Armas nucleares, bases y compras de armamento, temas pendientes en la negociaci¨®n Espa?a-EE UU
El tema nuclear, la utilizaci¨®n de las bases y las compras de material militar son el meollo de las diferencias entre Madrid y Washington, cara al nuevo acuerdo. A tres meses exactos para el t¨¦rmino de la pr¨®rroga del actual Tratado de Amistad y Cooperaci¨®n Hispano-Norteamericano, el pr¨®ximo 21 de mayo, contin¨²a la nebulosa en torno a cu¨¢les ser¨¢n las normas que regir¨¢n para el futuro de las relaciones Espa?a-EE UU.
"Estamos acelerando la negociaci¨®n", dicen los medios diplom¨¢ticos, parafraseando el deseo expuesto conjuntamente en Madrid, entre los titulares respectivos de la pol¨ªtica exterior hispano-norteamericana, Jos¨¦ Pedro P¨¦rez-Llorea y Alexander Haig. Sin embargo, tres meses parece un escaso per¨ªodo de tiempo para resolver los litigios de fondo que persisten en la compleja renegociaci¨®n del tratado.Ante las dudas, el optimismo es de rigor. Todo se imbrica en el contexto de ingreso de Espa?a en la Organizaci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Norte (OTAN), cuya ratificaci¨®n parlamentaria por parte de EE UU, llegar¨¢, probablemente, en el curso de la pr¨®xima semana, a nivel de comit¨¦ de relaciones exteriores del Senado. Dos o tres semanas m¨¢s ser¨¢n necesarias para que lo corrabore el Senado norteamericano en pleno, sin problemas. El influyente senador John Tower, republicano por Tejas, anunci¨® el viernes en Madrid al presidente Calvo Sotelo, que e? tr¨¢mite se cubrir¨ªa antes de que finalizara el mes de marzo.
M¨¢s accidentado que el camino de ingreso en la OTAN es la redefinici¨®n de las futuras relaciones bilaterales de defensa entre Espa?a y EE UU. No ser¨ªa de extra?ar un pr¨®ximo viaje de P¨¦rez-Llorca a Washington, para dar los toques finales a la dif¨ªcil y larga negociaci¨®n, en la que tres puntos parecen a¨²n dividir las posturas entre Washington y Madrid.
Primero, la eventual ubicaci¨®n de armamento nuclear en territorio espa?ol; segundo, la utilizaci¨®n y el control de las bases militares, y tercero, el importante paquete de compras de material militar a EE UU, de acuerdo con el programa de modernizaci¨®n de las Fuerzas Armadas espa?olas. Todo ello acompa?ado de los puntos de vista, no siempre concordantes, entre diplom¨¢ticos y militares, o entre Ministerio de Asuntos Exteriores y Defensa, si se prefiere.
Un 'acuerdo para defensa'
Se trabaja intensamente a nivel de grupos de trabajo. El terreno est¨¢ despejado, a nivel de expertos, pero falta la decisi¨®n pol¨ªtica final. Una vez m¨¢s podr¨ªa llegar precipitadamente, a. ¨²ltima hora, condicionada por otros elementos que los puramente espec¨ªficos de un tratado de amistad y cooperaci¨®n, que, posiblemente, pasar¨¢ a denominarse Acuerdo para la Defensa. El tratado ya lo tendremos con la OTAN.
Desde septiembre pasado no se ha celebrado ninguna reuni¨®n plenaria entre los primeros responsables de la negociaci¨®n, el embajador de EE UU en Espa?a, Terence Todman, y el secretario de Estado, Gabriel Ma?ueco. Tampoco est¨¢ prevista a¨²n en el calendario negociador. ?Por qu¨¦? Posiblemente, porque los temas a dilucidar son de talla considerable y de alto contenido pol¨ªtico.
Por partes, la negociaci¨®n parece ser que se encuentra en el siguiente derrotero. Dentro del articulado del nuevo acuerdo, Washington desear¨ªa dejar una puerta abierta a la eventual instalaci¨®n de armas nucleares en Espa?a, lo cual es perfectamente l¨®gico dentro de una estrategia global de la OTAN, basada en la supremac¨ªa nuclear frente al armamento at¨®mico de los pa¨ªses del Este. Espa?a, por obvias razones de pol¨ªtica interior, quiere deshechar tal eventualidad, aunque podr¨ªan encontrarse cl¨¢usulas que permitieran concretarlo en circunstancias espec¨ªficas.
