El Acuerdo Nacional de Empleo y las pr¨®ximas primaveras
El Acuerdo Nacional sobre Empleo (ANE) era una necesidad perentoria para la democracia espa?ola, y en esta direcci¨®n hemos venido trabajando en la CS de CC OO desde nuestro primer congreso en 1978, cuando lanzamos la iniciativa del Plan de Solidaridad contra el Paro. Ha costado el que las condiciones madurasen y todos nos di¨¦ramos cuenta de que no se pod¨ªa perder m¨¢s tiempo. Antes y despu¨¦s del 23-F., con la democracia dando boqueadas, el paro, la inflaci¨®n, el terrorismo y el golpismo creciendo, la urgencia de llegar a un acuerdo sobre tres cuestiones capitales: modo de desactivar el golpismo-terrorismo, impulsar las autonom¨ªas y frenar el desempleo era la evidencia misma. La presi¨®n social ciudadana para que se marchase por este camino ha sido poderosa, aunque no se haya manifestado de forma ruidosa pero s¨ª impresionante el 27 de febrero y el 8 de mayo. De ah¨ª que cualquier fuerza pol¨ªtica o social que se hubiera opuesto o mostrado taca?a a la hora de participar en iniciativas de este orden, o habr¨ªa aparecido haciendo el juego a los que quieren desestabilizar Espa?a por todos los medios o, en todo caso, descalific¨¢ndose ante la opini¨®n p¨²blica. Es, pues, normal que, los sectores m¨¢s inteligentes de un Gobierno d¨¦bil, en el Parlamento y en la calle, formado en el epicentro de un golpe de Estado, en negativa obstinada a dar entrada a la izquierda en su seno y con unas elecciones generales ya no tan lejanas, tuviese inter¨¦s en llegar a un acuerdo sobre el problema del paro y de la pol¨ªtica de rentas con las fuerzas sindicales y patronales. No se puede olvidar que las ¨²ltimas y significativas derrotas que est¨¢ sufriendo la derecha en Europa -Francia, Inglaterra, Italia- se deben sobre todo a su incapacidad para hacer frente con eficacia a las causas y consecuencias de la crisis, cuya manifestaci¨®n m¨¢s dram¨¢tica es la falta creciente de trabajo. El viento est¨¢ cambiando de direcci¨®n en nuestro continente. Despu¨¦s de una primera fase de reflejo defensivo-corporativo-conservador, los pueblos empiezan a apostar por el cambio de progreso ante la inanidad de una derecha desgastada y sin imaginaci¨®n.La CEOE, por el contrario, influida todav¨ªa por sectores atrasados y radicalizados del empresariado, se resisti¨® desde el principio a un acuerdo de estas caracter¨ªsticas. ?Por qu¨¦, si todo el mundo ha reconocido que ha sido beneficioso para Espa?a? En mi opini¨®n, han hecho una lectura de la situaci¨®n muy a corto plazo, desde una ¨®ptica estrechamente empresarial y sin tener en cuenta la globalidad de las cuestiones enjuego. Es l¨®gico que a la CEOE le fuera mejor la estrategia del Acuerdo Marco Interconfederal (AMI). En la pr¨¢ctica, un acuerdo que incid¨ªa s¨®lo en el tema salarial, que no condicionaba la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno, que no contemplaba contrapartidas reales en el tema del empleo o de la consolidaci¨®n sindical y que, adem¨¢s, manten¨ªa a los sindicatos divididos. Y no lo digo tanto por polemizar con el pasado sino por otra raz¨®n muy sencilla: porque los empresarios no pod¨ªan dar lo que no depend¨ªa de ellos. Segunda causa ¨¦sta por la que no les entusiasmaba el ANE. La CEOE sabia que en un acuerdo sobre empleo y salarios los sindicatos iban a sacar contrapartidas del Gobierno y una parte de ellos pensaba -y quiz¨¢ sigue pensando- que con la actual correlaci¨®n de fuerzas, los trabajadores y los sindicatos hubi¨¦semos tenido que aceptar sacrificios salariales -que ya los estamos sufriendo- pero sin conseguir nada a cambio; mientras que con el ANE se han sacado bastantes cosas positivas, aunque no se trate del Plan de Solidaridad.
