Los militares quieren para Turqu¨ªa un r¨¦gimen presidencialista con dos partidos politicos
Por tercera vez en los casi sesenta a?os de existencia de la Rep¨²blica de Turqu¨ªa, los militares, tras suspender el orden democr¨¢tico anuncian su intenci¨®n de devolver el poder a los civiles. Antes har¨¢n aprobar una Constituci¨®n hecha a su gusto y tratar¨¢n de sanear la econom¨ªa. Un enviado especial de EL PAIS informa sobre el nuevo r¨¦gimen que quieren crear los militares.
El sistema pol¨ªtico que los militares turcos pretenden dejar como herencia a los civiles, al devolverles el poder en una fecha cercana a 1984, se configura ya como una Rep¨²blica fuertemente presidencialista, con bipartidismo pol¨ªtico y en la que tanto los comunistas como los extremistas religiosos isl¨¢micos quedar¨¢n fuera de la legalidad.El general Kenan Evren anunci¨®, en su mensaje de A?o Nuevo las fases de esta transici¨®n y asegur¨® que, si no surgen imprevistos el pa¨ªs celebrar¨¢ elecciones generales en el oto?o de 1983. En caso de que las etapas anteriores se retrasen, y debido a la dureza del invierno en la mayor parte del pa¨ªs las elecciones se pospondr¨¢n hasta la primavera de 1984, a?adi¨®.
Una asamblea consultiva de 160 miembros fue designada por la Junta Militar el pasado mes de octubre, a modo de cuerpo legislativo, que tiene como misi¨®n principal la de redactar una nueva Constituci¨®n. Entre estos parlamentarios escogidos por la Junta Militar no figura ning¨²n pol¨ªtico del anterior r¨¦gimen. La mayor¨ªa son profesionales de ideas conservadoras aunque hay tambi¨¦n militares retirados, catedr¨¢ticos, un ex jefe de los servicios secretos y hasta un actor de ¨¦xito.
Tutela militar
El Consejo de Seguridad Nacional, formado inmediatamente despu¨¦s de triunfar el golpe de septiembre de 1980 y compuesto por los jefes de los tres Ej¨¦rcitos y de la Gendarmer¨ªa Nacional, actuar¨¢ en esta etapa como una especie de C¨¢mara alta o Senado, que puede modificar las leyes que le env¨ªe la asamblea, pero sin necesidad de devolverlas, una vez enmendadas, a la C¨¢mara baja. Todas estas medidas aseguran que la futura Constituci¨®n turca ser¨¢ exactamente la que quieran los militares.La Constituci¨®n ser¨¢ sometida a refer¨¦ndum y, sin duda alguna, aprobada a finales de este a?o, y la asamblea redactar¨¢, acto seguido, una nueva ley electoral que regular¨¢ la existencia de los partidos pol¨ªticos. La tendencia de la Junta Militar es hacia un sistema bipartidista, aunque quiz¨¢ se autoricen dos o tres peque?os partidos adem¨¢s de los dos principales. El sistema de representaci¨®n en la C¨¢mara y el funcionamiento de ¨¦sta se estructurar¨¢n de tal modo que sea imposible el filibusterismo y la inestabilidad parlamentarios.
Todos los indicios parecen apuntar a que los tradicionales grandes partidos turcos, el Republicano Popular (PRP, socialdem¨®crata) y el de la Justicia (conservador), que fueron disueltos en octubre, no volver¨¢n a reaparecer en la vida pol¨ªtica. El ex senador Metin Toker resta importancia a este aspecto y dice que, "en una democracia, los partidos no son nombres, sino tendencias. En Turqu¨ªa siempre ha habido y habr¨¢ esas dos tendencias, y eso no se puede cambiar".
'Democracia engalonada'
Tampoco est¨¢ claro todav¨ªa si la antigua clase pol¨ªtica podr¨¢ participar en esta democracia engalonada que prepara la Junta Militar. Si bien la idea inicial era de prohibir por completo la reaparici¨®n de los antiguos pol¨ªticos, parece que los militares se dan cuenta de lo peligroso que ser¨ªa crear partidos pol¨ªticos ineficaces, llenos de gente vac¨ªa, sin ning¨²n respaldo popular. La idea de crear un partido ¨²nico, de ideolog¨ªa kemalista, ha sido tambi¨¦n abandonada. Observadores diplom¨¢ticos occidentales piensan que posiblemente se creen dos nuevos partidos que correspondan, m¨¢s o menos exactamente, al PRP y al Partido de la Justicia, y que aprovechen la implantaci¨®n de ¨¦stos en el pa¨ªs.Pocos dudan de que el general Kenan Evren, de 63 a?os, se presentar¨¢ a las elecciones y ser¨¢ el pr¨®ximo presidente de la Rep¨²blica. Durante su primer a?o en el poder, Evren viaj¨® mucho a trav¨¦s de Turqu¨ªa y su estilo de hablar, directo y campechano, le ha granjeado una notoria popularidad. "Necesitamos un ¨¢rbitro que supervise durante unos a?os el funcionamiento del nuevo sistema democr¨¢tico, y qui¨¦n mejor que Evren", se oye decir con frecuencia en Ankara.
