La tentaci¨®n conservadora / 2
En un reciente art¨ªculo publicado en EL PA?S con el mismo t¨ªtulo gen¨¦rico se desarrollaba b¨¢sicamente la siguiente idea: parad¨®jicamente, los intereses de los sectores conservadores de la sociedad espa?ola no pasan por una UCD m¨¢s conservadora.La raz¨®n de este enfoque se puede resumir en muy pocas palabras: el electorado espa?ol no es conservador, sino que est¨¢ fuertemente concentrado entre el centro y el centro izquierda, por lo que un giro a la derecha de UCD implicar¨ªa un pr¨®ximo triunfo electoral del PSOE. Podemos recordar muy brevemente algunos datos del Informe Foessa que dan mayor fuerza a dicho planteamiento y que, por razones de espacio, no fueron incluidos en el anterior art¨ªculo: el electorado espa?ol se autocalifica de la siguiente forma: un 7%, de izquierda clara; un 27%, de centro-izquierda e izquierda moderada; un 36%, de centro; un 9%, de centro-derecha y derecha moderada, y un 3%, de derecha radical. En resumen, la mayor concentraci¨®n de votos est¨¢ en el centro, con un suave giro hacia la izquierda. Por ello, salir electoralmente con una postura de centro-derecha, con clarificaci¨®n y nitidez ideol¨®gica, seg¨²n se propone, significa desconectarse gravemente del electorado real (recu¨¦rdese lo ocurrido a CD en 1979, cuando se autodefin¨ªa como centro-derecha).
A¨²n m¨¢s, el electorado de UCD est¨¢ m¨¢s pr¨®ximo al PSOE ?que a CD; as¨ª, un 45% de los votantes centristas declara que su segunda preferencia es el partido socialista, y s¨®lo un 27% se inclina por CD. Si la pregunta es a q¨²i¨¦n rechazan m¨¢s, un n¨²mero tres veces mayor de votantes de UCD se manifiesta contra CD que contra el PSOE, lo que es coheresite con encuestas recientes de que UCD est¨¢ perdiendo el doble de votantes hac¨ªa el PSOE que hacia CD. Luego, contra lo que a veces se ha dicho, la traici¨®n real al electorado consistir¨ªa en girar claramente hacia posturas m¨¢s conservadoras.
El suicidio centrista
Resulta que existe un partido que tiene la marca del centro con un producto de demanda muy amplio, que parece empe?ado en dos extra?as operaciones: la primera, perder ese espacio pol¨ªtico y girar hacia otros de mucha menor aceptaci¨®n popular; la segunda, proyectar una imagen al exterior de tensi¨®n interna de tal intensidad que puede llevar al electorado a pensar que ?c¨®mo vamos a entregar la direcci¨®n del pa¨ªs a un partido cuyos miembros no se entienden entre s¨ª?
?Recuerda el lector el suicidio colectivo en Guayana? Pues, salvadas las diferencias de todo tipo, se podr¨ªa argumentar que estamos en un caso de guayanismo pol¨ªtico.
El centro naci¨® descentrado, en el sentido de que el n¨²mero de votantes y de esca?os del PSOE y el PCE juntos es muy superior al de CD. Ahora bien, de hecho, UCD ha realizado una pol¨ªtica de contenidos centristas en la democratizaci¨®n del pa¨ªs, la profundizaci¨®n en las libertades y la aproximaci¨®n al modelo europeo occidental de nuestra situaci¨®n sociopol¨ªtica, incluida en esta europeizaci¨®n un cierto reformismo econ¨®mico.
El problema es m¨¢s de fondo. Los sectores conservadores espa?oles, que se encontraron algo desorientados ante los resultados electorales de 1977, est¨¢n hoy much¨® mejor organizados. Adem¨¢s, el PSOE presenta en la actualidad una imagen m¨¢s moderada, y por ello estiman qu, tienen que aceptar menos un cierto reformismo en UCD; por ¨²ltimo, ya han realizado su opci¨®n pol¨ªtica: en vez de dudar entre AP (o CD) y UCD, su elecci¨®n es una UCD claramente m¨¢s conservadora.
Grupos sociales y presiones
Una de las preguntas b¨¢sicas a plantearse es: ?Puede UCD con trarrestar estas pres¨ªones externas para seguir siendo un partido de centro? En mi opini¨®n, existen cuatro grupos sociales que podr¨ªan contrapesar dichas posibles presiones: un sindicato obrero moderado, una juventud progresista, el mundo de la cultura y un empresa riado reformista. El an¨¢lisis de la influencia que estos cuatro grupos sociales pueden tener en el centrismo ser¨¢ el tema central de la conferencia que el autor de este art¨ªculo pronunciar¨¢ pr¨®ximamente dentro del curso de la Universidad de Verano de Santander. Se puede, sin embargo, adelantar algunas ideas. UCD se ha definido como partido interclasista. Para ello necesita alg¨²n tipo de relaci¨®n con un movimiento obrero organizado. Esta relaci¨®n ser¨¢ distinta de la que tienen PSOE-UGT y PCE-CC OO, pero es dif¨ªcil el centrismo en la sociedad sin un con trapeso con un sector del mundo del trabajo con organizaci¨®n propia. (No hay que olvidar, por ejemplo, la gran influencia que tiene la socialdemocracia portuguesa de Pinto Balsem?o sobre la UGT de su pa¨ªs.)
