Se espera un apretado escrutinio en las elecciones francesas
A lo largo de este domiongo, 36 millones de electores potenciales elegir¨¢n el 21? presidente de la Rep¨²blica por siete a?os. Como al principio de la segunda ronda, el resultado se presenta incierto. Los dos ¨²ltimos sondeos secretos contin¨²an dando como vencedor al candidato socialista, Francois Mitterrand. El presidente candidato, Valery Giscard d'Estaing, la mayor¨ªa a la que representa, como la oposici¨®n de izquierdas tambi¨¦n, no excluyen que el electorado, a ¨²ltima hora, vote por el continuismo. Pasa a p¨¢gina 3
El temor al cambio, obst¨¢culo para la victoria de Mitterrand
Viene de primera p¨¢gina
La campa?a se desarroll¨® democr¨¢tica y normalmente, a salvo de alguna pol¨¦mica final. Sea cual fuere el presidente, la V Rep¨²blica Francesa inicia una nueva era.
?Qui¨¦n va a ser elegido presidente esta noche en Francia? Los franceses, y los medios diplom¨¢ticos, pol¨ªticos y econ¨®micos del mundo entero, esperan con inter¨¦s la respuesta a esa pregunta que, de antemano, s¨®lo por apuesta puede encontrar respuesta. Los dos ¨²ltimos sondeos, uno del Ministerio del Interior y otro de uno de los dos grandes institutos de opini¨®n, dan por vencedor a Mitterrand.
Los dos anticipan el mismo porcentaje: el 52% a favor del candidato socialista. Estas encuestas no se han hecho p¨²blicas en Francia, y ello disminuir¨ªa su influencia en las intenciones de voto de los electores.
El propio Mitterrand, anteanoche, de vuelta a Par¨ªs tras su ¨²ltimo mitin electoral, nos confi¨® en pleno vuelo: ?Lo ¨²nico que puede derrotarme esta vez es el miedo tradicional de los franceses al cambio?. Ese reflejo ultraconservador existe a¨²n, pero no es posible medir su influencia esta vez, puesto que las circunstancias sociales y pol¨ªtico-econ¨®micas no son las mismas de 1974, ni las de las legislativas de 1978.
En aquellos comicios, el fantasma comunista, es decir, la alianza socialistas-comunistas, jug¨® a fondo contra la izquierda. S¨®lo quien conozca a fondo esta sociedad puede calibrar hasta qu¨¦ punto los socialistas, sin los comunistas, estar¨ªan en el poder desde hace a?os. Ahora no hay alianza formal, aunque existe la amenaza de posibles ministros comunistas en caso de victoria de Mitterrand.
Pero, a su favor a¨²n, el candidato socialista cuenta con dos bazas: el antigiscardismo gigantesco que ha despertado esta campa?a electoral, a causa del malestar econ¨®mico de los modales altanero-soberanos y de los asuntos de Giscard.
Y Mitterrand, por fin, juega con otra baza: la maestr¨ªa con la que ha conducido su campa?a, con un programa que en ning¨²n momento hizo referencia, ni al ?programa com¨²n ? que fue de la izquierda, ni al proyecto socialista oficial, ambos juzgados por la derecha como germen de un cambio radical de sociedad. Esa maestr¨ªa o habilidad, elemento determinante de sus 35 a?os de carrera pol¨ªtica, es la que, a ¨²ltima hora, le facilit¨® la eliminaci¨®n de Michel Rocard en el interior de su partido para despu¨¦s predicar pr¨¢cticamente su programa de tendencia socialdem¨®crata.
El gran temor de la izquierda, una de las grandes posibilidades con las que cuenta la mayor¨ªa giscardiana, es el pavor que hist¨®ricamente controla los desahogos revolucionarios de esta sociedad. Un ejemplo no lejano: durante tres semanas, en mayo de 1968, la fraternidad y la generosidad tradicionales de la izquierda parecieron en alg¨²n momento que hab¨ªan tomado en serio aquello de ?la imaginaci¨®n al poder?. La conclusi¨®n fue hist¨®rica tambi¨¦n: el general Charles de Gaulle convoc¨® elecciones generales y consigui¨® la mayor¨ªa de derechas m¨¢s apabullante de toda la historia de la Rep¨²blica Francesa.
La situaci¨®n hoy no es la misma, pero existe un paralelismo entre aquel fen¨®meno y el que ha representado esta campa?a electoral: despu¨¦s de un mes de desahogo antigiscardiano, ?se habr¨¢n quedado tranquilos los franceses y, en consecuencia, preferir¨¢n no correr el riesgo que supone la elecci¨®n de Mitterrand y el cambio completo de unos hombres que desde hace veintitr¨¦s a?os gobiernan a Francia, no como si fuese una propiedad suya, porque la democracia funciona, pero s¨ª como si no existiera otra posibilidad?
No se sabe cu¨¢ntos comunistas no van a votar por Mitterrand, dada la ruptura entre ellos y socialistas. No se sabe cu¨¢ntos gaullistas no votar¨¢n por Giscard, a consecuencia del odio visceral de una parte de este electorado por el giscardismo. Otra cuesti¨®n la representan los tres millones y pico de electores ecologistas, sin consigna de voto. Otra menor, los abstencionistas y los votos en blanco. Y una m¨¢s decisiva: ?qu¨¦ har¨¢ ese electorado de centro izquierda que suele decidir los escrutinios en este pa¨ªs? La respuesta a todas estas preguntas navega entre el miedo al cambio de presidente y el sue?o de la esperanza que ha pretendido inspirar Mitterrand.
Sea cual fuere el resultado definitivo, la V Rep¨²blica no ser¨¢ exactamente la que ha sido durante casi un cuarto de siglo de existencia. La campa?a electoral ha revelado el ?ras le bol? (hasta la coronilla) de muchos franceses que hoy votar¨¢n a Giscard m¨¢s por resignaci¨®n que por deseo profundo. Aunque no confirmado, el declive de los comunistas, la subida del socialismo reformista y la confirmaci¨®n del chiraquismo, modifican el espectro pol¨ªtico del pa¨ªs y condicionar¨¢n la pol¨ªtica del pr¨®ximo presidente de la Rep¨²blica.
Mensajes finales
La campa?a electoral finaliz¨® el viernes con las intervenciones de diez minutos en televisi¨®n de cada uno de los candidatos, y ellos resumieron la violenta pol¨¦mica que en la ¨²ltima semana estall¨® entre Valery Giscard d'Estaing y Fran?ois Mitterrand.
La tensi¨®n y las invectivas pronunciadas por ambos candidatos en esta segunda parte de la batalla electoral culminaron con un ¨²ltimo y solemne llamamiento bipolar a los franceses. Primero habl¨® Mitterrand, tras echar a suerte el orden de aparici¨®n, y luego Giscard.
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