Liquidar la filosof¨ªa del AMI
Comprendo que por mor de la sana pol¨¦mica los compa?eros ugetistas digan que el ANE es la continuaci¨®n l¨®gica del AMI y que CC OO ha aceptado ahora cuestiones que no quiso asumir entonces, como las cl¨¢usulas de aplicaci¨®n de la banda salarial. Pienso, por el contrario, que el sentido profundo del ANE es precisamente que viene a liquidar la filosof¨ªa principalmente salarial del AMI, haciendo girar el eje de toda la estrategia sindical sobre el problema del empleo, convirtiendo el salario en una funci¨®n de aqu¨¦l y no al rev¨¦s. Ello supone un profundo cambio en la estrategia de los sindicatos espa?oles a nivel pr¨¢ctico y no verbal, que ha encontrado una manifestaci¨®n modesta pero real en el ANE y ha logrado una confirmaci¨®n y apoyo brillante, si bien con l¨®gicas resistencias minoritarias, en el 2? Congreso de la CS de CC OO. Al poco tiempo de firmarse el AMI escrib¨ª un art¨ªculo en EL PAIS en el que intent¨¦ demostrar que mientras CC OO -al margen del hecho que no lo firmara- estaba cometiendo algunos errores t¨¢cticos en forma de radicalismos y fugas hacia adelante, en lugares concretos la UGT hab¨ªa errado con el AMI, tal cual qued¨® redactado en su formulaci¨®n estrat¨¦gica, aunque coyunturalmente le reportase beneficios electorales. Desde entonces todos hemos aprendido y corregido insuficiencias. Para entendernos, podr¨ªamos decir que nosotros nos hemos aproximado a las posiciones t¨¢cticas que exigen negociar con realismo en los momentos de crisis y la UGT a aquella l¨ªnea estrat¨¦gica nuestra que sit¨²a el tema del empleo en el centro de la preocupaci¨®n sindical. De ah¨ª que la unidad de acci¨®n entre los dos sindicatos mayoritarios haya entrado en una nueva fase m¨¢s halag¨¹e?a que hace s¨®lo unos meses. Y lo que quiz¨¢ es a¨²n m¨¢s importante, se hayan sentado las bases solidarias para ir resta?ando las fracturas corporativas entre los que trabajan y los que est¨¢n en paro, los de las grandes y peque?as empresas, los que tienen posibilidad de presionar y los que no la tienen, con los j¨®venes y las mujeres, los trabajadores del campo, etc¨¦tera.
Vigilar la creaci¨®n de empleo
El contenido del ANE es conocido y s¨®lo resaltar¨¦, de ¨¦l cuatro cuestiones. Primero, ?qui¨¦n garantiza la creaci¨®n de los 350.000 puestos de trabajo? Es, evidente que ni en ¨¦ste ni en ning¨²n otro acuerdo en las condiciones del capitalismo se garantiza totalmente una cuesti¨®n semejante. No obstante, la izquierda en el Parlamento debe obligar al Gobierno a que sea consecuente con este compromiso a la hora de elaborar los Presupuestos Generales de 1982. Los sindicatos deben presionar en la misma direcci¨®n y vigilar a trav¨¦s de la comisi¨®n de seguimiento y control de los acuerdos que los planes de inversi¨®n se cumplen. A finales de 1982, en v¨ªsperas de las elecciones legislativas, la UCI) tendr¨¢ que explicar qu¨¦ ha ocurrido con ese compromiso, y el coste electoral ser¨ªa .grav¨ªsimo en caso de incumplimiento. En segundo lugar, en el ANE,la protecci¨®n a los parados aumenta. Se supera con creces lo establecido en la ley B¨¢sica de Empleo, pues el subsidio de los nueve meses alcanza a todos los inscritos en las Oficinas de Empleo con cargas familiares; se generaliza la cartilla sanitaria, se acrecienta y garantiza el empleo comunitario, inici¨¢ndose su reforma y transformaci¨®n en un aut¨¦ntico seguro de desempleo. En. tercer lugar hay medidas para consolidar a los sindicatos en la l¨ªnea de acrecentar sus atribuciones en el control de la gesti¨®n de la Seguridad Social, INEM y otros Institutos; devoluci¨®n de locales del patrimonio sindical e indemnizaciones monetarias por los servicios que las centrales han prestado y siguen prestando en asesoramiento m¨²ltiple, formaci¨®n, etc¨¦tera. El criterio de la CEOE a este respecto es pura demagogia. Estos temas han estado desde el principio encima de la mesa entre sindicatos-Gobierno y nunca hemos aceptado mantenerlo en secreto como si fuese algo vergonzante, pues para nosotros es todo lo contrario: algo que se les deb¨ªa hace tiempo a los sindicatos y que consideramos muy positivo haber conseguido.
