Las alianzas de los centristas con Fraga o PSOE decidir¨¢n el mapa pol¨ªtico de los pr¨®ximos a?os
Hace cinco a?os que, bajo la atenta mirada del manager Leopoldo Calvo Sotelo, los jefes de varias familias pol¨ªticas firmaron, en aquellos comienzos de mayo de 1.977, la constituci¨®n de Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico. Han transcurrido dos elecciones generales, cuatro elecciones regionales y unas elecciones municipales. En el marco pol¨ªtico, muchas cosas han ocurrido en el pa¨ªs desde que, en aquella votaci¨®n del 15 de junio de 1.977, UCD se alzaba con el poder. Ahora, un lustro despu¨¦s, UCD ofrece el espect¨¢culo, ¨²nico en Europa, de un partido gobernante a punto de estallar en pedazos.
En su todav¨ªa corta historia, UCD, un partido apresuradamente fabricado para ganar unas elecciones, no ha sabido encontrar la estabilidad. Prueba de ello es que, en estos momentos de profunda convulsi¨®n interna, los ide¨®logos centristas siguen buscando un modelo europeo quie imitar: ?la Alianza Democr¨¢tica portuguesa? ?La Democracia Cristiana italiana? ?la Nueva Mayor¨ªa francesa? ?O tal vez una confederaci¨®n de partidos burgueses, a la usanza de alg¨²n pa¨ªs n¨®rdico? La soluci¨®n, obviamente, no est¨¢ tomada. Existen muchas recetas para un partido enfermo y que, sin duda, no sobrevivir¨¢ en su concepci¨®n actual. De cu¨¢les sean estas recetas y de cu¨¢l sea la que, finalmente, se imponga, depender¨¢ en gran medida la configuraci¨®n del panorama pol¨ªtico espa?ol durante los pr¨®ximos a?os. Por ello, desde todos los partidos se contempla con respeto, y con cierta aprensi¨®n, el tremendo debate interno en UCD, un debate que no ha hecho sino comenzar.Acaso por primera vez en su historia, Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico hace un sincero ex¨¢men de conciencia. Tras haber perdido todas las elecciones que se han celebrado desde las generales de 1.979, el Gobierno de UCD se encuentra atrapado por unos ayuntamientos dominados por la izquierda; un Pa¨ªs Vasco de clara hegemon¨ªa nacionalista, una Catalu?a en manos de Convergencia i Uni¨®, una Galicia bajo la batuta de Fraga y, como corolario, una Andaluc¨ªa barrida por los socialistas. En este contexto, UCD entorna sus ojos tristes hacia las dos Castillas, Extremadura -con reparos-, Arag¨®n y las islas. Sus dirigentes no olvidan que Asturias est¨¢ gobernada por un socialista y que la participaci¨®n de un consejero comunista no asusta tanto a los votantes como ellos cre¨ªan: Andaluc¨ªa lo ha demostrado.
En Cantabr¨ªa, en Extremadura, en La Rioja, Navarra y el Pa¨ªs Valenciano las luchas intestinas han sido crueles. Esta es la segunda lecci¨®n que los votantes andaluces han dado a los pol¨ªticos: el electorado no perdona el constante forcejeo interno por el poder. En Murcia, centristas y socialistas empataron en las generales, pero de alli proviene uno de sus m¨¢s ¨ªnclitos tr¨¢nsfugas, Ricardo de la Cierva. No debi¨® dejar muy buen recuerdo en su tierra este ministro de Cultura, escritor, fasciculista, articulista y consumidor de caviar franc¨¦s, cuando ha pactado ya con Manuel Fraga el n¨²mero uno por la provincia de Toledo.
El s¨ªndrome del "n¨²mero tres"
As¨ª las cosas, UCD, tambi¨¦n por primera vez en su historia, se plantea la posibilidad, -m¨¢s bien la probabilidad- de renunciar al poder en 1.983 y pelear, con Alianza popular, por el segundo puesto nacional. Las escasas voces que dieron la se?al de alarma cuando se perdieron las primeras elecciones regionales, en el Pa¨ªs Vasco, apenas fueron escuchadas. La actual situaci¨®n no es sino el final de una decadencia que comenz¨® hace tres a?os, precipitada por las constantes fluctuaciones ideol¨®gicas internas y las descalificaciones mutuas de sus dirigentes.
