De Herodes a Pilatos o La Magdalena
El caso que se ha planteado en torno a la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo ilustra muy expresivamente las complicadas relaciones entre pol¨ªtica y cultura. M¨¢s a¨²n -seg¨²n el autor-, la pol¨¦mica sobre a qui¨¦n pertenece esa universidad permite conectar este caso con algunos impor tantes problemas que subyacen en el actual debate de la ley de Autonom¨ªa Universitaria.
La pol¨¦mica susc¨ªtada ¨²ltimamente entre el sector m¨¢s conservador de las fuerzas pol¨ªticas de Santander y la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo (UIMP) tiene, sin duda, una significaci¨®n mucho mayor de la que a primera vista parece presentar. Para quien sin ser de Santander, y a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n se limita a conocer los problemas regionales que trascienden a la opini¨®n p¨²blica nacional, no deja de ser sorprendente y extra?o que el Ayuntamiento y la Diputaci¨®n de Cantabria arremetan contra el equipo rector de una instituci¨®n que ha tenido, cuando menos, el m¨¦rito de convertir a Santander durante el est¨ªo en la capital cultural y pol¨ªtica espa?ola.Que la universidad debe ser independiente y libre del poder pol¨ªtico constituye un axioma que nadie se atrever¨ªa a discutir. Precisamente en nombre de esta libertad (base y principio de toda creaci¨®n intelectual) fueron muchos los universitarios espa?oles que elevaron su protesta a las concepciones totalitarias del franquismo y del m¨¢s inmediato posfranquismo. Pero enti¨¦ndase bien: no se trataba de que quienes protagonizaban la protesta fueran por ello los protagonistas de la politizaci¨®n de la vida acad¨¦mica. Lo que ocurr¨ªa era que la universidad como instituci¨®n, respondiendo,a las concepciones totalitarias del sistema, estaba politizada en su conjunto. Que la propia evoluci¨®n del r¨¦gimen y que los distintos equipos ministeriales del franquismo, con mayor o menor habilidad, pretendieran disimular esa politizaci¨®n, no quita para poder afirmar su incontestable realidad.
Precisamente ha sido la UIMP quien, aprovechando su peculiar estructura, ha ofrecido desde el punto de vista acad¨¦mico el mejor y m¨¢s espectacular ejemplo de transformaci¨®n en las falsas interpretaciones del franquismo sobre la politizaci¨®n universitaria. Respetando todas las ideolog¨ªas, y en nombre de la libertad y de la independencia del poder, en los dos ¨²ltimos cursos han participado en sus actividades profesores y alumnos de las m¨¢s dispares posiciones pol¨ªticas, unidos por el solo denominador com¨²n de la ciencia y el saber. En estas circunstancias, que uno de los experimentos m¨¢s felices de la incipiente democracia espa?ola se vea sometido a rid¨ªculos embates, pone de manifiesto la existencia de un peligro que no se puede ni se debe desconocer.
Frente a las intromisiones improcedentes del poder, la universidad espa?ola ha reclamado una obligada y necesaria autonom¨ªa. Ahora bien, lo que la pol¨¦mica en torno a la UIMP deja sobradamente en claro es que el problema no consiste en librarse de los poderes centrales para caer luego en la ¨®rbita de control de los poderes regionales o locales. No es cuesti¨®n de escapar de Herodes para caer en las manos de Pilatos. El dilema creado por el Ayuntamiento y la Diputaci¨®n de Santander no ofrece m¨¢s que la siguiente alternativa: o han operado por puras y escuetas razones pol¨ªticas, intentando abortar un experimento cultural que por sus connotaciones democr¨¢ticas les resultaba molesto, o han operado con criterios parroquiales y, a la postre, miopes y limitados, queriendo convertirse en ¨²nicos protagonistas.
En el momento en que a coro y sin discriminaci¨®n alguna se clama por la autonom¨ªa universitaria, acaso no est¨¦ de m¨¢s recordar que los mismos riesgos y avatares que hoy se presentan en la UIMP pueden acosar ma?ana al resto de las universidades espa?olas. Y si la autonom¨ªa a ultranza es un acicate contra las intromisiones del poder central, no se debe olvidar que puede convertirse tambi¨¦n en una peligrosa aventura que termine en los caprichos de pol¨ªticas aldeanas sin grandeza. La defensa de la libertad acad¨¦mica no se presenta lo mismo en un Estado totalitario que en un Estado democr¨¢tico. Ya grandes liberales, como Stuart Mili? y Tocqueville, comprendieron en la pasada centuria que el peligro de la libertad en el Estado democr¨¢tico proviene, ante todo, de la propia sociedad. Y por eso, la desestabilizaci¨®n que masivarnente se proclama vinculada a la defensa de la autonom¨ªa universitaria constituye una operaci¨®n torpe desde el punto de vista dernocr¨¢tico. y suicida -en una sociedad como la nuestra- desde el punto de vista universitario.
Ojal¨¢ que la actitud de las fuerzas progresistas de Santander, no queriendo participar y oponi¨¦ndose a un juego particularista y, a la postre, rid¨ªculo, sirva de ejemplo a todas las fuerzas pol¨ªticas del pa¨ªs a la hora de forjar con la LAU una universidad mejor que la que ahora, por desgracia, tenemos.
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