Socializar la pol¨ªtica
Confundidos deben andar algunos ciudadanos, socialistas o no, cuando han de ver como generoso gesto, habilidad pol¨ªtica o sentido de la oportunidad la tolerancia de la discrepancia, el reconocimiento del derecho a la cr¨ªtica y la irrenunciable manifestaci¨®n de la diferencia.De las m¨²ltiples y variadas herencias del franquismo, quiz¨¢ sea la m¨¢s penosa la interpretaci¨®n de la democracia como la matem¨¢tica dictadura de las mayor¨ªas y la tendencia al hegemonismo encastillado y bunkeriano. Larga distancia hay, sin duda, desde la concepci¨®n de la corresponsabilidad de todos los ciudadanos con su especificidad en el quehacer pol¨ªtico a la filosof¨ªa de ?el que manda, manda?, y las minor¨ªas a obedecer receptivamente, en una especie de reparto de funciones que defiende y estabiliza en el mal sentido, frente al dinamismo de una dial¨¦ctica permanente.
Pero, hoy por hoy, los vientos que soplan son los coletazos de anteriores huracanes, y de locos ser¨ªa, sin honda alguna, intentar oponerse a estas no ya corrientes, sino tifones. Por eso, y desde la sencilla perspectiva de un socialista que trata, equivocado o no, pues todo puede ser, de mantener con otros muchos una corriente socialista y, por ende, de izquierdas en un partido ya inequ¨ªvocamente socialdem¨®crata y demasiadas veces populista, por su organizaci¨®n, por la acci¨®n que desarrolla y por la filosof¨ªa que est¨¢ reconstruyendo, se hace preciso, con paciencia y con firmeza, sin provocar y menos a¨²n caer en las indudables provocaciones que han de producirse, hacer acopio de entereza y, sin tirar la esponja ni hacer concesiones, mantener enhiesta una bandera, alternativa o posici¨®n que deje claramente se?alado d¨®nde est¨¢ cadauno.
"No se nos quiere ver ni o¨ªr"
No se nos quiere ver ni o¨ªr en el pr¨®ximo congreso del PSOE como lo que somos, con nuestra escasa o m¨ªnima fuerza, con nuestra ut¨®pica o molesta posici¨®n, tal y como exige la democracia, con nuestros propios votos. Se nos invita a confundir y confundirnos en delegaciones mayoritarias para que, parad¨®jicamente, nuestra propia representatividad, a trav¨¦s de un corporativismo geogr¨¢fico, acabe avalando las tesis a las que precisamente nos oponemos; en suma, se nos niega el derecho a la esencia y a la presencia, y, con un poco de mala suerte, se nos condenar¨¢ incluso al ejercicio del derecho a una razonable ausencia.
Pero la coherencia es una obligaci¨®n. Y esa coherencia dice que los que defendemos la representaci¨®n proporcional y el voto diferenciador por delegados, sin falsas conjunciones, ni por provincias ni por regiones, con serias identificaciones ideol¨®gicas y program¨¢ticas por encima de fronteras y organizaciones territoriales, respetemos los deseos de quienes rechazan estos principios.
Colaborar con los elegidos
Sin caer en la tentaci¨®n de la denuncia, respondiendo con sectarismo al sectarismo, cumplamos los acuerdos, dejando sentada nuestra disconformidad, si la hubiere, y colaboremos a que quienes resulten elegidos como responsables puedan cumplir su funci¨®n para que jam¨¢s puedan alegar obstaculizaci¨®n alguna u obstrucci¨®n que justifique sus esperados y tradicionales errores, de los que profusa gala han hecho a lo largo de estos ¨²ltimos seis a?os, y su ya tradicional desprecio a los acuerdos congresuales.
Nunca est¨¢ todo perdido, y el tiempo reconduce los naufragios ideol¨®gicos a trav¨¦s de la cr¨ªtica y la constataci¨®n de la pobreza de los resultados en que por voluntarismo ciego se quieren atrincherar sus protagonistas.
El viejo Leon Blum sintetiz¨® en una determinada frase la actitud que permiti¨® la conservaci¨®n del socialismo franc¨¦s en condiciones bien dif¨ªciles, cuando afirm¨®: ?Alguien debe de guardar la vieja casa?.
El reto de permanecer en el PSOE discriminada y marginadamente, entorpecida nuestra especificidad, soportando una constante y creciente frustraci¨®n, es duro y dif¨ªcil, y vamos a sufrir por ello peores trances de los hasta la fecha sobrevenidos, mas con la seria convicci¨®n de que, a la larga, las aventuras socialbur¨®cratas, los compadreos, los consensos, las coaliciones contra natura, la imposibilidad de compaginar programas progresistas e intereses tardofranquistas, y la constante pr¨¢ctica de la acci¨®n pol¨ªtica del oportunismo y la improvisaci¨®n, aunque de momento parezcan exitosas, conducen inequ¨ªvocamente a la cat¨¢strofe, tal como los hechos nos lo est¨¢n demostrando, con la simple observaci¨®n de la situaci¨®n del pa¨ªs, de las organizaciones de izquierda y del marasmo y confusi¨®n en que se halla el movimiento obrero. Por ello, quiz¨¢ haya de decirse, y bien cari?osamente, a los jerarcas que basan su legitimidad en la negaci¨®n de las legitimidades ajenas y en la persecuci¨®n de los discrepantes, y que sustituyen la discusi¨®n pol¨ªtica por el insulto o la expulsi¨®n, que bien nos gustar¨ªa, aunque no podemos, y por esta causa algunos decimos: no vamos, pero no nos vamos. Y frente a su cerraz¨®n no deben recibir de nosotros otra respuesta que una sincera y cr¨ªtica colaboraci¨®n mientras ellos quieran, aunque a lo peor hasta esta respetuosa posici¨®n les estorba y ponen en marcha sus poderosos medios para eliminarnos y dar satisfacci¨®n a los que esto desean inocultadamente hace alg¨²n tiempo.
