Una generaci¨®n'que quiso cambiar la sociedad
?Quer¨ªamos cambiar la sociedad a trav¨¦s de la cultura, pero lleg¨® la guerra, y todo se termin¨®?. Esta frase es de Laura de los R¨ªos Giner, viuda de Francisco Garc¨ªa Lorca, hermano de Federico, hija de Fernando de los R¨ªos y sobrina de Francisco Giner y una de las herederas de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, fundada, entre otros, por Ortega y Gaset.Laura sol¨ªa reunirse cada mes con otras compa?eras de la Instituci¨®n y del Instituto Escuela, alrededor de unas tazas de t¨¦, para hablar de sus inquietudes culturales, pol¨ªticas y sociales.
Uno de los ¨²ltimos t¨¦s se tom¨® en casa de Carmen Aldecoa, y a ¨¦l asistieron Consuelo de la G¨¢ndara, Inocencia Rodr¨ªguez Mellado, Mar¨ªa Bra?a de Diego, Mercedes Onta?¨®n y Laura de los R¨ªos Giner.
Aunque la vida de estas mujeres es una aut¨¦ntica historia para cada una de ellas, la realidad es que tienen numerosos puntos en com¨²n. Todas ellas han pertenecido a familias liberales y con un alto nivel intelectual que, a pesar de los tiempos, jam¨¢s se opusieron a que estudiasen aquello que ellas prefer¨ªan. Sus recuerdos respecto a la Instituci¨®n Libre de Ense?anza son muy similares. Adoraban ir a clase, se sent¨ªan a gusto con sus compa?eros, y se consideran unas privilegiadas por haber podido tener profesores de la categor¨ªa de S¨¢nchez Albornoz, Coss¨ªo, Pedro Salinas, Jorge Guill¨¦n, Am¨¦rico Castro y un sin fin de nombres m¨¢s.
Consuelo de la G¨¢ndara es licenciada en Filosof¨ªa y Letras y viuda de Angel Alvarez de Miranda, el primer catedr¨¢tico que hubo en Espa?a de la Historia de las Religiones. Para esta mujer, que en la actualidad sigue dando clases en la universidad, el Instituto Escuela, primera herencia de la Instituci¨®n, le dio la posibilidad de entenderse con el mundo.
Inocencia Rodr¨ªguez Mellado es licenciada en Derecho, fundadora de Estudio, junto a Jimena Meri¨¦ndez Pidal, ex profesora del Instituto de Estudios Pol¨ªticos y ex profesora de Literatura de la Universidad de Nueva Inglaterra, en Estados Unidos. Para Inocencia, uno de los puntos m¨¢s sobresalientes del esp¨ªritu de la Instituci¨®n era ?ese concepto de la sobriedad de la vida. Se nos inculcaba una vida sencilla.
Nos ense?aron a tener una clara posici¨®n ante la vida. Despu¨¦s, al llegar el franquismo, tuvimos la sensaci¨®n de volver cien a?os atr¨¢s?.
Mercedes Onta?¨®n, nieta e hija de profesores de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, recuerda la naturalidad que para todo exist¨ªa. Seg¨²n Mercedes, su paso por la Instituci¨®n la marc¨® de tal forma que toda su vida posterior se vio condicionada por ¨¦sta. Mercedes, junto a su marido, fund¨® un colegio en Valencia, en donde pudieron vivir a su aire, veintis¨¦is a?os, tras ser depurados por el franquismo. M¨¢s tarde dio clases en el barrio madrile?o de Orcasitas, y todav¨ªa recuerda la frase de su amiga Jimena Meri¨¦ndez Pidal: ?No lo dudes, es m¨¢s f¨¢cil dar clase a los hijos de los obreros que a los hijos de los se?oritos?. Y a estas alturas, Mercedes sigue pensando que Jimena ten¨ªa mucha raz¨®n.
Alegr¨ªa, s¨ª; desorden, no
La granadina Laura de los R¨ªos Giner era quiz¨¢ la m¨¢s entusiasta de todas las presentes en estas reuniones. ?Fui una ni?a feliz, pero siempre estaba so?ando con venir a la Instituci¨®n?, afirmaba con una voz entre en¨¦rgica y dulce. ?All¨ª hab¨ªa alegr¨ªa, camarader¨ªa, amistad, cari?o entre profesores y alumnos, compenetraci¨®n... i Ah!, y eso, s¨ª, dejando siempre de lado la familia o clase social a la que pertenec¨ªas. Y junto a esto, unas terribles ganas de vivir. Alegr¨ªa de vivir, que no quiere decir desorden. En la Instituci¨®n hab¨ªa orden de tipo interno, ¨¦tico y moral. Eramos una gran familia. Tuve los mejores profesores que se pueden tener, pero con la guerra todo se acab¨®?.
Mar¨ªa Bra?a de Diego, licenciada en Filosof¨ªa y Letras, estudi¨®, y m¨¢s tarde trabaj¨®, a las ¨®rdenes de Claudio S¨¢nchez Albornoz. Fue profesora del Instituto Escuela, para acabar en la direcci¨®n de uno de los museos m¨¢s importantes de Madrid. ?Con la Rep¨²blica, la universidad decimon¨®nica muri¨®, aunque luego resucit¨®. Todos los planes de estudios eran nuevos, ten¨ªamos que trabajar mucho, pero nos parec¨ªa muy bien. El ambiente de la clase era que ten¨ªamos que hacer una Espa?a nueva por la cultura, y quer¨ªamos ser nosotros los pioneros?.
La asturiana Carmen Aldecoa -licenciada en Ciencias Naturales y ex profesora de diferentes universidades norteamericanas- piensa que fueron unas aut¨¦nticas privilegiadas por los profesores que pudieron tener. ?Aquello cre¨® toda una mentalidad. Nadie se puede llegar a imaginar el af¨¢n que ten¨ªan las clases populares por aprender a leer. Era incre¨ªble. Fuimos una generaci¨®n con entusiasmo y fe. La diferencia entre las mujeres de la Instituci¨®n y las otras era enorme. Nuestra educaci¨®n hab¨ªa sido natural, y no ten¨ªamos ni frustraciones ni obsesiones sexuales?.
Babelia
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