En estos momentos, el partido en el Gobierno est¨¢ sumido en pleno "s¨ªndrome del n¨²mero tres". Ni los centristas m¨¢s proclives al optimismo piensan que el tercer puesto de las listas electorales est¨¢ asegurado. Los parlamentarios que ocupan esca?os centristas gracias a los n¨²meros tres o cuatro de las listas de 1.979 maquinan en sus cabezas pisar al anterior, cambiar de partido, o marcharse a su casa. Este proceso, al que los ucedistas no est¨¢n acostumbrados, puede tener consecuencias imprevisibles.
La abrumadora p¨¦rdida de las elecciones municipales de 1.979 advirti¨® a algunos centristas que algo empezaba a fallar en la base del electorado. Pero se mantuvo el triunfalismo: al fin y al cabo, es normal en toda Europa que la izquierda gane las elecciones locales. Pero, para entonces, hab¨ªa comenzado la sensaci¨®n de crisis interna en el partido, lo que se tradujo en el acoso al l¨ªder, Adolfo Su¨¢rez, a cargo de los llamados "barones" del partido.
Los "barones" eran, son, consustanciales con UCD. Fueron los "barones" -Joaqu¨ªn Garrigues, Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, Fernando Alvarez de Miranda- quienes, el mismo d¨ªa en que se constitu¨ªa el partido centrista, aquel 3 de mayo de 1977, estuvieron a punto de echarlo todo a rodar, al advertir, junto a sus firmas, las de alg¨²n ilustre desconocido y, desde luego, las de varios "azules". Fueron los "barones" los que, manteniendo y deshaciendo alianzas a ritmo vertiginoso, iniciaron el acoso y derribo de Su¨¢rez, desde la reuni¨®n de la "Casa de la Pradera" (septiembre de 1.980), hasta la definitiva dimisi¨®n del presidente, en enero de 1.981.
?Qui¨¦n ser¨¢ la bisagra del PSOE?
Hoy, el "mundo de los barones" se mantiene, pero, acaso, la pol¨ªtica de alianzas sea menos consistente que cuando funcionaba, a mediados del a?o 80, el eje Fernandez Ord¨®?ez -Joaqu¨ªn Garrigues. El primero abandon¨® la UCD hace algunos meses, alarmado ante la creciente derechizaci¨®n del partido. El hermano y sucesor pol¨ªtico del segundo, Antonio, ha visto frustrados sus intentos de aproximaci¨®n al ¨¢rea ucedista. Acaso ya nunca lo consiga. Pero, al margen de los nombres, las bander¨ªas familiares se mantienen, con retoques: han aparecido los leopoldistas, enfrentados a los suaristas. Y permanecen democristianos, liberales, socialdem¨®cratas del interior y "azules". De las superposiciones, contradicciones, alianzas y deserciones que cada uno de estos grupos y sus correspondientes subgrupos practiquen en las pr¨®ximas semanas depender¨¢ la futura configuraci¨®n del partido que sigue detentando el poder en Espa?a y, en consecuencia, el modelo pol¨ªtico que regir¨¢ el pa¨ªs.
En este punto, en el de las posibles alianzas para la legislatura que comenzar¨¢ en 1.983, reside la clave de todas las actuales actuaciones centristas. Hay dos premisas fundamentales a partir de los cuales giran todas las operaciones de los centristas: UCD ya no ser¨¢ la fuerza hegem¨®nica en el futuro inmediato del pa¨ªs, a pesar de que Calvo Sotelo reitere la "voluntad" de su partido de seguir si¨¦ndolo. Y a partir de aqu¨ª se trata de dar la respuesta m¨¢s irriportante de los pr¨®ximos meses: ?Con qui¨¦n gobernar¨¢ el PSOE?.
Los mismos socialistas saben que pueden alcanzar la mayor¨ªa absoluta, en cuyo caso no precisar¨ªan de bisagras centristas ni de inc¨®modos aliados comunistas, pero est¨¢n convencidos de que va a ser muy dif¨ªcil. Por lo tanto, necesitan alguien con quien aliarse, alguien que les garantice que la operaci¨®n "gran derecha" no va a ser posible, y alguien que tranquilice los recelos de los c¨ªrculos bancarios, empresariales, eclesi¨¢sticos y castrenses, los poderes f¨¢cticos, no del todo resignados a un gobierno socialista, a pesar de la moderaci¨®n de que hacen gala los antiguos marxistas.