Los sacrificios
Es verdad que aparece en el ANE un sacrificio salarial real, lo que l¨®gicamente suscita reservas y preocupaci¨®n en los ambientes sindicales. ?Compensa la mordida salarial lo que se consigue por otros conceptos? Estamos convencidos de que s¨ª por todas las razones expuestas y, adem¨¢s, porque lo que se pierde en salarios no se puede calcular en teor¨ªa y haciendo las cuentas de la vieja, como hacen algunos cuando dicen: ?tanto, vale un punto de masa salarial global en miles de millones, lo multiplicamos por cuatro o cinco puntos que perdemos y eso es lo que nos quitan?. Esto ser¨ªa verdad si todos los asalariados de Espa?a, a?o tras a?o, tuviesen la posibilidad de subir sus sueldos o salarios en el equivalente de lo que suben los precios. En las condiciones actuales esto s¨®lo lo logran los que negocian convenios colectivos, y dentro de ellos, los sectores que no est¨¢n en crisis, y entre ¨¦stos, los que tienen realmente capacidad de presionar y negociar. Los dem¨¢s, con cerca de dos millones de parados, pierden capacidad adquisitiva y la seguir¨¢n perdiendo mientras no se d¨¦ un vuelco al problema del paro y la inflaci¨®n descienda. Por tanto, en la pr¨¢ctica, lo que se pierde es m¨¢s o menos la diferencia entre lo que sacar¨ªan los sectores y las empresas con capacidad de presi¨®n por encima del 11%, en las condiciones de la negociaci¨®n de 1982 y en el caso de no haber existido el Acuerdo, menos lo que lograr¨ªan por debajo del 9% aquellos que no tendr¨ªan esa capacidad de negociaci¨®n, as¨ª como lo que hubiesen perdido de m¨¢s los funcionarios, pensionistas modestos y perceptores del salario m¨ªnimo, y restando igualmente el trasvase de renta de los que trabajan a los parados, que en la factura del ANE se sit¨²a alrededor de un punto de la masa salarial global. No creo, pues, que la p¨¦rdida real que supone el ANE en sueldos y salarios sea m¨¢s de dos puntos, cantidad que ya se est¨¢ perdiendo en la actualidad en algunos casos con creces, que se seguir¨ªa perdiendo con Acuerdo y sin Acuerdo, con la diferencia de que en el primer supuesto hay contrapartidas y en el otro no.
Ahora bien, lo m¨¢s importante en este momento no es tanto discutir si el ANE es bueno o malo. El 21 Congreso de CC OO ha dado su opini¨®n al respecto por ampl¨ªsima mayor¨ªa, confirmando en el sindicato una l¨ªneajusta, pegada al terreno de los intereses concretos de los trabajadores. El asunto es ahora poner en marcha a los sindicatos para que el ANE se convierta en una herramienta permanente de trabajo sindical real y concreto; que cada local sindical, uni¨®n o federaci¨®n se transformen en centros activos de aplicaci¨®n del mismo. Porque una de las virtudes de este Acuerdo es que casi todos los aspectos que el Gobierno tiene que cumplir, llevan plazo de vencimiento anterior a la negociaci¨®n colectiva de 1982. Negociaci¨®n colectiva que, sobre la base de la coincidencia entre CC OO y UGT y en el marco del ANE, puede ser la m¨¢s rica de los ¨²ltimos a?os, centrada no tanto en los salarios sino sobre los aspectos que m¨¢s influyen en el empleo, como es todo lo relacionado con el reparto del mismo, esto es, jornada de trabajo, vacaciones, jubilaciones, horas extras y pluriempleos, seguridad e higiene, categor¨ªas y derechos sindicales.
Mirando hacia el futuro, el ANE puede tener otra proyecci¨®n que no resisto el comentar. Reducir significativamente el paro exige un esfuerzo sostenido durante varios a?os y un cambio en la pol¨ªtica econ¨®mica. El presidente del Gobierno ha declarado el mismo d¨ªa de la firma que su intenci¨®n era repetir la experiencia cada primavera. S¨®lo el tiempo podr¨¢ decir si ello es viable, aunque por nuestra parte no habr¨ªa inconveniente si el actual se cumple escrupulosamente. Pero los espa?oles deben empezar a imaginar lo que ser¨ªa un ANE con la izquierda en el Gobierno, decidida de verdad a resolver el problema del empleo. Entonces s¨ª que estar¨ªamos ante una aut¨¦ntica primavera, que espero sea una realidad alrededor de 1.983.
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