Polonia y la imagen del comunismo
La situaci¨®n en Polonia es, como se sabe, un complejo de acumulaciones hist¨®ricas y culturales, adem¨¢s de una pieza importante en el equilibrio mundial de poderes. Pero es tambi¨¦n una crisis grave en el transcurso del comunismo.Desde que el comunismo pas¨® de los libros al poder (Rusia, 1917), las crisis han sido incesantes y, vistas con la perspectiva actual, han ido aceler¨¢ndose y agrav¨¢ndose con el tiempo. Es una historia que no ha terminado todav¨ªa; parece, por tanto, poco riguroso juzgarla en completo por su situaci¨®n actual.
Crisis de crecimiento
La sensaci¨®n que se tiene en estos momentos es la de que hay un conjunto de sucesos, sobre todo a partir de la ascensi¨®n de Stalin y la eliminaci¨®n progresiva y continua de la vieja guardia, que puede considerarse como una crisis de crecimiento, juzgando siempre por los resultados: la transformaci¨®n de una sociedad rural y miserable, de millares de kil¨®metros cuadrados de barro y nieve en una potencia mundial de primer orden. A partir de la muerte de Stalin la sucesi¨®n de la crisis se produce de un modo inverso: es un declive, una decadencia. El camino ascendente se detiene cuando terminan las conquistas de la guerra; vuelve atr¨¢s con la disidencia china, con el testamento de Togliatti, que comienza a desgarrar el tejido comunista en Europa occidental.
Apenas hab¨ªan transcurrido tres a?os d¨¦ la muerte de Stalin cuando Hungr¨ªa intentaba la sublevaci¨®n (1956); doce a?os despu¨¦s de Hungr¨ªa, Checoslovaquia buscaban la evasi¨®n del "socialismo en libertad"; doce a?os despu¨¦s, Checoslovaquia es Polonia -despu¨¦s de numerosos movimientos precursores-, la que intenta el desgajamiento del mundo comunista. A¨²n en 1956 y en 1968 la Uni¨®n Sovi¨¦tica ten¨ªa una capacidad de respuesta: la invasi¨®n.
Sin respuesta
No la tiene en Polonia. A¨²n est¨¢ por dilucidar la verdadera naturaleza del golpe de Wejciech Jaruzelski. Esta parte de la historia s¨®lo se va a escribir en los pr¨®ximos d¨ªas. Pero se puede advertir ya, por los primeros movimientos pol¨ªticos, que hay tres hechos importantes: Jaruzelski no invoca la integridad del comunismo -o la pureza, o la persistencia- en su primera proclanla; muestra respeto por Solidaridad y mantiene con todo respeto" (seg¨²n un comunicado) relaciones, quiz¨¢ negociaciones, con Lech Walesa; la Iglesia cat¨®lica -cuyo papel dirigente es innegable-, recomienda la calma y la evitaci¨®n de la violencia, y la poblaci¨®n lo acepta, a pesar de algunas ¨®rdenes de huelga general. Puede estimarse, provisionalmente, que la situaci¨®n no es tan favorable a la URSS como parece desprenderse de los delicados y cautos comunicados sovi¨¦ticos. Y a¨²n por encima de lo que pueda producirse inmediatamente, hay una constataci¨®n segura: el comunismo ha fracasado definitivamente en Polonia.
Ritmo biol¨®gico
De este grupo de acontecimientos que casi siguen un ritmo biol¨®gico -nacer, crecer, desarrollarse, reproducirse y morir, con el a?adido de que lo reproducido muere tambi¨¦n- puede extraerse una conclusi¨®n m¨¢s bien terror¨ªfica: la de que el auge del comunisrrio como forma de administrar un pa¨ªs y de ser capaz de reproducirse coincide, casi exactamente, con el per¨ªodo de Gobierno de Stalin.
Es decir: Stalin recoger¨ªa la simiente de Lenin, y producir¨ªa el germen mortal de comunismo. Porque una de las cosas sobre las que caben muy pocas dudas en el mundo contempor¨¢neo y en el campo de las ideolog¨ªas actuales, es que la imagen de Stalin, la historia de su poder, los relatos de sus propios camaradas, ha destrozado la im¨¢gen cient¨ªfica del comunismo, que a¨²n cab¨ªa en los tiempos fundacionales de Lenin.
S¨®lo un artificio nos permite hoy pensar que las cosas habr¨ªan salido de diferente modo si el beneficiario del testamento de Stalin hubiese sido Trostki, o si las ideas de los r¨¦probos -desviacionistas, enfermos infantiles del izquierdismo, disidentes- hubieran contribuido a llevar el comunismo por otras direcciones. Cualquier especulaci¨®n ucr¨®nica es inservible: puede imaginarse todo, desde la restauraci¨®n din¨¢stica hasta el regreso a la socialdemocracia, pasando por la realizaci¨®n de la utop¨ªa del advenimiento de la sociedad sin clases.
Todo esto es, ya, rigurosamente in¨²til, y parece que no hay camino de regreso; ni tampoco de progreso. Pero esto es adelantarse al devenir hist¨®rico y caer en el error de juzgar el futuro por el presente.
La sombra de Stalin
Si nos ce?imos a lo comprobado, los hechos vuelven a mostrar esta sucesi¨®n que va desde la creaci¨®n hasta el declive, con la meseta de auge que representa Stalin. Aqu¨ª entran ya los juicios de valor: no merece la pena ese crecimiento sobre los cad¨¢veres de las v¨ªctimas, sobre la creaci¨®n de la opresi¨®n absoluta. No es s¨®lo la quema de unas generaciones, sino la de una posteridad. A pesar del XX Congreso, una considerable tenebrosidad stalinista sigue pesando sobre la Uni¨®n Sovi¨¦tica, y, sobre todo el mundo comunista.
Por eso se puede considerar, a¨²n pecando de actualista, que el acontecimiento polaco, sea cual sea su desenlace -y no puede admitirse como desenlace la dictadura militar de Jaruzelski-, es un punto muy considerable en el declive del poder comunista, tal como lo ejerce la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Lo que ha sucedido en Polonia desde el a?o pasado hasta ahora es algo irreversible.
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