Sobre estad¨ªsticas de salarios
La publicaci¨®n del informe del Banco de Espa?a sobre la econom¨ªa espa?ola suscita, cada a?o, bastantes comentarios, unos elogiosos y otros cr¨ªticos. El banco se felicita de que as¨ª suceda, pues una de las funciones del informe consiste en estimular la discusi¨®n sobre los problemas de nuestra econom¨ªa. Sin embargo, don Enrique Bal¨®n, en su art¨ªculo El salario del miedo, publicado el d¨ªa 10 de junio en EL PAIS, se sit¨²a en un plano distinto al de la cr¨ªtica y la discusi¨®n para afirmar la falsedad de unas cifras -las de salarios reales- utilizadas en el informe y acusar al banco de irresponsabilidad por manejarlas. El se?or Bar¨®n debe comprender que esa es una acusaci¨®n muy grave, que pone en entredicho la honorabilidad de una instituci¨®n p¨²blica y la honestidad profesional de las personas que prestan en ella sus servicios.No voy a polemizar con Enrique Bar¨®n sobre sus puntos de vista y opiniones respecto del estado actual de la econom¨ªa espa?ola. No es eso lo que est¨¢ en cuesti¨®n: la acusaci¨®n de Enrique Bar¨®n se refiere a la falsedad de unos hechos, unas cifras, y eso es lo que es preciso decidir, con independencia de la interpretaci¨®n posterior que cada cual haga de esas cifras.
Quiero, sin embargo, precisar brevemente el papel que las cifras en entredicho desempe?an en el informe. Este no afirma, naturalmente, que los trabajadores hayan mejorado fuertemente su nivel de vida en los ¨²ltimos a?os; se limita a indicar que los trabajadores ocupados, al tratar de defenderse de las reducciones de renta real, inevitablemente impuestas por el encarecimiento de la energ¨ªa, han generado aumentos muy fuertes en el coste del trabajo -a los que tambi¨¦n ha contribuido la Seguridad Social- y que esos aumentos del coste del trabajo son un factor muy importante, aunque no ¨²nico, a la hora de explicar el importante aumento del paro y la contracci¨®n del empleo en los ¨²ltimos a?os. Se se?ala que el aumento de los costes-trabajo tuvo su per¨ªodo intenso antes de 1977, es decir, antes de la formaci¨®n del primer Gobierno democr¨¢tico, sin que esto reduzca la dimensi¨®n actual del problema. Y se indica que la magnitud del fen¨®meno ha sido bastante mayor en Espa?a que en cualquier otro pa¨ªs industrial.
Las cifras que denuncia de modo expreso Enrique Bar¨®n tratan de ilustrar este ¨²ltimo punto. Son cifras de crecimiento de los salarios reales en la industria, tomadas del Banco Internacional de Pagos de Basilea, se refieren al 'per¨ªodo 1973-1980 e indican que el crecimiento acumulado de dichos salarios reales, de 1973 a 1980, fue del 58% en Espa?a, frente al 29% en Italia, para s¨®lo se?alar a nuestro m¨¢s inmediato seguidor de la lista. Las cifras reproducidas lo han sido por su detalle y por su amplia cobertura de pa¨ªses. Las comparaciones internacionales se hacen generalmente, por razones obvias, en base a cifras preparadas por las instituciones internacionales con informaciones que ¨¦stas toman de las correspondientes fuentes nacionales. Decir, como Enrique Bar¨®n dice con iron¨ªa, que las cifras utilizadas son de ?tecnolog¨ªa suiza?, o sugerir, como parece hacerlo, qu¨¦ pueden haber sido manipuladas en funci¨®n del car¨¢cter de socio que el Banco de Espa?a tiene en dicha instituci¨®n, es algo que no puede aceptarse. Para poner un ejemplo: si el Banco de Espa?a hubiera tomado la correspondiente informaci¨®n no del Banco Internacional de Pagos, sino de la OCIDE, los resultados ser¨ªan ¨¦stos: los salarios reales habr¨ªan aumentado en Espa?a, en el per¨ªodo 1973-1980, un 64% frente al 32% de Italia, nuestro m¨¢s inmediato seguidor entre los pa¨ªses industriales.
