiada finca para tan poco perro. Quiz¨¢ demasiado pol¨ªtico para tan poca finca pol¨ªtica: la derecha civilizada.
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