Don Juan Carlos y Do?a Sof¨ªa,
Reyes de Espa?a, eligieron como regalo de boda para los pr¨ªncipes de Gales, Carlos y Diana, un juego de maletas en tono gris y una escultura de bronce que representa un jinete a caballo jugando.al polo. Estos y otros obsequios pueden verse en el londinense palacio de San Jaime, en una exposici¨®n que hoy abre sus puertas. Se calcula que Carlos y Diana han recibido m¨¢s de 3.600 millones de pesetas en regalos. Entre los m¨¢s de mil obsequios seleccionados pueden apreciarse toda suerte de objetos, desde los m¨¢s modestos -una patata tallada en forma de coraz¨®n por las hermanas Amenda y Melanie Simkin- hasta el reloj con diamantes incrustrados de la Shiekha Zaid bin Mubask Al-Nayiyan, de los Emiratos Arabes Unidos. Faltan, sin embargo, algunas cosas, como los regalos m¨¢s pesados y voluminosos. La cama matrimonial que compraron los embajadores acreditados en Londres no ha cabido, pues. Tampoco est¨¢ lo que escogi¨® la famitia real brit¨¢nica para el heredero de la Coron¨¢. Esto es algo privado, como ocurre con la mayor¨ªa de los regalos de la familia Spencer.
Tan s¨®lo rechazaron los novios los animales vivos que les llegaban al palacio de Buckingham. Hay objetos lujosos y otros menos costosos, como los dibujos de ni?os, muebles antiguos y modernos, para la casa o para el deporte. Los veinticinco habitantes de la aldea de Covehite, en Suffolk, les enviaron un cuenco de cristal tallado, no tan vistoso como el de los Reagan. Con sus dos pianos -uno del siglo XIX- y un ¨®rgano, Diana, podr¨¢ entretenerse, mientras su marido se conformar¨¢ con tintinearlos. Naturalmente, hay quien aprovecha para una cierta publicidad, como Robert Ricc? y el perfume Leair du temps, de Nina Rice?.
Hay regalos de plebeyos, de duques y de condes. El speaker de la C¨¢mara, George Thomas, mand¨® un libro sobre The houses of Parliament (Las c¨¢maras del Parlamento), y el l¨ªder liberal, David Steel, un pisapapeles y dos ceniceros de cristal. Carlos y Diana tienen ahora de todo, salvo las cosas esenciales. Pero no tendr¨¢n problemas para conseguirlas.
De Espa?a ha llegado un marco de plata de la princesa de Battenberg, una bandeja y unas copas de Guillermo Demetrio Tolrac, una copa de madera tallada por el propio Demetrio Alvarez Ortega y un par de platos niandados por el doctor A. Tovar. Por su parte, el Ayuntamiento de Londres, que se neg¨® a enviar a un representante oficial a la boda, eligi¨® como regalo una acuarela de 1933 pintada por Denys Wells, que representa la ¨®pera de Covent Garden, que este organismo municipal quiere dejar de financiar.
El mayor inter¨¦s lo despierta la sala del trono. All¨ª est¨¢n los regalos de los monarcas, pr¨ªncipes y jefes de Estado. Predominan los de los mandatarios de los pa¨ªses de la Commonwealth. El presidente franc¨¦s, Fran?ois Mitterrand, se trajo un cuadro de Raoul Duly, Regata en Deauville, mientras que el presidente griego, Karamanlis, prefiri¨® una figurita de terracota del siglo V. Destacados est¨¢n los candelabros de los reyes Carlos Gustavo y Silvia de Suecia, las sillas para el jard¨ªn de la reina Margarita de Dinamarca, las l¨¢mparas de Beatriz y del pr¨ªncipe Claus de Holanda, la mesa de los reyes belgas, Fabiola y Balduino, y el juego de caf¨¦ y t¨¦ del sult¨¢n de Brunei. El presidente, vicepresidente, miembros y secretario general de la comisi¨®n de la Comunidad Europea han obsequiado a Carlos y Diana con una bandeja de plata.
Lo que se ense?a en el palacio de San Jaime es tan solo la cuarta parte de todos los regalos. Dado que se estima que la selecci¨®n tiene un valor global de unos cinco millones de libras, los pr¨ªncipes de Gales han recibido regalos por valor de m¨¢s de 3.600 millones de pesetas, una cifra considerable. La entrada a la exposici¨®n cuesta trescientas pesetas, y el cat¨¢logo, cien; pero se espera que estos fondos vayan destinados al A?o Internacional del Inv¨¢lido. Esta decisi¨®n est¨¢ a¨²n por confirmar. Los visitantes podr¨¢n deleitarse con todos estos objetos -algunos, de muy buen. gusto; otros, horripilantes- y examinar detenidamente el traje de la novia -el original- en la vitrina de una sala dedicada exclusivamente a este fin.
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