Una obra maestra del retrato espa?ol
La donaci¨®n que acaba de realizar la Fundaci¨®n Amigos del Museo del Prado a nuestra principal pinacoteca del retrato de la condesa de Santovenia pintado por Eduardo Rosales no puede sino llenarnos de alborozo. Esta obra magistral, tambi¨¦n conocida por La ni?a en rosa, estuvo de hecho depositada temporalmente hace a?os en la colecci¨®n del entonces llamado Museo de Arte Moderno e, incomprensiblemente, se dej¨® escapar de las colecciones estatales, donde se encuentran algunas otras piezas maestras de Rosales, como El testamento de Isabel la Cat¨®lica, La muerte de Lucrecia o el c¨¦lebre desnudo de la Mujer al salir del ba?o.Eduardo Rosales (1836-1873), a pesar de su corta existencia -no lleg¨® a cumplir los 37 a?os-, es uno de nuestros pintores m¨¢s interesantes y notables del siglo XIX. Nacido en Madrid, de origen humilde y con una vida marcada por la enfermedad, Rosales dio muestras de talento y tenacidad conmovedoras. Estudi¨® en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde tuvo como maestros a Luis Ferrant y Federico de Madrazo. En 1857 se traslad¨® a Roma con Palmaroli y Alvarez, donde sobrevivi¨® con dificultades hasta que dos a?os despu¨¦s le fue concedida una pensi¨®n. No conoci¨® el triunfo hasta obtener sendas primeras medallas en las exposiciones nacionales de 1864 y 1871. En cualquier caso, no pudo saborearlo, ya que muri¨® en 1873, tras haber rechazado la direcci¨®n del Museo del Prado y no haber tenido la oportunidad de tomar posesi¨®n como director de la Academia Espa?ola de Bellas Artes de Roma.
Muy apreciacio por sus contempor¨¢neos, dentro de un clima de ciertas rivalidades, su muerte produjo una fuerte conmoci¨®n. Domingo Malpica, en su ensayo Del arte moderno, publicado en 1874, le sit¨²a ya como el mejor pintor espa?ol del siglo, tras Goya. Esta opini¨®n va a ser compartida por otros estudiosos de la pintura espa?ola del siglo XIX, y entre ellos, por el autorizado A. de Beruete y Moret, que le califica "como el m¨¢s nacional, personal y varonil de los pintores de la ¨¦poca". En 1936, a?o del centenario de su nacimiento, le dedic¨® una amplia monograf¨ªa Bernardino de Pantorba, tal y como ya lo hab¨ªa hecho once a?os antes Juan Chac¨®n y despu¨¦s de la guerra civil lo har¨¢n E Aguilera y Xavier de Salas.
La raz¨®n de este continuado inter¨¦s por su figura proviene, adem¨¢s del justo reconocimiento de sus extraordinarias cualidades de pintor, de la fama que alcanz¨® como preimpresionista, valoraci¨®n esta razonablemente discutida por Salas, que ve en Rosales un genial bocetista a la francesa, inspirado en Vel¨¢zquez y Van Dyck.
Personalmente, pienso que en esta misma l¨ªnea, de haber vivido m¨¢s, Rosales podr¨ªa haberse aproximado a la manera de Whistler, sobre todo en los elegantes retratos.
Una composici¨®n sint¨¦tica
El retrato de la condesa de Santovenia o La ni?a en rosa, que representa a Conchita Serrano, hija del duque de la Forre, es, sin duda, una de sus mejores obras finales.
Presentado a la Exposici¨®n Nacional de 1871, donde fue premiada la Muerte de Lucrecia, este cuadro es quiz¨¢ uno de los m¨¢s hermosos retratos del siglo XIX. La composici¨®n del mismo es prodigiosamente sint¨¦tica y equilibrada, y el color, un alarde soberbio de elegante fragancia, sobre todo por el contraste del rosa del vestido con el verde, el pardo, el siena, el azul, el gris, etc¨¦tera, del paisaje del fondo.
Con raz¨®n lo ha definido E. Lafuente Ferrari de la siguiente manera: "An¨¦cdota, semejanza, persona, clase social y ¨¦poca hist¨®rica, todo se desvanece aqu¨ª ante la suprema creaci¨®n del arte de Rosales en esta meta definitiva del retrato, lograda plenamente en el cuadro, que nos ofrece, pues, su m¨¢s v¨¢lida lecci¨®n anticontenutista como pura cumbre pict¨®rica, en la que la belleza del color, la gracia del arabesco y la identificaci¨®n con lo individual no han necesitado para alcanzar la suma belleza y para evadirse de los min¨²sculos ataderos de la realidad de ninguna idealizada o arbitraria deshumanizaci¨®n".
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