La guerrilla salvadore?a ataca simult¨¢neamente tres ciudades
La guerrilla atac¨® el lunes, simult¨¢neamente, tres de las ciudades m¨¢s importantes de El Salvador (Santa Ana, San Miguel y San Vicente), en tanto que el Ej¨¦rcito anunciaba anticipadamente, lo que constituye un hecho ins¨®lito en una guerra, el inicio de una operaci¨®n militar de gran envergadura en el departamento de Moraz¨¢n, adonde habr¨ªa desplazado a su brigada de elite Atiacatl, blindados, artiller¨ªa y aviaci¨®n.
El general Jaime Abdul Guti¨¦rrez, representante del Ej¨¦rcito en la Junta de Gobierno, admit¨ªa a media ma?ana que se estaba combatiendo "duro" en Moraz¨¢n. Para impedir el paso de los veh¨ªculos pesados de las fuerzas armadas, la guerrilla hab¨ªa dinamitado un puente y cruzado veh¨ªculos en varios puntos de la carretera que conduce desde San Francisco Gotera hacia la frontera de Honduras. Un helic¨®ptero ametrall¨® la zona para dispersar y alejar a posibles guerrilleros.A media ma?ana, el departamento de Prensa del Ej¨¦rcito informaba con una celeridad desacostumbrada que la guerrilla hab¨ªa sufrido ya doce bajas en los primeros combates registrados ese mismo da en Moraz¨¢n.
El FMLN (Frente Mart¨ª para la Liberaci¨®n Nacional) lanzaba a primera hora de la ma?ana ataques simult¨¢neos contra San Miguel (160.000 habitantes), Santa Ana (200.000) y San Vicente (65.000).
Algunos oficiales del Ej¨¦rcito estimaron que en San Miguel se habr¨ªan movilizado hasta quinientos guerrilleros, que cortaron los accesos a la ciudad y la mantuvieron pr¨¢cticamente aislada desde las cinco de la ma?ana hasta pasadas las diez.
Un artillero, que manejaba una ametralladora desde un helic¨®ptero, reconoci¨® que en ese tiempo hab¨ªa disparado m¨¢s de veinte cintas de balas, cada una de seiscientos disparos. Un periodista le pregunt¨® que si se tratar¨ªa de la munici¨®n empleada en el campo. "No, no", dijo. "Eso, s¨®lo en la ciudad".
Ocupaci¨®n
La guerrilla lleg¨® a tener ocupada una quinta parte de la ciudad, que es la tercera en poblaci¨®n de todo el pa¨ªs. El coronel que manda la guarnici¨®n local inform¨® que tres soldados hab¨ªan resultado muertos por treinta guerrilleros. Algunos vecinos llegaron a contar entre veinte y veinticinco cad¨¢veres de muchachos con uniforme verde olivo regados por distintos barrios de la ciudad. Finalmente, un periodista vio siete cuerpos uniformados (no del Ej¨¦rcito) y dos con ropas civiles. En la emisi¨®n de la tarde, Radio Venceremos, portavoz de los rebeldes, dec¨ªa que el FMLN se manten¨ªa en algunos suburbios de la ciudad.En San Vicente, el combate se inici¨® a eso de las seis de la ma?ana. Radio Venceremos, en su edici¨®n del domingo por la noche, hab¨ªa avisado a la poblaci¨®n civil que abandonase la ciudad.
La guerrilla introdujo en el pueblo, sobre todo en el sector oriental, a unos trescientos metros del cuartel, no menos de cincuenta hombres, mientras otras columnas atacaban los retenes militares instalados permanentemente en los puestos de acceso. Un soldado lo describi¨® as¨ª: "Estaba de guardia en el puente. Hablaba por radio con el cuartel, cuando ya tenia cien encima, disparando de todas partes".
Tal como se desarroll¨® la operaci¨®n, el objetivo de la guerrilla pareci¨® ser el de emboscar en el mismo pueblo a las fuerzas que salieran del cuartel en ayuda de los retenes atacados.
A¨²n era de noche, empezaban apenas a despuntar las primeras luces, cuando una se?ora de unos treinta a?os, que vive en el cruce entre la quinta calle Oriente y la Sexta Avenida, oy¨® que golpeaban la puerta. Su marido hab¨ªa salido a unos recados y estaba sola con un ni?o de cinco a?os. En camis¨®n se asom¨® a la ventana y vio a un joven con una mochila al hombro.
"Pens¨¦ que era un recadista que me enviaba mi marido. Le abr¨ª la puerta y me dijo que le dejase meter un compa. Entonces me di cuenta que era un guerrillero; me asom¨¦ y lo menos hab¨ªa cincuenta por la calle. Me dijo que me fuera a dormir, que no iba a pasarme nada".
Poco a poco la guerrilla fue ocupando todo un sector de la ciudad que se extiende desde el cementerio al matadero, en torno al santuario del Cristo negro de Esquipulas.
Los combates m¨¢s duros se registraron en la tercera calle Oriente, donde enormes montones de adoquines depositados para reparar la calzada sirvieron de trincheras improvisadas, a veces al Ej¨¦rcito, a veces a la guerrilla. Por las puertas asomaban fusiles Galil, G-3, M-16 y metralletas cortas Huzi. Desde los techos disparaban algunos francotiradores.
Pasado el mediod¨ªa, un guardia nacional apellidado Chopin ca¨ªa muerto en la tercera calle Oriente, con un disparo en la garganta. Una hora despu¨¦s, cincuenta metros m¨¢s abajo, el comandante de los patrulleros civiles Luis Escoto, apodado Canecha, iniciaba una salida suicida de su casa, mientras en la calle se cruzaban disparos. "Soy patrullero", gritaba, dirigi¨¦ndose al Ej¨¦rcito. Un tiro le atraves¨® la cabeza y abri¨® un boquete en la pared de su casa. Al menos ocho civiles resultaron heridos de bala en brazos y piernas.
El coronel Palma, comandante de la guarnici¨®n, informaba de dos muertos propios, otros dos de la guerrilla y dos civiles. Otras siete personas no combatientes ten¨ªan heridas de bala. Al menos un guerrillero fue evacuado.
En Santa Ana, m¨¢s que un ataque masivo a las zonas c¨¦ntricas, se registraron durante la ma?ana incursiones espor¨¢dicas para quemar un autob¨²s y dos comercios.
Esta simultaneidad de ataques revela una capacidad ofensiva inesperada por parte de la guerrilla, que obviamente trata de entorpecer el proceso electoral previsto para el pr¨®ximo 28 de marzo.
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