Pujol y los intelectuales
-La flor y la nata de los intelectuales castellanos est¨¢ en Catalu?a. Jordi Pujol les ha pagado un viaje para que se entiendan con los catalanes.Te colocas en la terminal del puente a¨¦reo Madrid-Barcelona y esperas paciente como un cazador de tigres. Por all¨ª habr¨¢n de pasar todos sin m¨¢s excepci¨®n que la de Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos, quien sufri¨® una hemorragia digestiva al llegar a Barcelona. Los que vuelven coinciden en se?alar que la enfermedad del autor de Euramuros y Cabrera no tuvo nada que ver con la marcha de las sesiones. Luego entran en materia:
-Ha habido un largo alejamiento entre ambas culturas. Sigue habiendo un gran alejamiento.
Ignacio Sotelo, presente en las jornadas, recuerda que Pujol destaca como el mayor logro del proceso auton¨®mico la recuperaci¨®n de la lengua:
-Y ese ha sido el problema de las jornadas -contin¨²a-, la lengua. De cuando en cuando sal¨ªa alguien que dec¨ªa lo de "la actual conformaci¨®n del Estado espa?ol" y no hab¨ªa quien entendiera nada.
Lluvia a destiempo.
Al aeropuerto llega tambi¨¦n un equipo de filmaci¨®n procedente de Francia. Su trabajo consiste en hacer un reportaje sobre los efectos de la sequ¨ªa. El cotarr¨® lo dirige Carlos Sempr¨²n. Sempr¨²n come con Jos¨¦ Luis Leal y con el antiguo director general de Econom¨ªa, Crisanto Plaza, viejos amigos suyos. Crisanto sugiere que vayan a filmar a Bustarviejo, su pueblo natal, situado a pocos kil¨®metros de Madrid.Horas m¨¢s tarde, Leal recuerda a sus amigos, mientras contempla melanc¨®lico la ca¨ªda de un copioso chaparr¨®n:
-Pues les va a quedar bien el reportaje.
En la redacci¨®n se suscita una enconada pugna por encontrar a los culpables. El grupo de laicos niega que Jos¨¦ Luis Alvarez, ministro de Agricultura, tenga nada que ver con el fin de la sequ¨ªa. Se inclinan por la tesis de la campa?a antifrancesa, capitaneada por el gastr¨®nomo Xavier Domingo y por el editor Manuel Arroyo, autor de un panfleto an¨®nimo contra la cultura francesa y su influencia en Espa?a.
Aprovechas la confusi¨®n para coger el tel¨¦fono del jefe de nacional. Una voz familiar te comunica la informaci¨®n sin identificarse:
-Fern¨¢ndez Ord¨®?ez ha iniciado una campa?a de reclutamiento de cuadros para su partido. No quiere que la posible convocatoria de elecciones anticipadas sorprenda a Acci¨®n Democr¨¢tica sin las listas preparadas.
Redactas con rapidez una nota y se la entregas al responsable de la secci¨®n:
-?C¨®mo te has enterado de esto?
-Uno tiene contactos -respondes con modestia.
La discusi¨®n se interrumpe al conocerse la noticia. Los acalorados participantes digieren la informaci¨®n y el grupo se disuelve poco a poco. Algunos se dirigen hacia sus tel¨¦fonos y hablan en voz baja con ojos ansiosos.
Solidaridad con Solidaridad.
-Chico, te has apuntado un tanto.El redactor jefe reconoce tus m¨¦ritos y te devuelve a la informaci¨®n pol¨ªtica. Hay una manifestaci¨®n de protesta delante de la Embajada de Polonia. Abundan los militantes socialistas y troskistas. Los del PCE van por libre. Uno de ellos te explica por qu¨¦:
-Carrillo no quiere que hagamos anticomunismo.
Jaime Pastor, de la ejecutiva la la Liga Comunista Revolucionaria, se desespera:
-Es una verg¨¹enza que venga tan poca gente. Hay que mover esto. En enero vendr¨¢ el dirigente de Solidaridad Kowalewsky, y podremos aprovechar la ocasi¨®n para implicar a m¨¢s fuerzas.
Un individuo con aire enajenado da saltos en solitario al tiempo que entona un estribillo:
-Un bote, dos botes, Walesa el que no bote.
-?Es un loco? -preguntas.
-No -te responde uno de los militantes del PSOE que han organizado la protesta-, es militante del PCE, de la tendencia prosovi¨¦tica.
Verdades como pu?os. Los rusos se convierten en noticia por todas partes. Francisco Garc¨ªa Salve -el cura Paco- presenta un libro titulado Por qu¨¦ somos comunistas, en el que reivindica las m¨¢s puras esencias de la Tercera Internacional. El economista Miguel Mu?iz ojea las p¨¢ginas con detenimiento y comenta con tono mesurado:
-M¨¢s que explicar por qu¨¦ es comunista el autor, este libro explica por qu¨¦ no lo somos algunos, y deja sin explicar por qu¨¦ lo siguen siendo otros.
Mientras descifras en trabalenguas, Garc¨ªa Salve dice que a ¨¦l la clase obrera le quiere porque dice verdades como pu?os. Un escalofr¨ªo te recorre la nuca y te marchas con sigilo. Puedes hacerte de oro con la idea si evitas que nadie se te adelante. Se trata de contactar con Dale Carneggie y hacer un trabajo sobre C¨®mo hacer que le quiera a uno la clase obrera, editado en libro y casetes. Pides un mes de vacaciones para poner en pr¨¢ctica tus proyectos.
-Ni vacaciones ni nada -te replica indignado el redactor jefe-; t¨² sigues en pol¨ªtica porque todos se han ido a pasar las Navidades a casa.
Est¨¢s acostumbrado ya a la adversidad. Y sabes ver el lado bueno de las cosas. Quedarse tambi¨¦n significa acudir a la cena que el PSOE organiza con los periodistas. Te codeas con lo mejor de la profesi¨®n. En tu mesa se sientan miembros de la ejecutiva socialista, como Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall y Carmen Mestre, y aprovechas la circunstancia para utilizar f¨®rmulas tales como "nosotros, los redactores pol¨ªticos...". Llegas, incluso, a esbozar un atrevido an¨¢lisis sobre la pol¨ªtica del PSOE. Cuando lo rematas, esperas la respuesta de tus interlocutores. Maravall es quien se decide a dar la primera r¨¦plica:
-No est¨¢n buenos estos bu?uelos.
Carmen Mestre y Pedro Bofill, el organizador de la cena, entonan a coro el v¨²elveee a casa, vuelveee y te dejas llevar por los vapores del vino. Al menos te han regalado un bol¨ªgrafo.
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