Escritores, poetas y cr¨ªticos hablan de la verdadera herencia de Blas de Otero
La honda, dram¨¢tica y fr¨¢gil figura de un poeta muerto ha sido agredida. Blas de Otero descansa para siempre desde hace tres a?os, pero hay quienes est¨¢n removiendo sus despojos, con el pretexto de su humilde herencia material, sobre la que s¨®lo los jueces tienen palabra. Un turbio esc¨¢ndalo prefabricado perturba la memoria de un hombre que fue silencioso y emple¨® su elocuencia s¨®lo para ir, palabra a palabra, atesorando otra herencia que, esta si, hay que remover incesantemente, su herencia moral y po¨¦tica. Quienes le conocieron y amaron nos hablan de ella.
Detr¨¢s de todo gran poeta hay siempre un enigma. El de Blas de Otero es, parad¨®jicamente, un enigma a flor de piel: ?Qu¨¦ hac¨ªa un hombre enfermizo, ant¨ªtesis de la acci¨®n, de temperamento m¨ªstico y atormentado, en la brecha del antifranquismo?. "Era un hombre sometido a una tensi¨®n y a un rigor moral extremos", nos dice Gabriel Celaya. Sabina de la Cruz, la compa?era del poeta, habla de "c¨®mo desde la soledad, como siempre estuvo, solitario y atormentado, miraba hacia fuera, exp onia su verso y su vida en un juego peligroso, el de la paz y la libertad".Y sigue Celaya: "Pas¨¦ mucho tiempo, muchos d¨ªas, con ¨¦l; en San Sebasti¨¢n, sobre todo. M¨¢s que dos poetas ¨¦ramos dos hermanos. Como poeta y como hombre proced¨ªa de la angustia, tal vez de origen religioso, y desde ella desemboc¨® en la lucha activa de una manera natural, porque era libre como respiraba, uno de los hombres m¨¢s libres que he conocido. Uno se le imaginaba siempre viviendo en las nubes, en cont¨ªnuo descuido, sin sentido pr¨¢ctico, sin saber c¨®mo poner orden en sus cosas. Pero luego se le ve¨ªa en el exilio, inquieto, sorbiendo lo que ve¨ªa, de Francia a Checoslovaquia, de all¨ª a Rusia, China y Cuba, sin parar un momento. Era sorprendente".
Hab¨ªa nacido el poeta en Bilbao, en 1916, y fue en 1951 cuando viaj¨® a Par¨ªs. Tuvo que vender su biblioteca para pagarse el billete. All¨ª comenz¨® a militar en el PCE, que encarg¨® a Jorge Sempr¨²n el cuidado del poeta. "Pensaba Blas de Otero escribir un libro de poes¨ªa pol¨ªtica que significaba su ruptura con Espa?a", dice Jorge Sempr¨²n, "pero cuando la publicaci¨®n estaba ya a punto le entr¨® el p¨¢nico de la ruptura. Plante¨¦ a los dirigentes del partido que era mejor un poeta vivo en Espa?a, aunque publicando con dificultad sus versos, que un poeta de un ¨²nico y grande libro viviendo el dolor del exilio". Y volvi¨® a Espa?a.
Proced¨ªa de la angustia
Sigui¨® inmerso en la lucha pol¨ªtica, repartiendo su escasa energ¨ªa entre ella y otra lucha m¨¢s sorda contra sus enfermedades. Y un hombre destinado a vivir en las nubes, baj¨® fren¨¦ticamente a las contingencias a ras de suelo. "Sin embargo", dice Jose Hierro, el otro gran poeta de su generaci¨®n, "su poes¨ªa sobrevivi¨®, porque, como poeta, sab¨ªa, como Mallarm¨¦, que la poes¨ªa no se hace con ideas, sino con palabras; es decir, trasciende lo circunstancial y logra que sobreviva la poes¨ªa cuando los hechos que en ella se narran han dejado de ser actuales. Aunque tambi¨¦n lo que nos cuenta, no s¨®lo el c¨®mo nos lo cuenta, sigue siendo, en la mayor¨ªa de los casos, de dolorosa actualidad"."Proced¨ªa de la angustia", dice Celaya, que le conoci¨® bien. En 1942 public¨® su primer libro, C¨¢ntico espiritual. El eco de San Juan de la Cruz estaba all¨ª y segu¨ªa est¨¢ndolo en Angel fieramente humano, y ya era el a?o 1950. ?Dej¨® alguna vez de existir esa resonancia, incluso cuando Otero baj¨® a los abismos cotidianos?. "No, nunca", dice Jose Antonio Gabriel y Gal¨¢n, que le conoci¨® ya en la recta final de su vida. "Lo que va a quedar de Blas de Otero es su poes¨ªa total. Me explico: no hay ninguna incompatibilidad entre su poes¨ªa metaf¨ªsica y su poes¨ªa testimonial. Son la misma cosa. Y es que Blas de Otero es sobre todo un poeta l¨ªrico. La ¨¦pica y el compromiso quedan subordinados en ¨¦l a una visi¨®n l¨ªrica radical de la existencia. Indudablemente Otero lleva a fray Luis de Le¨®n en la sangre y ni siquiera sus versos m¨¢s comprometidos o coyunturales se olvidan de esta herencia".Fue Redoble de conciencia, en 1951, el punto de la encrucijada que llev¨® al poeta contemplativo hacia el poeta de combate de Pido la paz y la palabra, dirigido hacia esa inmensa mayor¨ªa que Blas de Otero acu?¨® frente a la inmensa minor¨ªa del poeta de la forma, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. ?Es que Blas de Otero menospreciaba los aspectos formales de la poes¨ªa? "No; todo lo contrario", dice Carlos Bouso?o, acad¨¦mico, poeta y cr¨ªtico. "La perspectiva de Blas de Otero como poeta es, junto con la de Jos¨¦ Hierro, la m¨¢s eminente de su generaci¨®n. Sus valores esenciales, desde el punto de vista est¨¦tico, no derivan de sus temas, sino que, al rev¨¦s, casi podr¨ªamos decir que se hallan como al margen y hasta en oposici¨®n de ellos: se trata, en lo esencial, de una gran capacidad de invenci¨®n lingu¨ªstica, de una poderosa energ¨ªa expresiva, de que da muestras sobre todo en Ancia".
El poeta entra con este libro en la plenitud. Jos¨¦ Luis Cano, poeta y uno de los grandes analistas de la poes¨ªa espa?ola contempor¨¢nea, nos habla de esta plenitud. "Pienso que Blas de Otero es uno de los tres o cuatro grandes poetas que surgieron en la posguerra. La evoluci¨®n de su obra desde la aventra existencial a la poes¨ªa comprometida no supuso nunca un descenso en la calidad de su verso. Al contrario, Otero supo unir el compromiso con la m¨¢s alta calidad l¨ªrica y enriquecer un proceso de depu raci¨®n formal, de acendramiento en la exigencia y el rigor de la palabra po¨¦tica, que ¨¦l estimaba imprescindible. Otero es uno de los mejores sonetistas de nuestro siglo y supo hacer compatible la herencia cl¨¢sica con la aventura informalista."
Esta es la aut¨¦ntica herencia del poeta, muerto en 1979.
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