Presentaci¨®n en Bilbao del Houston Ballet, una de las compa?¨ªas m¨¢s prestigiosas de Am¨¦rica
El Houston Ballet, una de las compa?¨ªas de danza m¨¢s prestigiosas de Am¨¦rica, ha logrado un gran ¨¦xito en su presentaci¨®n en Bilbao, ¨²nica ciudad espa?ola en la que actuar¨¢ en esta su primera gira europea. La compa?¨ªa, dirigida por el ingl¨¦s Ben Stevenson, antiguo primer bailar¨ªn del Royal Ballet de Londres, est¨¢ integrada por un total de 38 artistas, que interpretaron ante un p¨²blico numeroso y expectante Dafnis y Cloe, con m¨²sica de Ravel; Cuatro ¨²ltimas canciones, de Strauss; Tres preludios, de Rachmaninof, El corsario, de Drigo; Don Quijote, de Leon Minkus, y, sobre todo, la escenificaci¨®n de la Giselle, de Gautier, con m¨²sica de Adolphe Adam y coreografia de Marius Petipa, Jean Coralli y Jules Penot.La compa?ia que dirige Ben Stevenson, fundada en 1955, obtuvo su primer ¨¦xito en 1967, precisamente con Giselle. Cinco a?os despu¨¦s se convirti¨® en una compa?¨ªa conocida en todo el territorio de Estados Unidos, realizando giras peri¨®dicas por ambas costas del continente. Desde que, en 1976, Stevenson se convirti¨® en director art¨ªstico, el Houston Ballet ha intentado compaginar un s¨®lido repertorio cl¨¢sico con montajes de coreograf¨ªa moderna y contempor¨¢nea. El a?o pasado la compa?¨ªa obtuvo un gran ¨¦xito en Pek¨ªn, ciudad que ya hab¨ªa visitado anteriormente Ben Stevenson, invitado por el Ministerio chino de Cultura, para organizar la escuela de coreograf¨ªa de la Rep¨²blica Popular.
En los ¨²ltimos cinco a?os, famosos core¨®grafos de todo el mundo han realizado montajes para el Houston: Rudi van Dantzig, en 1976-1977; Hans van Manen y Bany Moreland, en 1977-1978; Norman Walker, Richar Kuch y Hurek Lazowski, en 1980-1981, entre otros.
Las actuaciones del Houston en Bilbao, enmarcadas en un ambicioso programa cultural y con un presupuesto total por encima de los treinta millones de pesetas, ha sido posible gracias a la financiaci¨®n de una caja de ahorros local, que celebra este a?o su 752 aniversario.
Pero tan loable iniciativa no justifica la colocaci¨®n del anagrama de la entidad de ahorro en la parte del tel¨®n que queda a la vista tras el inicio de la representaci¨®n o el nombre completo de la misma, en euskera y castellano, en el borde mismo del escenario.
La presencia del mensaje publicitario resulta obsesiva para el incauto espectador, que aspira, por ejemplo, a embelesarse con el aprendizaje del rito del amor por parte de Dafnis y Cloe.
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