En muchos partidos europeos, de muy diversa significaci¨®n ideol¨®gica, la organizaci¨®n juvenil es una especie de punta de lanza. Dejando aparte -en mi opini¨®n- el tema del aborto, las juventudes centristas han planteado problemas interesantes con un enfoque de profundizaci¨®n en la libertad -m¨¢s que en causas sociales-. Pueden convertirse en otro poder compensador dentro del centrismo. El mundo d¨¦ la cultura podr¨ªa conectarse con un partido defensor de las libertades que fuesen de aut¨¦ntico centro. No veo raz¨®n para dejar ese campo a la izquierda. Seamos sincerbs: algunas de las contradicciones ideol¨®gicas del mundo de la cultura son parecidas a las contradicciones de una parte del centro.
Creo que es necesar¨ªo profundizar m¨¢s en la sociolog¨ªa pol¨ªtica del empresariado. espa?ol El problema es mucho m¨¢s complejo que la distinci¨®n de la primera ¨¦poca de mocr¨¢tica entre peque?a y mediana empresa y el resto. El peque?o y mediano empresario propietario; la elite empresarial; el empresario de las organizaciones empresariales; el ejecutivo empresario; las or ganizaciones provinciales; las sectoriales; etc¨¦tera, no plantean un mundo ideol¨®gico uniforme. El autor de este art¨ªculo quiz¨¢ ha sido uno de los parlamentarios que ha realizado mayor n¨²mero de charlas-coloquio informales con grupos de empresarios desde 1977, y algo le han ense?ado sobre los puntos -bastante numerosos- en los que aceptan planteamientos centristas. Sobre todo, cuando no se trata de infantilismos progresistas, de reformar para que le llamen a uno reformista, sino de cambios coherentes, entre los que hay que incluir la flexibilidad en el mercado del trabajo y la moderaci¨®n salarial como instrumentos para luchar contra el paro.
Tres notas finales
Primera: a veces extra?a que desde ciertos c¨ªrculos conservadores -ajenos a UCD- se est¨¦ hoy criticando con mucha mayor dureza al progresismo centrista que a la izquierda socialista.
Segunda: no he tenido, como parlamentario, problemas en pactar con CD, ni en su d¨ªa los tendr¨ªa en un pacto de mayor profundidad, si se estima necesario, entre un part¨ªdo de aut¨¦ntico centro y otro m¨¢s de derechas, como ha ocurrido en Francia o en Portugal. (Igual que el centro podr¨ªa pactar, si es necesario, con su izquierda.) No comparto los complejos sobre este tema. Ahora bien, me parece sincera y honestamente un grave error plantear como soluci¨®n una UCD claramente girada hacia posturas m¨¢s conservadoras en una coalici¨®n electoral con CD, porque ser¨ªa distanciarse Profundamente del pa¨ªs y del electorado que tenemos aqu¨ª y ahora en la Espa?a real.
Tercera: en los ¨²ltimos a?os, el autor de este art¨ªculo ha recordado, con iron¨ªa hacia s¨ª mismo, una frase que un conocido profesor franc¨¦s de cienc¨ªa pol¨ªtica le dijo a principios de la d¨¦cada de los sesenta. En resumen, la idea era que en Europa nadie quiere proclamarse de derechas, por lo que los que ocupan ese lugar geogr¨¢fico-pol¨ªtico, o niegan la divisi¨®n entre izquierdas y derechas o se llaman de centro. El r¨¦gimen anterior de nuestro pa¨ªs tiene numerosas declaraciones en la primera direcci¨®n, y hay partidos en Europa que son ejemplos de lo segundo. Parece que ahora existen sectores que no quieren que en nuestro pa¨ªs existan excepciones a ese planteamiento -cuando lo cierto es que la regla tampoco se cumple de forma tan mecanicista-. La verdad es que lds frases brillantes noson siempre ciertas, sobre todo cuando implican un enfoque determinista de conductas sociales; que la historia no s¨®lo se ve, sino que tambi¨¦n se hace -o se colabora a hacerla-, parafraseando a Keynes; que en Espa?a puede existir un partido centrista porque hay necesidad soc¨ªal para ello, porque la sociedad demanda un partido amplio, con capacidad de di¨¢logo simult¨¢neo con la izquierda y la derecha, que ayude a afirmar la democraci,a y rompa las dos Espa?as, que entre la reacci¨®n y la revolucci¨®n opte por la reforma -cuando sea necesaria-, etc¨¦tera. En definitiva, sigue resultando v¨¢lido el reto de mantener un partido de aut¨¦ntico centro en la Espa?a de la d¨¦cada de los ochenta.
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