Adem¨¢s de limitar seriamente las libertades de huelga, manifestaci¨®n y expresi¨®n, la nueva Constituci¨®n turca prohibir¨¢ la existencia de los partidos comunistas y de las facciones religiosas fundamentalistas. La prohibici¨®n sobre los comunistas existe desde los tiempos de Atat¨¹rk y estaba en vigor antes del golpe de Estado.
El extremismo religioso es algo que preocupa especialmente a los militares turcos, encargados de conservar la herencia de Atat¨¹rk, que cre¨® el Estado laico, cambi¨® el alfabeto ¨¢rabe por el latino, prohibi¨® el fez, el chador y otras indumentarias musulmanas e intent¨® integrar a Turqu¨ªa en Europa, cortando todos los lazos con Oriente. La actividad de esos grupos extremistas isl¨¢micos ha aumentado mucho en Turqu¨ªa y, recientemente, una estad¨ªstica oficial indicaba que, de las 662 organizaciones clandestinas que se oponen al r¨¦gimen, 286 son de extrema izquierda; 109, de extrema derecha; 27 tienen car¨¢cter separatista, y las 240 restantes son grupos extremistas religiosos. Es decir, m¨¢s de un tercio del total.
Ley y orden
Todo este tr¨¢nsito hacia la democracia de nuevo cu?o que pretende construir la Junta Militar depende de dos factores esenciales, la normalizaci¨®n de la vida social, perturbada antes por la violencia pol¨ªtica, y la estabilidad de la econom¨ªa, que lleg¨® a una situaci¨®n l¨ªmite en 1980.La vida social se ha normalizado notablemente desde el golpe de Estado. El toque de queda ha sido levantado en algunas provincias y en la mayor¨ªa del pa¨ªs tiene una vigencia puramente te¨®rica, de dos a cinco de la madrugada. Las redadas de la polic¨ªa y el Ej¨¦rcito contin¨²an, especialmente, en los gecekondus o arrabales de Estambul y Ankara.
El comerciante del bazar cubierto de Estambul cuenta a quien quiera o¨ªrle c¨®mo antes la vida era imposible, porque el terror se adue?aba de las calles apenas oscurec¨ªa. "Ahora puedo salir con mi mujer y mis hijos tranquilo, a cualquier hora". La ley y el orden, asegura, traer¨¢n pronto una mejora econ¨®mica, y concluye con argumentos que suenan vagamente familiares: "Nosotros, los turcos, necesitamos mano dura, somos muy an¨¢rquicos".
Sin doctrina econ¨®mica
Junto a los millares de armas confiscadas -85.422 rifles y 704.060 pistolas y metralletas-, la propaganda del r¨¦gimen resalta en seguida los ¨¦xitos econ¨®micos: la inflaci¨®n ha descendido de casi un 120% antes del golpe, a un 40% escaso en 1981. Las exportaciones se han incrementado en el 50% y la deuda exterior ha disminuido. Hablan menos de la ca¨ªda en picado de la lira turca, que pas¨® de estar a 89 por cada d¨®lar, en diciembre de 1980, a la cotlzacl¨®n actual de 140 liras por d¨®lar. Tampoco hablan del desempleo, que los c¨¢lculos m¨¢s optimistas cifran en el 20% de la fuerza de trabajo.Los militares golpistas no trajeron ninguna doctrina econ¨®mica. Se limitaron a seguir el plan que ya hab¨ªa establecido el primer ministro derrocado, Demirel, en febrero de 1980. El autor de ese plan y aut¨¦ntico zar de la econom¨ªa turca era Turgut Ozal, el ministro de tconom¨ªa, que fue incorporado al Gobierno nombrado por los militares como vicepresidente.
Turgut Ozal, de 54 a?os, es un economista con experiencia en el Banco Mundial. Ha aplicado el programa monetarista hasta el extremo, abierto el pa¨ªs a las inversiones extranjeras y pedido la supervisi¨®n de su plan por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. "Es un caso de manual", comenta un diplom¨¢tico en Ankara. La paz social impuesta por los consejos de guerra, la prohibici¨®n de las actividades sindicales y la conculcaci¨®n del derecho de huelga ha hecho posible que el programa antiinflaci¨®n de Ozal haya podido llevarse a la pr¨¢ctica con notable ¨¦xito. El desempleo creciente, junto con una poblaci¨®n que aumenta un 2,5% cada a?o, son, sin embargo, amenazas potenciales a esa estabilidad tan necesaria para que cuaje el proyecto de democracia engalonada que quieren imponer los militares turcos en sustituci¨®n de la democracia a secas.
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