Estados Unidos quiere tambi¨¦n, al parecer, una mayor posibilidad de utilizaci¨®n de las bases militares instaladas en territorio espa?ol, en su deseo de cobertura de zonas de inter¨¦s com¨²n, otro punto conflictivo en el que Madrid y, Washington no estar¨ªan todav¨ªa de acuerdo. Espa?a intentar¨ªa dejar la hip¨®tesis de cobertura de zona de inter¨¦s com¨²n, limitado s¨®lo al marco de la OTAN, mientras que Estados Unidos desear¨ªa ir m¨¢s lejos, incluyendo la utilizaci¨®n para hipot¨¦ticas operaciones en Oriente Pr¨®ximo. A tal efecto, Haig viaj¨® a Rabat para potenciar las escalas entre EE UU y Oriente Pr¨®ximo, con posibles nuevas bases en Marruecos, que reforzar¨ªan las espa?olas o ser¨ªan menos sensibles, pol¨ªticamente hablando, para m¨²ltiples usos.
Siempre en relaci¨®n con las bases -eje del inter¨¦s capital para EE UU en el futuro acuerdo con Espa?a- tampoco estar¨ªan del todo perfiladas.
Las normas sobre un mayor control espa?ol del personal militar estadounidense en las bases o un incremento del suministro de productos de consumo espa?oles en las mismas.
La flexibilidad por parte de Espa?a, a aplicar en cada caso, seg¨²n las circunstancias, podr¨ªa ser la doctrina final que prevalezca en el cap¨ªtulo de utilizaci¨®n de las bases para llegar a un compromiso en el nuevo acuerdo. Una vez m¨¢s, junto con el cap¨ªtulo nuclear, es un problema pol¨ªtico de talla, que escapa a los laboriosos grupos de trabajo.
Compras de armas y cooperaci¨®n industrial
En un momento de euforia en EE UU para la venta de armas al exterior, con el ¨²nico problema de que los stocks est¨¢n pr¨¢cticamente agotados y las listas de espera muy largas, el nuevo Acuerdo para la Defensa entre Espa?a y EE UU ir¨ªa acompa?ado de un amplio paquete de compras de material militar estadounidense para las Fuerzas Armadas espa?olas. Aqu¨ª, la decisi¨®n es militar, sin que se sepa con precisi¨®n cu¨¢l ser¨¢ el potencial a modernizar (adem¨¢s de los aviones de caza F-16 o F-18), ni el impacto econ¨®mico del mismo.
Para compensar, el cap¨ªtulo de compras, entre los anexos al acuerdo estar¨ªa el de cooperaci¨®n industrial, con apertura de acceso para empresas espa?olas al mercado b¨¦lico norteamericano, creaci¨®n de sociedades mixtas, fabricaci¨®n o mantenimiento de material estadounidense, destinado en la zona europea, por parte de empresas espa?olas.
Dentro del contexto de Espa?a como miembro de la OTAN, se facilitar¨ªa igualmente la posibilidad de ofertar al Departamento de Defensa norteamericano productos espa?oles. Punto nada desde?able, teniento en cuenta que el presupuesto del Pent¨¢gono representa el 29% del gasto p¨²blico norteamericano, con unos 216.000 millones de d¨®lares para 1983, destinados a unas compras que van desde misiles (donde ser¨¢ dif¨ªcil ofertar), hasta zapatos para los soldados.
Otros anexos al articulado del acuerdo ir¨ªan destinados a la cooperaci¨®n cultural y tecnol¨®gica. Ambos cap¨ªtulos podr¨ªan refundirse en uno solo, incrementando el dedicado a cultura, sector en el que Espa?a recibi¨® doce millones de d¨®lares (unos 1.200 millones de pesetas) en el contexto del actual Tratado de Amistad y Cooperaci¨®n. En una ¨¦poca de ahorro en gasto federal y de ayuda al exterior en EE UU, Washington posiblemente no vaya mucho m¨¢s all¨¢ de la adaptaci¨®n de los doce millones de 1976 a similar cantidad cifrada en d¨®lares actuales. Lo cultural podr¨ªa, incluso, quedar totalmente al margen del Acuerdo para la Defensa, con compromisos simult¨¢neos entre organismos culturales espa?oles y fundaciones privadas estadounidenses, en aras de un mayor intercambio cultural privado entre ambos pa¨ªses.
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