Juan Pedro Gal¨¢n, el ni?o torero jerezano de 10 a?os, paseado a hombros en la plaza de M¨¦xico
Juan Pedro Gal¨¢n es un caso ¨²nico en la historia del toreo. Esteni?o jerezano se ha vestido de luces dos tardes en la Monumental de M¨¦xico y ha metido m¨¢s de 40.000 espectadores en los tendidos. El p¨²blico lo pase¨® a hombros. La cr¨ªtica vio en ¨¦l cualidades fuera de lo com¨²n. Su padre ha apalabrado ya veinte novilladas, "cobrando como el que m¨¢s". La primera, este domingo en Villahermosa, la capital del petr¨®leo mexicano. El ni?o cumpli¨® diez a?os el pasado mes de septiembre.
El ni?o torero se vino a M¨¦xico hace cuarenta d¨ªas, en parte porque se hab¨ªa terminado la temporada espa?ola, en parte tambi¨¦n porque su edad empezaba a plantearle problemas a la hora de vestirse de luces. "S¨®lo puso una condici¨®n para venir", dice su padre, Juan Gal¨¢n, "que la presentaci¨®n ten¨ªa que ser en la Monumental".Y as¨ª fue. Vino, tore¨® y triunf¨®. Cort¨® una oreja y lo sacaron a hombros. Dicen que por su segunda becerrada, en El Puerto de Santa Mar¨ªa, cobr¨® 750.000 pesetas. A, la vista del gancho que tiene en taquilla, es m¨¢s que probable que sus honorarios ya hayan subido para estas fechas. Su padre y administrador prefiere no hablar de cifras. Se limita a decir que "cobra siempre y cobra como el que m¨¢s".
La historia de Juan Pedro es sorprendente, como su ¨¦xito. Nacido en Jerez, el 15 de septiembre de 1971, nunca hab¨ªa demostrado ninguna afici¨®n taurina, hasta que en el verano de 1980 le pidi¨® a su padre que le regalase un capote y una muleta como premio por haber aprobado el curso. "Pens¨® que estaba loco", dice el ni?o, "pero a fuerza de darle la lata consegu¨ª convencerle".
"Cre¨ªa que se trataba de un capricho", cuenta su padre, "pero como no quer¨ªa cambiarlo por nada, pues no me qued¨® m¨¢s remedio que comprar lo que ped¨ªa. Cuando le vi coger la muleta me di cuenta de que sab¨ªa torear".
"No hab¨ªa visto una corrida, ni siquiera por televisi¨®n", a?ade el padre, "pero ¨¦l sab¨ªa c¨®mo coger una muleta y qu¨¦ hacer con ella. Todav¨ªa hoy no acierto a explic¨¢rmelo, porque en la familia no hab¨ªa ning¨²n antecedente taurino y yo s¨®lo era un aficionado de tendido".
"Aprend¨ª solo", dice el ni?o torero. "Me entrenaba en el lavadero de mi casa. Sin que nadie me dijera nada yo me imaginaba lo que hab¨ªa que hacer delante de un toro".
Seg¨²n su padre, el ni?o fue otro desde que tuvo una muleta en sus manos. "Hasta mejor¨® en el colegio". Al principio no quer¨ªan que fuera torero y hasta le prohibieron que viera corridas por televisi¨®n. "Pero su obsesi¨®n era tal que no pudimos pararle". Lidi¨® algunas becerras en el campo y Televisi¨®n Espa?ola le film¨® a puerta cerrada en Alcal¨¢ de Guadaira, para el programa Revista de toros. Su propio padre le mont¨® el deb¨², el 8 de julio del a?o pasado, en Sanl¨²car de Barrameda.
"Al principio, es l¨®gico, sufr¨ªa mucho", confiesa Juan Gal¨¢n, pero en seguida me di cuenta de que el ni?o era un profesional en la plaza y que el ¨²nico riesgo que corr¨ªa era el de un accidente, igual que al cruzar una calle. Tampoco le echamos toros. Son becerros de un a?o o a?o y medio, con un peso de unos 220 kilos".
En su deb¨² cort¨® cuatro orejas y un rabo
En su deb¨², de azul pavo real y oro, un traje de luces que le cost¨® a su padre 85.000 pesetas, cort¨® cuatro orejas y un rabo. "Nunca antes hab¨ªa visto una corrida", dice el ni?o. Se llen¨® la plaza y el empresario le firm¨® tres becerradas m¨¢s. El verano pasado se visti¨® de luces catorce tardes, siempre a plaza llena, por toda Andaluc¨ªa. Sus trofeos: 37 orejas, once rabos y una pata. Los recita de corrido.Con cinco trajes de luces, seis capotes, ocho muletas, el juego completo de estoques, sus libros de quinto de primaria, unos pocos juguetes y los trabajos programados por sus profesores del colegio Guadalete, del Opus Dei, el ni?o torero empez¨® en diciembre su aventura mexicana. Le acompa?aban en la jira su padre y su banderillero, Pedro Clavijo.
El maestro entrena todas las ma?anas con su banderillero en el bosque de Chapultepec y por las tardes vuelve a ser el ni?o que tiene que aprender sus lecciones. M¨¢s all¨¢ de los toros, le gusta montar a caballo, nadar, ver pel¨ªculas de dibujos animados, jugar con pistolas o ponerse unos guantes de boxeo.
S¨®lo cuando se habla de lidia parece salirle de dentro una voz antigua. Y como un torero experimentado dice de una tacada frases de este tenor: "Todo el que se pone delante de un toro merece mis respetos". "Hay que tener cabeza, valor y arte". "Despu¨¦s de los primeros capotazos ya s¨¦ la faena que tengo que hacer". Y los cr¨ªticos dicen que es verdad, que ya lo demostr¨® con su primer toro mexicano, que ten¨ªa querencia hacia las tablas y al que el ni?o sac¨® a los medios. ?Por qu¨¦?: "Porque las tablas eran su terreno y dominaba ¨¦l, pero en los medios dominaba yo". Una explicaci¨®n que firmar¨ªa cualquier matador de toros experimentado.
Cuando se le pregunta a Juan Pedro que quiere ser de mayor contesta sin vacilaciones: "Torero y veterinario". Para estar siempre cerca de los toros.
Aunque le gusta M¨¦xico ("es muy grande"), prefiere su casa de Jerez. "Pero como quiero ser figura del toreo", explica con aplomo, "pues tengo que estar aqu¨ª". Las Navidades las pas¨® en casa de amigos mexicanos. "Ech¨¦ mucho de menos a mi madre". El pr¨®ximo mes, su madre vendr¨¢ a M¨¦xico para que el padre pueda atender por unos d¨ªas, en Jerez, sus peque?os negocios de construcci¨®n y hosteler¨ªa.
Nadie sabe cu¨¢l ser¨¢ el futuro de este ni?o prodigio del toreo ("lo que da el toro, tambi¨¦n el toro lo puede quitar", dice un amigo), pero de momento sus apoderados, el doctor Gaona y Jes¨²s Gil, ya le han conseguido veinte novilladas con honorarios de figura.
"Mi mayor satisfacci¨®n", confiesa su padre, "ser¨ªa que me dijera un d¨ªa que ya no quiere torear m¨¢s y que quiere volver al colegio".
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