Pero pasemos a las fuentes nacionales -que son, naturalmente, el origen de los datos utilizados por los diversos organismos internacionales- Lo que interesa precisar es la intensidad de un fen¨®meno -el aumento de los salarios reales desde 1973, es decir, desde la primera crisis del petr¨®leo- que puede haber sido importante en las decisiones de los empresarios relativas al empleo de trabajadores. Los salarios pueden medirse brutos o netos de (es decir, incluyendo o excluyendo) las contribuciones a la Seguridad Social, y pueden expresarse en t¨¦rminos de precios al consumo o en t¨¦rminos de los precios de los productos que el correspondiente trabajo colabora a generar. Para las decisiones relativas al empleo en la industria, la medici¨®n relevante es, desde luego, la de los salarios reales brutos de cotizaciones a la Seguridad Social y referidos a los precios de los productos industriales. De todos modos, en el cuadro adjunto pueden examinarse los resultados de las diferentes mediciones acumuladas para el per¨ªodo 1973-1980. Yo supongo que el se?or Bar¨®n no va a poner en duda la veracidad -f¨¢cilmente comprobable- de estas cifras. Y el resultado es siempre el mismo: que los salarios reales han crecido bastante m¨¢s en Espa?a que en los dem¨¢s pa¨ªses industriales durante el per¨ªodo 1973-1980. Este hecho no hay quien lo mueva. Se puede pensar que esto no tiene nada que ver con el empleo, pero esa es otra cuesti¨®n en la que no voy a entrar.
Lo que no puede hacerse, para ofrecer una imagen de la evoluci¨®n de los costes-trabajo, es lo que el se?or Bar¨®n hace en su art¨ªculo: utilizar las cifras procedentes de la estad¨ªstica de convenios colectivos. Primero, porque esas estad¨ªsticas se refieren s¨®lo a una parte de los convenios colectivos; segundo, porque s¨®lo se refieren a las condiciones m¨ªnimas (tablas salariales), con exclusi¨®n de numerosos elementos retributivos (complementos, pagas extras, etc¨¦tera); tercero, y a¨²n m¨¢s importante, porque no recogen los aumentos salariales procedentes de promociones, horas extraordinarias y otros pagos salariales y todo lo que constituye los ?deslizamientos salariales? (por antig¨¹edad, etc¨¦tera), y, por supuesto, no recogen las contribuciones a la Seguridad Social. En el cuadro aparece la cifra acumulada correspondiente a estas estad¨ªsticas defendidas por el se?or Bar¨®n. Un problema hipot¨¦tico, pero interesante, ser¨ªa imaginar cu¨¢l hubiera sido el comportamiento del empleo en nuestra econom¨ªa si ese reflejara, aproximadamente, el incremento del coste real del trabajo efectivamente registrado en Espa?a entre 1973 y 1980.
Un ¨²ltimo tema, este de razonamiento econ¨®mico. El se?or Bar¨®n se pregunta c¨®mo puede compatibilizarse un fuerte aumento de los salarios reales con el hecho de que la participaci¨®n de la masa de sueldos y salarios brutos en la renta nacional haya avanzado relativamente poco desde 1973 a 1980 e incluso retrocediendo ligeramente entre 1978 y 1980. La respuesta es muy f¨¢cil: si los salarios brutos de los trabajadores empleados aumentan fuertemente, pero el empleo no avanza. e incluso retrocede mientras contin¨²a aumentando la renta nacional, el resultado ser¨¢ el que parece extra?arle al se?or Bar¨®n. Y eso es lo que ha pasado.
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