Ternura y algo de humor

Es Maurice Pialat un director que comenz¨® su trabajo cuando hab¨ªa abandonado ya los entusiasmos juveniles y observaba la vida desde una perspectiva relajada. Esa serenidad no le impidi¨® un cierto frescor narrativo que le hac¨ªa confundir con quienes en los a?os sesenta se ropon¨ªan la renovaci¨®n est¨¦tica del cine franc¨¦s. La infancia desnuda, su primer largometraje, asombr¨® en el Festival de Venecia de 1967; cuatro a?os m¨¢s tarde, No envejeceremos juntos despert¨® similares entuisiasmos en el de Cannes. El tema de la pareja, al que tan adicto es el cine franc¨¦s, era contemplado por Pialat con un rigor inusual, con un agudo conocimiento de las contradicciones, esperanzas e imposibilidades de la vida amorosa en com¨²n. El aplauso de la cr¨ªtica francesa le convirti¨® en autor reconocido.De nuevo es la pareja el tema que le importa, aunque en Loulou ha tratado de diferenciar los aspectos psicol¨®gicos de ambos amantes, de tal forma que no interese tanto su relaci¨®n en com¨²n como las motivaciones que les llevan a ponerla en marcha. Ella, debatida entre el placer que obtiene en sus relaciones ad¨²lteras y el confort del hogar qiie ha abandonado, es en cierto modo el compendio de otras muchas burguesas que el cine ha retratado: mujer joven, deseosa de experiencias, fuerte al principio, desorientada despu¨¦s. El, disimulando una debilidad que oculta para mantener la imagen de delincuente duro, amante eficaz y hombre de respuestas, se encuentra muchas veces perdido en un papel que le incomoda tanto como le fascina: no tiene otro para interpretar. Los dos son, pues, de alguna manera, la s¨ªntesis de numerosos persona:s similares, f¨¢cilmente identificables, por otra parte, en la vida cotidiana.

Pialat ha situado a sus personajes en el ambiente de ciertos marginados parisienses y ha elegido para narrarlos el estilo e un cine documental que inluso fuerza con c¨¢mara en mano, desenfoques continuos, con el cl¨ªmax de una pel¨ªcula de principiante. Sin embargo, su punto de vista sobre la marginaci¨®n no ha partido de un conocimiento profundo de los personajes que la pueblan. No ha podido eludir una bonhom¨ªa acartonada que, sin impedir la simpat¨ªa hacia los personajes, los evidencia en todos sus apriorismos literarios.

Los cl¨¢sicos franceses

El director se ha inspirado probablemente en viejos cl¨¢sicos franceses, donde esos mismos personajes se analizaban desde el sal¨®n a la hora del t¨¦, pero supon¨ªan un riesgo para in cine que no entend¨ªa entonces m¨¢s que de guapas y elegantes se?oras casadas. No son ya los mismos tiempos. Los propios marginados que Pialat retrata han inspirado pel¨ªculas donde la bonhom¨ªa no tiene cabida. El humor y la ternura presiden, en cambio, su exposici¨®n. La acidez s¨®lo es eventualmente insinuada.El talento de los actores supera las deficiencias del proyecto. Depardieu, la Huppert y Guy Marchand, en el papel de marido enga?ado, realizan espl¨¦ndidos trabajos, aportando un conocimiento de la realidad superior al que les permite el texto. Son, sin duda, m¨¢s j¨®venes que su director.