"El oc¨¦ano Artico es el lugar m¨¢s pavoroso que he encontrado; m¨¢s hostil que el Ant¨¢rtico"
El s¨¢bado santo pasado, d¨ªa 10 de abril, a las 23.30 horas, tiempo del meridiano de Greenwich, se escuch¨® el zumbido de un avi¨®n comercial a gran altura sobre el eje geogr¨¢fico del Polo Norte. Sin duda el piloto, tras consultar sus instrumentos, comunic¨® el hecho al pasaje. Aquellos que aventuraron una mirada hacia abajo pudieron observar solamente una enorme alfombra blanca, al parecer tan lisa como una pista de hielo. En realidad se trataba de una ca¨®tica jungla de bloques de hielo, bastante parecida a una ciudad arrasada.
Mientras mont¨¢bamos la tienda, a 90 grados norte, 0 grados este, 0 grados oeste, escuch¨¦ el invisible aparato y pens¨¦ en sensaciones de comodidad y de calor 46 largos d¨ªas antes hab¨ªa dejado, acompa?ado por Charlie Burton, el l¨ªmite norte de la costa de Canad¨¢ para tratar de cruzar la superficie del oc¨¦ano Artico. Hab¨ªamos tenido tantas dificultades que era dif¨ªcil creer que hubi¨¦ramos alcanzado el Polo Norte. Era casi el punto medio de nuestra expedici¨®n, pero, lo que es m¨¢s importante, era el punto en el que est¨¢bamos seguros que nos encontr¨¢bamos a merced de una poderosa corriente ¨¢rtica llamada la corriente transpolar.Anteriormente nos hab¨ªamos enfrentado con la corriente giratoria Beaufort, que los llevaba hacia el Sur. Cualquier retraso, tal como el tiempo invertido en dormir, significaba que retroced¨ªamos lo que tanto nos hab¨ªa costado avanzar, debido a los efectos tipo noria. Pero desde el Polo podremos dirigirnos a lo largo (del meridiano de Greenwich sabiendo que, cuando el deshielo del verano rompa el hielo y haga el progreso imposible, podremos flotar en m¨¢s o menos la direcci¨®n correcta sobre el rocoso hielo en su inexorable viaje al mar de Groenlandia. Ahora es posible pensar en un final feliz para nuestro intento, que ya dura tres a?os, de un viaje circumpolar.
Encuentro el oc¨¦ano Artico el lugar m¨¢s pavoroso de todos los que he recorrido, y desde luego m¨¢s hostil que la Ant¨¢rtida. En 1981 completamos el recorrido m¨¢s largo de que se tiene conocimiento a trav¨¦s de ese continente y cruzamos zonas atravesadas por gigantescas grietas a 1.500 kil¨®metros de un lugar habitado. Y, sin embargo, nunca me sent¨ª inseguro durante largo tiempo. Despu¨¦s de todo, al final del d¨ªa, pon¨ªamos la tienda y dorm¨ªamos pl¨¢cidamente una vez que hab¨ªamos comprobado la nieve del suelo. Cuando viaj¨¢bamos, los cordajes de seguridad nos daban una sensaci¨®n de confianza incluso en las ¨¢reas m¨¢s dif¨ªciles.
Pero no sucede lo mismo en el oc¨¦ano Artico. Escribo esto a ochocientos kil¨®metros de la costa, acurrucado en una endeble tienda de siete kilos. No tenemos bote, ni chalecos salvavidas ni medios de flotaci¨®n. No tenemos nada que no sea absolutamente necesario para lo que debemos hacer de forma inmediata, que es salir de aqu¨ª lo m¨¢s deprisa que podamos con el menor peso posible como dictan las necesidades de seguridad.
