La Casa Blanca insiste en que hay signos de recuperaci¨®n econ¨®mica
Mientras el presidente norteamericano, Ronald Reagan, celebraba el compromiso con el Senado (controlado por los republicanos), a prop¨®sito del presupuesto federal para 1983, el Departamento del Trabajo difund¨ªa una mala noticia para el inquilino de la Casa Blanca y su equipo econ¨®mico. El desempleo en EE UU subi¨® al 9,4% durante el pasado mes de abril, dejando a 10,3 millones de norteamericanos en el paro. Se trata del mayor ¨ªndice de desempleo vivido en EE UU desde la segunda guerra mundial."Esa mala noticia", dijo el portavoz de la Casa Blanca, Larry Speakes, "demuestra la necesidad de ir adelante en el programa econ¨®mico propuesto por el presidente". Poniendo buena cara ante el mal tiempo, la Casa Blanca repiti¨® que "tenemos signos de recuperaci¨®n econ¨®mica para esta primavera, que acabar¨¢n con la recesi¨®n".
Pero el espectacular incremento del paro (fue del 9% en marzo) facilita argumentos pol¨ªticos al Partido Dem¨®crata, hoy en la oposici¨®n, contra la estrategia econ¨®mica y social del presidente Reagan. Los dem¨®cratas critican duramente los recortes sociales del programa econ¨®mico propuesto por Reagan ante el Congreso y piden reducciones en el gasto militar, junto con el aumento de la presi¨®n fiscal. Convierten la coyuntura econ¨®mica en un arma electoral cara a las elecciones al Congreso del pr¨®ximo mes de noviembre.
Para remediar el impacto impopular del desempleo, la Administraci¨®n Reagan lanz¨® una vasta operaci¨®n de detenci¨®n y expulsi¨®n de emigrantes ilegales, calculados en unos cinco millones en EE UU, la mayor¨ªa de origen mexicano. Joe Salgado, funcionario del servicio de emigraci¨®n, dijo que hab¨ªan sido detenidos expulsados 5.440 emigrantes ilegales pero los detractores de tal pol¨ªtica, calificada de racista en algunos casos, alegan que ser¨¢n escasos los puestos de trabajo que se creen con tal sistema, porque los ilegales desempe?an, en general, labores duras y mal pagadas que no quieren hacer los norteamericanos.
Ronald Reagan, por otra parte, centra sus esfuerzos en lograr un compromiso para que el Congreso acepte su presupuesto para 1983. El Senado presento un plan, aceptado por la Casa Blanca, que sugiere la disminuci¨®n de 40.000 millones de d¨®lares en beneficios para la seguridad social, durante los pr¨®ximos tres a?os, a fin de limitar el d¨¦ficit del presupuesto a s¨®lo 106.000 millones de d¨®lares. Los dem¨®cratas denuncian la operaci¨®n y prometen oponerse al voto del presupuesto en la C¨¢mara de representantes, donde cuentan con mayor¨ªa, capitalizando, cara a las elecciones, el descontento de los jubilados con el de los desempleados.
El compromiso Senado-Casa Blanca incluye tambi¨¦n el incremento de los impuestos en 95.000 millones de d¨®lares durante los pr¨®ximos tres a?os, la reducci¨®n de 22.000 millones en el presupuesto para la defensa y la reducci¨®n de otros 319.000 millones en programas sociales.
Los medios econ¨®micos norteamericanos consideran vital el acuerdo en el presupuesto, con una reducci¨®n m¨¢xima del d¨¦ficit p¨²blico. Los inversores de Wall Street se mueven al ritmo de los compromisos pol¨ªticos Casa Blanca-Congreso, con oscilaciones err¨¢ticas en los ¨ªndices burs¨¢tiles. Consideran positiva la lucha contra la inflaci¨®n (cuya proyecci¨®n para 1983 es s¨®lo del 1%, mientras esperan que un control presupuestario contribuya a disminuir los tipos de inter¨¦s bancario (toda v¨ªa situados en la frontera del 16%) como claves econ¨®micas para reactivar la inversi¨®n y, por consiguiente, reducir el paro.
Sin embargo, el margen de maniobra de Reagan es escaso, ante la frontera electoral del pr¨®ximo oto?o para el Partido Republicano.
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