Si esto ocurre, porque ya ha ocurrido con otros compa?eros, y no de los que llegaron a ¨²ltima hora para su beneficio personal, ser¨¢ un chiste que se quieran llamar no ya socialistas, sino, sencillamente, dem¨®cratas.
Nos hubiera gustado a algunos, en igualdad con todos los dem¨¢s militantes, poder ir al Congreso sin selectividades ni filtrajes, y no de la forma vergonzante que se nos recomienda, para decir all¨ª cosas tan sencillas como cu¨¢l es nuestro an¨¢lisis de la situaci¨®n y de la transici¨®n, de las pretendidas fuerzas burguesas democr¨¢ticas, del comportamiento de la Iglesia y del Ej¨¦rcito, y todo ello desde la perspectiva de los intereses de la clase obrera y de la lucha de clases; nos hubiera gustado examinar tambi¨¦n, m¨¢s que la gesti¨®n de la comisi¨®n ejecutiva, reducida en su pr¨¢ctica a tres miembros, los resultados alcanzados por la pol¨ªtica desarrollada de estos tres belicosos l¨ªderes, y discutir los evidentes fracasos de su estrategia, que se han reflejado en los pactos de la Moncloa, el consenso constitucional, la concertaci¨®n, eso de ser el grupo parlamentario del Gobierno, el famoso proyecto aut¨®nomo socialista, que depende en su realizaci¨®n de la colaboraci¨®n de la derecha; la constante pr¨¢ctica del antiunitarismo de izquierdas, el vaciado de la Constituci¨®n a trav¨¦s de las leyes org¨¢nicas, la consentida, cuando no apoyada, restricci¨®n de libertades individuales y colectivas; la apresurada correcci¨®n t¨¦cnica de la interpretaci¨®n auton¨®mica del Estado y la eficacia de las mal llamadas parcelas de poder, reducidas a puestos institucionales; tambi¨¦n all¨ª hubi¨¦ramos podido analizar en conjunto, con calculadoras o sin ellas, nuestra militancia en lo cualitativo y lo cuantitativo y nuestra imbricaci¨®n en la organizaci¨®n de la clase obrera y sus luchas.
Hubi¨¦ramos celebrado poder corregir en franco di¨¢logo nuestras apreciaciones sobre la desorganizaci¨®n del partido y su policentrismo burocr¨¢tico, y hasta caciquil y corrompido en algunas zonas. Y, sobre todo, nos hubiera gustado discutir un verdadero programa socioecon¨®mico, con qu¨¦ fuerzas podr¨ªa y deber¨ªa hacerse, y comparar nuestras posiciones con el esbozado proyecto de algunos t¨¦cnicos del PSOE, del que UCD es capaz de asumir m¨¢s de su 90%. Y hacer esta discusi¨®n p¨²blica no obligadamente para afiliados y congresistas, sino para toda la sociedad espa?ola en su conjunto, abandonando esa pr¨¢ctica nada afortunada de decir separadamente al capitalismo financiero, a la gran empresa, a la peque?a y mediana empresa, al campesinado y a ciertas potencias extranjeras lo que alguien cree que quieren o¨ªr en cada momento, y que resulta, l¨®gicamente, contradictorio seg¨²n y a qui¨¦n se dirijan estos discursos electoreros.
Derecho de expresi¨®n
Algunos vamos a hacerlo de todas formas, sin prisa ni pausa, en el ejercicio del inalienable derecho de expresi¨®n, en todas cuantas publicaciones nos sigan acogiendo, para volver a constatar que suelen ser m¨¢s receptivas para ello las que no est¨¢n al servicio del aparato del PSOE, y vamos a propiciar esas discusiones abiertas de toda la izquierda, sin restricci¨®n alguna, con el inequ¨ªvoco compromiso de aunar frente al sectarismo, de abrir las puertas que otros cierran, de reunir frente a los que fraccionan y separan, de recuperar para el socialismo tradicional de Pablo Iglesias y para su acci¨®n al d¨ªa de hoy a todos cuantos tienen algo que decir y que hacer, y que est¨¢n mudos por desilusi¨®n o proscritos porque a algunos no les gusta o¨ªr m¨¢s palabras que las de halago, m¨¢s ruido que el de los aplausos y m¨¢s nombre que el suyo, como carism¨¢ticos redentores de una pobre e inculta comunidad que nunca valora sus sacrificios y que, por no saber ni poder hacer pol¨ªtica, ha de d¨¢rsele hecha.
Socializar la pol¨ªtica es hoy el m¨¢s atrayente proyecto frente a la privatizaci¨®n que los profesionales del puesto p¨²blico de los muy diferentes y coincidentes aparatos quieren ir consagrando y llam¨¢ndolo sarc¨¢sticamente una democracia representativa.
es diputado del PSOE por C¨¢ceres.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.