El peligro de las v¨ªas de agua
Estimo que tenemos entre diez y catorce d¨ªas antes de que el sol de abril, que brilla durante las 24 horas del d¨ªa, empiece a romper el hielo. Desde entonces, en mayor o menor medida, las v¨ªas de agua nos dificultar¨¢n el progreso. Tendremos que viajar en zig-zag para tratar de encontrar lugares de cruce donde se toquen los t¨¦mpanos.Utilizaremos nuestro puente es calera Lyte de aluminio de 45 kilos de peso para atravesar grietas de hasta dos metros y medio de anchura. Con el rollo de ICI Netlon (un tipo de cable ligero) atravesaremos el hielo Nilas, que a veces no llega a un cent¨ªmetro de espesor, y cruzaremos a toda velocidad sobre las motos de nieve y los trineos, confiando en la velocidad. Cuando hacemos esto, nuestros trineos, cada uno con un peso de m¨¢s de trescientos kilos rompen invariablemente el hielo y se hunden varios cent¨ªmetros antes de que la inercia de las motos pueda arrastrarlos fuera. Es muy desagradable ver a Charlie cruzando el Nilas. Cuando yo lo hago resulta menos desagradable porque miro hacia delante, y no puedo ver lo que hace mi trineo.Si hay tormentas en los pr¨®ximos d¨ªas, el hielo se romper¨¢ antes pero con algo de suerte podremos conseguir durante la segunda mitad de abril dejar el Polo a quinientos kil¨®metros. De esta forma, en el mes de mayo nos encontraremos a 85 grados norte, y nos quedar¨¢n otros quinientos kil¨®metros de deriva hacia el sur. Con suerte realizaremos cinco kil¨®metros por d¨ªa, lo que nos llevar¨¢ al l¨ªmite helado al noroeste de Spitzbergen para mediados de agosto. Aunque las banquisas de hielo llegar¨¢n bastante hacia el sur, nuestro barco de investigaci¨®n, de 31 a?os de antig¨¹edad, el MV Benjamin Bowring (con su tripulaci¨®n formada por catorce voluntarios miembros de la expedici¨®n que nos llevaron Tam¨¦sis abajo desde Greenwich en 1979) tratar¨¢n de introducirse entre las banquisas y recogernos antes de que el t¨¦mpano que hayamos escogido se deshaga o resulte aplastado. El secreto de una flotaci¨®n segura estar¨¢ en la selecci¨®n de un t¨¦mpano mayor y m¨¢s s¨®lido que sus vecinos porque en el viaje hacia el sur, de posiblemente cien d¨ªas, solamente los mayores y m¨¢s s¨®lidos sobrevivir¨¢n. Cada a?o, una gran parte de los trece millones de kil¨®metros cuadrados de hielo del oc¨¦ano se vierten en el mar de Groenlandia por la ruta de la deriva. El viento y la corriente hacen estragos. Cuando un t¨¦mpano de cierto tama?o, lo que representa millones de toneladas en movimiento, choca aunque sea ligeramente, con t¨¦mpanos formados m¨¢s recientemente, y por tanto m¨¢s d¨¦biles, estos ¨²ltimos resultan rotos en m¨²ltiples trozos -como un espejo-. Estos trozos, bajo una mayor presi¨®n, pueden darse la vuelta y por tanto ofrecen poca seguridad para una tienda. El ruido del hielo en tensi¨®n es espectacular pero, para aquellos que viven y dependen de su estabilidad, resulta tremendamente aterrador, especialmente cuando se est¨¢ tratando de dormir.
Hace tres semanas, est¨¢bamos tomando una taza de caf¨¦ en un d¨ªa sin viento poco despu¨¦s de montar el campamento cuando una r¨¢faga, que sonaba como la que precede a una explosi¨®n, alcanz¨® nuestra tienda. En unos :segundos el hielo situado debajo de nosotros empez¨® a temblar violentamente, moviendo nuestros sacos de dormir. El caf¨¦ de Charlie se derram¨® y ambos nos precipitamos a bajar la cremallera de la tienda, temiendo que se hubiera producido una fractura debajo de nosotros. Miramos en todas direcciones y no se observaba ning¨²n movimiento. Ninguno de los dos pudimos dormir bien aquella noche. Hace diez minutos he dejado de escribir para llamar por radio a nuestra base.
Las noticias que me dio mi eposa, Ginny, que se encarga de ella, son malas. Nuestro avi¨®n, un Twin Otter para aterrizaje sobre hielo, propiedad del grupo de empresas Chubb con sede en Londres, sufri¨® un fallo en el motor durante un despegue, y pueden tardar siete d¨ªas en repararlo. Nosotros tenemos raciones para s¨®lo cuatro d¨ªas, y combustible para unos treinta kil¨®metros.
En cualquier momento, algo as¨ª puede hacernos parar y convertir en una broma cualquier tipo de programa. De ah¨ª nuestra satisfacci¨®n por haber superado el Polo y estar en una corriente que, aunque resulte retrasada, nos llevar¨¢ genosamente pero con seguridad hacia Inglaterra, siempre que pod¨ªamos sobrevivir a las poderosas fuerzas de la naturaleza cuando se ponga a actuar sobre la fina capa en la que nos encontramos.
?Cu¨¢les fueron mis pensamientos cuando llegamos al Polo Norte? ?Alivio? S¨ª. ?Euforia? No. La sensaci¨®n de inseguridad y aprensi¨®n que sent¨ªa no ha disminuido y me temo que permanezca conmigo hasta que escapemos de este lugar abandonado de la mano de Dios y pongamos pie en la firme cubierta de madera del Benjamin Bowring. Entonces dejar¨¦ escapar un largo, largo suspiro de alivio y prometer¨¦ que nunca ser¨¦ tan est¨²pido corno para aventurarme m¨¢s all¨¢ de ]las islas H¨¦bridas salvo en un avi¨®n Jumbo.
He tenido m¨¢s que bastante. Durante a?os he deseado viajar a lugares remotos y hostiles. Esta odisea de tres a?os ha dado cuenta con creces de mis deseos de aventura. En alg¨²n lugar al sur del Polo un equipo de noruegos que anunci¨® el a?o pasado su intenci¨®n de ganarnos en la carrera al Polo, se acerca lentamente a su objetivo.
Este texto fue escrito el 16 de abril, en una tienda de campa?a, a 32 grados cent¨ªgrados bajo cero.
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