Un buen comienzo de temporada veraniega
Con La calesera, de Mart¨ªnez Rom¨¢n y Francisco Alonso (1887), ha iniciado su temporada veraniega, en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, la compa?¨ªa Isaac Alb¨¦niz. Cada semana se cambiar¨¢ el programa, y los t¨ªtulos previstos hasta final de julio son: La del Soto del Parral, Los gavilanes, El barbero de Sevilla (Gim¨¦nez), La viejecita y Do?a Francisquita. Los domingos por la noche ser¨¢ representada Marina, de Arrieta.Salvo la escasez de orquesta (y, sin duda, tambi¨¦n escasez de ensayos), todo tiene un buen tono en esta formaci¨®n dominada por cantantes j¨®venes. Se advierte la mano de un director esc¨¦nico con experiencia y buen gusto, como es Angel F. Montesinos, y una gran dignidad en decorados y trajes.
La calesera
de L. Mart¨ªnez Rom¨¢n, G. del Castillo y maestro Alonso. Compa?¨ªa Isaac AIb¨¦niz. Direcci¨®n esc¨¦nica: A. F Montesinos. Direcci¨®n musical. D. Marco. Centro Cultural de la Villa de Madrid. 23 de junio de 1981.
La calesera, protagonizada por Cora Raga y Marcos Redondo, supuso la definitiva consagraci¨®n del granadino Francisco Alonso, a quien su tierra debe, entre otras cosas, la fundaci¨®n de la Sociedad Filarm¨®nica. Disc¨ªpulo del maestro de capilla Celestino Vila, Alonso empez¨®, como tantos otros, con un poema dedicado a la Alhambra, pero su destino era la zarzuela, para la que pose¨ªa indudables dotes: gracia popular y elegancia sencilla en el tratamiento de los temas, bien fueran originales bien folkl¨®ricos.
En diciembre de 1925, Alonso, sobre un libreto evocador de las luchas decimon¨®nicas entre liberales y absolutistas, traza La calesera, que le vali¨® el homenaje del Ayuntamiento madrile?o con las inevitables palabras altisonantes; sobre todo eso, Alonso, instalado en la Corte, donde muri¨® en 1948, se gan¨® la adhesi¨®n del p¨²blico.
Basta recordar la marcha de Las corsarias, Horchatera valenciana, La bejarana, Los nardos, El Pichi, el Canto a Murcia, el Canto a Segovia o el pasacalle de La calesera, que se repet¨ªa, una y otra vez, entre aplausos, y que todav¨ªa ahora, pasados ochenta a?os, se repite.
Carmen Decamp hizo y cant¨® una atractiva Maravillas, La calesera, a la que respondi¨®, con propios perfiles y buena dicci¨®n, Mar¨ªa Eugenia Corrochano, marquesa de AIbas. La Piruli de Amalia Font puede inscribirse en la l¨ªnea de las mejores tiples c¨®micas del g¨¦nero. De ellos, el rom¨¢ntico luchador Rafael Sanabria encontr¨® acentos nobles y belleza vocal en Sergio Daniele.
Un coro joven y disciplinado contribuy¨®, con Luis Pereragua y el resto del amplio reparto, al ¨¦xito de la representaci¨®n.
La directora Dolores Marco defendi¨® con su experiencia el peligro de la aludida cortedad, en n¨²mero y preparaci¨®n, de la orquesta. Con los protagonistas citados alternar¨¢n la bien conocida Pilar Abarca, la jovenc¨ªsima Carmen Gonz¨¢lez y el buen bar¨ªtono, (en los distintos g¨¦neros, ¨®pera, zarzuela y oratorio) Antonio Lagar.
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