El extra?amiento y los ciudadanos extra?ados
EL EXTRA?AMIENTO es una figura hist¨®rica de destierro, del territorio del Estado encontrable en las antiguas n¨®minas del castigo penal en nuestros c¨®digos, pero que desapareci¨® desde la implantaci¨®n del r¨¦gimen democr¨¢tico. Sin embargo, al paso que vamos, a lo mejor es preciso reimplantarla dado el desarrollo de la causa contra los acusados de rebeli¨®n militar del 23-F. Extra?ad¨ªsimos estamos los espa?oles, por ejemplo, del pacto del cap¨®, suscrito, por lo que se ve, verbalmente en la noche del golpe fracasado y que ahora se quiere hacer valer ante el tribunal, no para procesar a todos los que tomaron el, Congreso por las armas, como parec¨ªa de rigor, sino para tratar de exculpar a algunos: los tenientes de la Guardia. Civil, por supuestos agravios comparativos respecto a los oficiales de igual graduaci¨®n de la Acorazada. En esto de los agravios parece que alguien no est¨¢ teniendo en cuenta que el honor y el sentimiento del pueblo espa?ol, salvajemente agredidos en la figura de sus representantes en Cortes, tambi¨¦n pueden sentirse agraviados ante la sensaci¨®n de que algo sigue sin funcionar en el juicio de Campamento. El pacto del cap¨®, pol¨ªticamente comprensible, en tanto que se trataba de liberar a unos rehenes secuestrados por el terror de las armas, es jur¨ªdicamente nulo, toda vez que fue hecho bajo coacci¨®n evidente. Esto lo entiende cualquiera. Por tanto, la insistencia en el tema por parte de abogados defensores y algunos testigos s¨®lo puede tener el inadmisible objetivo de que se acepte como fuente de derecho lo que s¨®lo fue fruto de la violencia. Aceptar el pacto del cap¨® ser¨ªa tanto como exculpar a los secuestradores del industrial Su?er por el simple hecho de que le dejaron en libertad despu¨¦s de pagar el rescate. Lo primero es liberar al reh¨¦n de la mejor de las maneras posibles. Lo segundo, perseguir, capturar y condenar a los culpables, y recuperar el rescate si es posible. Por lo dem¨¢s, ni se puede ni se debe hablar de capitulaci¨®n -evocando gestas b¨¦licas sublimes frente a la patochada infumable del Congreso- cuando no exist¨ªa un estado de guerra en este pa¨ªs, sino s¨®lo una vulneraci¨®n evidente y brutal de la legalidad.Este juicio, en el que ya a diario faltan tres o cuatro procesados, en el que el ¨²nico expulsado de la sala ha sido un periodista que no alborot¨®, cuando tantos otros han alborotado sin sanci¨®n visible, y del que a veces se desprende la duda metaf¨ªsica de si alguna vez existi¨® un intento de golpe de Estado en este pa¨ªs, y si la noche del 23 de febrero fue farsa o realidad, este juicio -decimos- empieza a ser motivo de extra?amiento general, al que s¨®lo el tedio de su duraci¨®n logra poner sordina. De las declaraciones de varios ministros del Gobierno se desprende la sensaci¨®n de que ha de ser el resultado de la vista lo que merezca o no la extra?eza final de la opini¨®n p¨²blica. Se nos permitir¨¢ al menos se?alar, sin incurrir en desacato, que nos ha parecido raro que se ponga en libertad provisional a un procesado en medio del desarrollo de la vista oral. Raro, decimos, por lo poco frecuente del suceso y porque, si es cierto que el acusado hab¨ªa cumplido gran parte de la pena que solicitaba el fiscal, de la medida parece desprenderse una presunci¨®n de que ¨¦ste no ha de cambiar sus conclusiones al final de la vista y despu¨¦s de la prueba testifical. La atipicidad de la jurisdicci¨®n especial militar no permite comparaciones posibles con aquellos procesados por delitos comunes que cumplen a veces prisi¨®n preventiva por mayor n¨²mero de tiempo del que son luego condenados. Pero todas estas cosas est¨¢n contribuyendo a dar un aspecto ex¨®tico al juicio de Campamento, muy poco conveniente para la imagen de la justicia en general y para el devenir pol¨ªtico espa?ol en particular. Y en este sentido no estar¨ªa de m¨¢s que el Consejo General de la Abogac¨ªa, tan generoso en sus declaraciones para con los defensores de esta causa, hiciera tambi¨¦n p¨²blico alg¨²n comunicado que despeje las dudas sobre cu¨¢les son los procedimientos y la imagen que de su profesi¨®n desean tener los abogados espa?oles, y si aqu¨¦llos y ¨¦sta coinciden con la que se despe?a -m¨¢s que desprenderse- de la actuaci¨®n de la mayor¨ªa de la defensa en la vista del 23F.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Guardia Civil
- 23-F
- Sentencias condenatorias
- Golpes estado
- Orden p¨²blico
- Ultraderecha
- Sentencias
- Seguridad ciudadana
- Fuerzas seguridad
- Sanciones
- Ideolog¨ªas
- Partidos pol¨ªticos
- Juicios
- Proceso judicial
- Justicia
- Transici¨®n espa?ola
- Transici¨®n democr¨¢tica
- Conflictos pol¨ªticos
- Historia contempor¨¢nea
- Historia
- Pol¨ªtica