Los comunistas no han dudado ni un momento: su "hombre" para la bisagra gobernante es Adolfo Su¨¢rez. Los socialistas mantienen una tesis muy similar, y as¨ª lo manifestaba Miguel Boyer al d¨ªa siguiente de las elecciones andaluzas, en un almuerzo pol¨ªtico. Los hombres de Acci¨®n Democr¨¢tica, liderados por Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, est¨¢n asimismo en esta operaci¨®n. El primer gran obst¨¢culo que se presenta es aclarar,en primer lugar, qui¨¦n lidera esta nueva "mayor¨ªa de progreso". En segundo lugar, c¨®mo se confeccionan las listas electorales: ?Con candidaturas exclusivamente socialistas, por un lado, y de centro-bisagra, por otro?. Y en este segundo supuesto, ?Qu¨¦ se hace con todos los ministros, subsecretarios y secretarios de Estado que hay en la actualidad?, ?En qu¨¦ puesto de la lista se incluyen para aparentar renovaci¨®n?. Y, el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa, ?C¨®mo se articula un gobierno en el que pueden sentarse Fern¨¢ndez Ordo?ez y Garc¨ªa D¨ªez, Fernando Abril y Alfonso Guerra, Felipe Gonz¨¢lez, Landelino Lavilla y Adolfo Su¨¢rez?.
El dilema de Calvo Sotelo
Se hace, por tanto, imprescindible conocer d¨®nde se sit¨²a actualmente cada una de las familias que integran la UCD. Una tarea que no siempre es f¨¢cil, dado el individualismo y la falta de disciplina que han caracterizado al militante-tipo ucedista.
Los modelos que actualmente se barajan para la futura UCD no parecen pasar, en ning¨²n caso, por el liderazgo de Leopoldo Calvo Sotelo, ni al frente del partido ni como ¨²nica figura en el cartel electoral con el que el partido, en el improbable caso de que no se rompa, concurrir¨ªa a las pr¨®ximas elecciones generales.
Algunos sectores del partido siguen barajando un posible entendimiento postelectoral con la Alianza Popular de Manuel Fraga. El propio Calvo Sotelo se ha manifestado, indirectamente, cercano.a esta f¨®rmula, que contar¨ªa con el asentimiento de una parte de los democristianos, pero que parece provocar el rechazo mayoritario de liberales, socialdem¨®cratas, "azules" y, desde luego, de los suaristas. No hay que olvidar que, tanto Calvo Sotelo como varios de sus ministros, estuvieron muy ligados a Fraga durante la etapa pol¨ªtica de FEDISA.
No resulta impensable, por tanto, que se produzcan algunasfugas hacia el partido de Fraga.
La segunda tesis, la ya mencionada de que una parte de UCD apueste por ser el partido bisagra que necesita el PSOE, podr¨ªa conseguir, en un plazo medio, un m¨¢ximo de cuarenta esca?os en las elecciones. En cualquier caso, estos hipot¨¦ticos cuarenta esca?os que aportar¨ªa la bisagra de centro progresista sumar¨ªan, junto con el PSOE, bastantes m¨¢s puestos parlamentarios que los que pudiera obtener la suma de la otra parte de UCD, derechizada y devaluada por la ausencia de un aut¨¦ntico l¨ªder como lo es Manuel Fraga, y los esca?os que aportar¨ªa Alianza Popular. En esta ¨²ltima opci¨®n no puede olvidarse una cuesti¨®n fundamental: ?Qui¨¦n ser¨ªa el l¨ªder de esta gran fuerza pol¨ªtica conservadora? ?Manuel Fraga o Leopoldo Calvo Sotelo?. Si los resultados de Andaluc¨ªa no hubieran sido tan desastrosos para el partido del Gobierno, y Manuel Fraga, por lo tanto, hubiera rebajado "los humos", es probable que la operaci¨®n gran derecha (o gran partido conservador), capitaneado por Calvo Sotelo, hubiera sido algo mas tangible que una mera hip¨®tesis de trabajo.
Resulta, a estas alturas, una inc¨®gnita conocer cu¨¢l ser¨¢ la postura definitiva de los liberales, una vez que parece descartarse la entrada en UCD de Antonio Garrigues. La eterna tentaci¨®n liberal de constituirse en partido aparte, con base en los clubes que dirige Garrigues, y que el pr¨®ximo d¨ªa nueve se pronunciar¨¢n al respecto, parece destinada a contar con escaso ¨¦xito electoral, pese a que esta posibilidad est¨¢ siendo barajada por este sector centrista.
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