Olivar y pol¨ªtica de grasas
El olivar, localizado en pocas regiones espa?olas, es una importante partida del capital agrario. Pese a que su importancia relativa dentro del capital nacional ha disminuido, no cabe la menor duda de su enorme valor en el conjunto de la riqueza nacional, y sobre todo a niveles regionales. Es por ello, entre otros aspectos, por lo que el olivar ha venido pesando mucho en todas las pol¨ªticas del sector de aceites comestibles en particular, en donde el olivar ocupa un lugar destacado a nivel regional. Desde siempre, y por otras razones que m¨¢s adelante se mencionan, ha sido un sector de la agricultura muy complejo, con problem¨¢tica diferente seg¨²n las distintas ¨¦pocas. En el olivar como en otros muchos problemas de la pol¨ªtica agraria espa?ola, no se han tomado las medidas oportunas en el momento prec?so, lo que ha conducido, en per¨ªodos posteriores, a situaciones m¨¢s graves y, por tanto, de m¨¢s dif¨ªcil soluci¨®n, como sucede en los ¨²ltimos a?os, que la pol¨ªtica de aceites tiene que corregir lamentables omisiones de quinquenios anteriores.Queremos recordar, en especial para los lectores alejados de la actividad agravia y tambi¨¦n para las generaciones m¨¢s j¨®venes, preocupadas con la mejora y bienestar de la poblaci¨®n campesina, algunos datos que sin duda pueden centrar bastantes ideas y que justifican la actual pol¨ªtica de aceites comestibles.
Andaluc¨ªa, patria del olivar
El olivar se cultiva en Espa?a en 37 provincias, pero su importancia se centra en las andaluzas, concretamente en Ja¨¦n, C¨®rdoba y Sevilla, es decir, en el medio y bajo Guadalquivir, ocupando en las mismas una extensi¨®n de cerca de un mill¨®n de hect¨¢reas, el 45% de todo el olivar espa?ol, pero produciendo m¨¢s de dos terceras partes del aceite de oliva. Otra zona que tuvo cierto relieve por la excelente calidad de sus aceites fue la zona; de confluencia de las provincias de L¨¦rida, Tarragona y Teruel, pero accidentes climatol¨®gicos han disminuido mucho su extensi¨®n.
La econom¨ªa del olivar afecta a la econom¨ªa andaluza, en donde se han planteado siempre problemas muy singulares, precisamente por la gran ¨¢rea de cultivo del olivar y las caracter¨ªsticas especiales que ocasiona este monocultivo.
En las tres provincias m¨¢s olivareras de Andaluc¨ªa -Ja¨¦n, C¨®rdoba y Sevilla- su riqueza era en 1965 el 45% de la riqueza agraria de las mismas en su conjunto y el 18% de la riqueza total, incluyendo agricultura, industria y servicios. No existe otro subsector que alcance semejante importancia absoluta y relativa, lo que explica la preocupaci¨®n que siempre ha existido en esta regi¨®n porque los poderes p¨²blicos defiendan adecuadamente al olivar.
Adem¨¢s, hay otros dos aspectos que hay que relacionar con las magnitudes anteriores: uno es la extensi¨®n territorial y la concentraci¨®n de esta riqueza, y otro, el gran empleo que proporciona el olivar.
Existe una gran concentraci¨®n de la riqueza olivarera. Tomando como gran explotaci¨®n olivarera la que tiene m¨¢s de cincuenta hect¨¢reas de olivar, en C¨®rdoba, el 8% de las explotaciones posee el 54% del olivar; en Sevilla, el 12% posee el 66% de olivar, en tanto que en Ja¨¦n el 3% posee el 38% del olivar, es decir, que existe un grupo social reducido, pero con un gran poder econ¨®mico, que sin duda ha venido influyendo decisivamente en la pol¨ªtica olivarera en el sentido de defender ¨¦sta y sobre todo en ¨¦pocas pasadas, cuando esta riqueza relativamente era mucho m¨¢s importante, y al ser Andaluc¨ªa una regi¨®n muy agraria, sin duda ten¨ªa un elevado peso espec¨ªfico en todas las cuestiones pol¨ªticas de la regi¨®n y una gran influencia en el Gobierno central.
