Tete Montoli¨² y Pedro Iturralde, maestr¨ªa y correcci¨®n del "jazz" espa?ol
El martes y mi¨¦rcoles de esta semana tuvimos en la carpa del cuartel del Conde buque la presencia de jazzistas espa?oles. El primer concierto se caracteriz¨® por la maestr¨ªa, y el segundo, por la correcci¨®n.El martes, con el lleno m¨¢s impresionante, Tete Montoli¨² y Sonny Stitt; y el mi¨¦rcoles, casi tres cuartos de entrada, Pedro Iturralde y Donna Hightower. Tete organiz¨® un concierto be-bop, ese jazz que surgi¨® en los cuarenta, con Gillespie, Parker y Bud Powell, entre otros. Si en aquellos momentos la m¨²sica de avanzada era un producto de blancos, el bop fue producto exclusivo de negros. Tete siempre dice que tocando el piano es un negro. El bop tiene una complejidad arm¨®nica y r¨ªtmica que compite con, y derrota a, cualquier otra m¨²sica. Desde el punto de vista mel¨®dico, los temas no se reconocen f¨¢cilmente pues est¨¢n construidos por frases cortas, disonantes, apresurad¨ªsimas. Y as¨ª sucedi¨® con todos los temas de la noche. Un concierto que comenz¨®, como dec¨ªamos, dentro de una gran expectaci¨®n, con el p¨²blico en pie, saludando y aplaudiendo la entrada de Tete, que sobriamente logr¨® concentrar la atenci¨®n y demostrar que cada d¨ªa toca mejor, con m¨¢s econom¨ªa y m¨¢s soltura. Le acompa?aban Billy Higgins, en bater¨ªa, y Herby Lewis, en contrabajo.
El tr¨ªo arranc¨® con una gran comunicaci¨®n, tanto con el p¨²blico como entre ellos, con esas sonrisas c¨®mplices que mostraban a las claras que ven¨ªan conoci¨¦ndose desde siglos. Poseen un swing y unas ganas de dar que se apoderan de lo que aparezca, muy sueltos, pero bien medidos, sin exageraciones gratuitas.
Tete Montoli¨², al principio, recordaba por momentos a Oscar Peterson y Erroll Garner, pero muy pronto se despidi¨® de ellos y adopt¨® esa personalidad particular¨ªsima con un estilo sorprendente una mano derecha llena de notas y una izquierda con acordes totales.
Billy Fliggins -un exquisito baterista-, siempre atento a la menor maniobra, l¨²cido y suave, lleno de sutileza y coraje, cubri¨® toda la noche de una manera sensacional. Un pero: maneja bien las dos manos y la pierna izquierda, m¨¢s al intentar golpear con la derecha el bombo, quedaba entonces a mitad de camino y record¨¢bamos ah¨ª al gran maestro Mak Roach.
Herby Lewis -un bajista de miedo-, un gordo aguantador, con unos dedos enormes, que hac¨ªa descender hasta las yemas una apasionada ternura, acompa?¨® sin desmayar el aluvi¨®n.
Sonny Stitt es quiz¨¢ el mejor m¨²sico que ha pasado por este festival. Un bopper total, parkeriano hasta la m¨¦dula, con un calor, un fraseo de lo m¨¢s coherente, sin virtuosismos baratos, un profesional. Jug¨® en todos los temas con ese humor enormemente negro, intercalando -tan del bop- peque?¨ªsimos trozos de melod¨ªas conocidas universalmente, en medio de una catarata de semicorcheas pareci¨® la m¨¢s ins¨®lita: El Choclo, un tango de Villoldo. Sonny Stitt demostr¨® rotundamente que el bop vive, tiene una vigencia enorme; la sonrisa de Charlie Parker planeaba dentro de la carpa, y ¨¦sta respiraba tan bien que daba gusto tanto vivir entre un s¨ªstole ycomo morir entre dos acordes descorazonadoramen e bellos y eternos de Tete Montoli¨². En el concierto del mi¨¦rcoles no hubo tal cohesi¨®n. Pedro Iturralde forz¨® con todas sus ganas a un tr¨ªo un tanto descolgado: Peer Wyboris, bater¨ªa; Jean Luc Vallet, piano, y Horacio Fumero, en el bajo.
El estilo de Iturralde (tirando el cool) tiene fuerza. Sus solos bien fraseados, su sonido tan limpio y esas paradas impetuosas que lo caracterizan, llenaban un ambiente bien dispuesto. Y son¨® mejor que en los locales peque?os. El mismo lo dijo: agradeci¨® ese clima y, dentro de ¨¦l, nos ofreci¨® bellezas... All blues, Milesione, Summertime, Like Coltrane (una composici¨®n suya).
En la segunda parte se integr¨® Donna Hightower, que mostr¨® un volumen de voz quiz¨¢ un poco duro; pero que, a medida que avanzaba su actuaci¨®n, fue modul¨¢ndolo y gan¨¢ndose al p¨²blico. Unos buenos skats, unos blues afinados y un ¨²ltimo tema -antes de la propina, en el que Iturralde se empleaba a fondo tocando a la vez el soprano y el tenor- que llenaron .de calidez y espectacularidad la carpa. Fue lo mejor de su actu¨¢ci¨®n.
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