Asimismo, aparece tambi¨¦n un elevado n¨²mero de peque?as explotaciones que poseen pocos olivares. Este grupo, en C¨®rdoba, posee el 70% de los propietarios, pero s¨®lo el 15,4% de la superficie; en Sevilla, el 59% y el 10%, y en Ja¨¦n, el 81,6% y el 31%. Tiene un matiz singular, y es que toda la pol¨ªtica de precios que afecta al aceite y a la aceituna en el fondo equivale a mantener o mejorar el nivel de salarios de estos modestos agricultores, aspecto este de la ocupaci¨®n que tiene tambi¨¦n mucha importancia en las grandes propiedades; de aqu¨ª que confluyan en el mismo sentido de defender y mejorar al sector olivarero tanto los grandes propietarios como los peque?os, as¨ª como los asalariados, que, sobre todo, encuentran en la ¨¦poca de recolecci¨®n unos ingresos que, junto con los que pueden obtener de otros cultivos que proporcionan asimismo elevada ocupaci¨®n durante el per¨ªodo de recolecci¨®n, es lo que ha permitido que subsistiera antes de los a?os sesenta la enorme poblaci¨®n agraria de Andaluc¨ªa, pero que en per¨ªodos posteriores, como fueron los a?os despu¨¦s de 1960, cuando el desarrollo econ¨®mico espa?ol y europeo produjo una fuerte emigraci¨®n campesina, en Andaluc¨ªa aparecieron problemas en los per¨ªodos de la recolecci¨®n de la aceituna y otros productos t¨ªpicos, como son la uva y el algod¨®n, entre otros.
Quince jornales por hect¨¢rea
Para dar una idea de lo que suponen los ingresos que proporciona el olivar a la poblaci¨®n asalariada, conviene recordar que s¨®lo durante el per¨ªodo de su recolecci¨®n vienen a dar de quince a dieciocho jornales, aproximadamente, por hect¨¢rea en secano y m¨¢s de veinte en regad¨ªo. Si la superficie del olivar en estas provincias andaluzas ocupa m¨¢s de un mill¨®n de hect¨¢reas, en un a?o normal el n¨²mero de jornadas de trabajo en la ¨¦poca de recolecci¨®n supone una ocupaci¨®n de quince a veinte millones de jornales, que al nivel que alcanzan los salarios son muchos miles de millones de pesetas que afluyen a los campesinos andaluces y que contribuyen en gran medida a mantener un nivel de ingresos que, junto don los que proporcionan otros cultivos que tambi¨¦n emplean mucha mano de obra en ¨¦pocas de recolecci¨®n, son los que permiten que estas familias campesinas andaluzas tengan unos ingresos totales al a?o que les permite alcanzar un m¨ªnimo nivel de vida. Esta mano de obra en el cultivo del olivo y la recolecci¨®n de la aceituna, poco mecanizable, es lo que obliga a mantener unos precios del aceite de oliva en un nivel que facilita la permanencia de los olivares, que en general dan rendimientos bajos de aceituna por hect¨¢rea.
No cabe duda que la pol¨ªtica en la agricultura cambia en el tiempo seg¨²n los condicionantes sociales, pol¨ªticos y econ¨®micos que enmarcan el sector. As¨ª, al comienzo delos a?os cincuenta, cuando ya se ten¨ªa conocimiento por la Administraci¨®n agraria de que el comienzo del desarrollo espa?ol iniciado levemente en aquellos a?os y que se acelera en los a?os sesenta iba a tener, entre otras muchas consecuencias, un aumento elevado en la demanda de aceites vegetales que el olivar no podr¨ªa atender puesto que la oferta de aceituna no permitir¨ªa cubrir ni la mitad de la demanda de aceite que se preve¨ªa al final de un per¨ªodo de quince a veinte a?os, en aquel entonces deber¨ªa haberse iniciado una pol¨ªtica de aceites vegetales muy distinta de la que se plante¨®. Realmente s¨®lo se tomaron medidas coyunturales y no se abord¨® el problema en su conjunto hasta el a?o 1971, cuando la situaci¨®n era ya distinta. Para completar la producci¨®n de aceite de oliva y mantener el mercado abastecido se comenz¨® ?in portando algunos aceites a precio barato; se inici¨® ?mportando aceite de soja de una calidad ¨ªnfima y, m¨¢s tarde, se importaron, adem¨¢s, adem¨¢s del aceite de soja ya de mejor calidad, aceites de semillas, en particular de girasol. Por aquel per¨ªodo se comienza, m¨¢s por iniciativa privada que por una acci¨®n pol¨ªtica, la promoci¨®n del cultivo del girasol, que pas¨® del ¨¢rea tradicional de Cuenca, para su consumo directo, a otras regiones espa?olas, cuando el agricultor se fue percatando de que este cultivo produc¨ªa ingresos y beneficios superiores a otros cultivos tradicionales de secano, y cuando adem¨¢s, debido a la mecanizaci¨®n de la agricultura, se iban eliminando los barbechos y obteni¨¦ndose en los secanos dos cosechas anuales. Se plantea entonces la competitividad de los cultivos de las semillas oleaginosas con el olivar y que, de no haberse iniciado una pol¨ªtica de ayuda al aceite de oliva, podr¨ªa haberse perdido en gran parte la riqueza olivarera que tantos siglos hab¨ªa costado crear.
Ausencia de pol¨ªtica en los a?os cincuenta
En los a?os cincuenta es cuando ten¨ªa que haberse planteado en serio la pol¨ªtica de aceites comestibles en Espa?a, en lugar de prohibir arrancar olivares, inclusivo. en zonas marginales de bajo rendimiento, y mantener unas diferencias de precios grandes entre el aceite de oliva y el de semillas, lo que contribuy¨® a que el consumidor se orientase preferentemente hacia estos aceites de semillas, abandonando significativamente el consumo del aceite de oliva, con lo cu¨¢l al final de los a?os sesenta el problema del olivar era sumamente grave. Esta gran riqueza en Andaluc¨ªa se encontraba en conflicto con los cultivos de semillas oleaginosas que se obten¨ªan a un coste inferior y eran f¨¢cilmente mecanizables cuando el incremento de costes era m¨¢s peque?o en los cultivos de semillas que en el olivar y, por tanto, la situaci¨®n del olivar iba agrav¨¢ndose cada vez, m¨¢s.
Sin embargo, a partir de 1971, cuando la situaci¨®n ya era insostenible, se comenzaron a estudiar seriamente las soluciones de este problema de todo el sector de aceites vegetales y se establecieron pol¨ªticas de reconversi¨®n y reestructuraci¨®n del olivar que han dado resultados apreciables, pol¨ªtica en la cual se viene insistiendo, utilizando instrumentos cada vez m¨¢s ajustados a la realidad con el fin de eliminar, mediante ayudas adecuadas, a los olivares marginales, reconvirtiendo la orientaci¨®n productiva de las comarcas olivareras de bajos rendimientos y estimulando las mejoras del olivar en las zonas de mayor productividad y de mejor calidad de aceites, como recoge el ¨²ltimo acuerdo del Consejo de Ministros de 2 de octubre de este a?o, en donde se mantiene la pol¨ªtica de reestructuraci¨®n del olivar mejorable, y por otra parte, la reconversi¨®n de comarcas olivareras deprimidas, pol¨ªtica que, unida a la armonizaci¨®n de precios de los aceites de oliva y semillas, con el fin de no producir desviaci¨®n excesiva en contra del consumo del aceite de oliva, est¨¢ permitiendo reconducir esta gran riqueza olivarera, a una situaci¨®n estable, aportando ingresos muy importantes a todas las regiones espa?olas en donde se produce bien aceite de oliva o aceites de semillas y dando tiempo a que el olivar ocupe una extensi¨®n ajustada a la realidad, lo que permitir¨¢ en el futuro una mayor competencia en cuanto a costes de cultivo del olivar y de semillas oleaginosas.
Toda esta pol¨ªtica agraria y coherente, en lo que se refiere al sector aceites comestibles, que est¨¢ llevando el Ministerio de Agricultura, cuenta con la pol¨ªtica de comercio exterior que limita la importaci¨®n de aceites comestibles.
La reconversi¨®n de los mejores olivares
Existe, por tanto, una pol¨ªtica de aceites que defiende a la riqueza olivarera en sus justos t¨¦rminos, facilitando la reconversi¨®n de los mejores olivares, la transformaci¨®n de los olivares marginales a otras actividades, fomenta asimismo el cultivo de semillas oleaginosas mediante una estudiada pol¨ªtica de precios dentro de una libertad de comercio, manteniendo el mercado interior protegido frente a terceros. Esta pol¨ªtica de comercio exterior debe estar perfectamente coordinada en la pol¨ªtica de precios dentro de una libertad de comercio, manteniendo el mercado interior protegido frente a terceros. Esta pol¨ªtica de comercio exterior debe estar perfectamente coordinada en la pol¨ªtica de aceites nacionales, puesto que ambas pol¨ªticas pretenden conservar la riqueza olivarera en su justa extensi¨®n, manteniendo un mercado libre suficientemente abastecido de aceites comestibles.
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