Los Reyes compran libros en la Feria del Retiro
El Rey don Juan Carlos sugiri¨® la construcci¨®n de un gran centro cultural en Madrid en el transcurso de la detallada visita con que los Reyes inauguraron ayer oficialmente la Feria del Libro de Madrid. Era para la mayor parte de los presentes la primera vez que un jefe de Estado inauguraba una feria librera. El acto al que asistieron la ministra de Cultura, Soledad Becerril, y el alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galv¨¢n, fue sencillo y sin discursos.
La inauguraci¨®n oficial de la Feria del Libro comenz¨® con una actuaci¨®n de una banda municipal de gaitas y trompetas que interpret¨® en la cabecera de la feria el himno nacional y una serie de madrile?os chotis. Desde ese momento ya hab¨ªa en el aire un ambiente popular y simp¨¢tico. Despu¨¦s que el Rey cortara la cinta simb¨®lica, la comitiva se dividi¨® en dos grupos, precedidos ambos por una pareja de emplumados maceros del Ayuntamiento. De un lado, don Juan Carlos acompa?ado por el alcalde de Madrid y del presidente de la comisi¨®n de la Feria, Jes¨²s Garc¨ªa Bay¨®n. Por otro, do?a Soria, a la que guiaban la Ministra de Cultura y el director general del Libro.Son muchas las historias que se cuentan despu¨¦s de este paseo, que consigui¨® que los organizadores de esta feria exhibieran unas caras de satisfacci¨®n poco frecuentes. La primera historia es que los Reyes aprovecharon para comprar libros, aunque los expositores quer¨ªan a, toda costa regal¨¢reselos y les regalaron muchos.
El primer libro que compr¨® el Rey fue La historia interminable, de Michael Ende, publicada por Alfaguara. Lo adquiri¨® en una de las primeras casetas, instalada por una librer¨ªa. "Este", le dijo uno de sus acompa?antes, "va a ser uno de los libros de la feria". "No", dijo el Rey, "el libro de la Feria". Y se lo llev¨®. Cuando lleg¨® a la caseta de los editores de Ende le ofrecieron Momo, del mismo autor y tampoco se lo dej¨® regalar. "Luego os lo quitar¨ªan del sueldo", dijo don Juan Carlos al personal de la caseta. Y lo pag¨®. Por su parte, la reina Do?a Sof¨ªa tambi¨¦n hizo algunas compras, con iguales (o mayores) problemas a la hora de pagar. Do?a Sof¨ªa, entre otros, escogi¨® El jard¨ªn de los dioses, de Gerard Durrell, Recuerdos y olvidos, de Francisco Ayala y Teresa la santa y otros ensayos, de Am¨¦rico Castro.
Al Rey le gustan los ni?os. Extra?amente ayer hab¨ªa ni?os de distintas edades en todas las casetas. En la de Visor Libros hab¨ªa un beb¨¦ gordo y rubio que lloraba. "Tan peque?o y ya debe leer poes¨ªa", dijo el Rey. En otro momento, coment¨® al alcalde el estado digamos que viejo de las casetas. Y como el alcalde protest¨®: "Majestad, que no tenemos dinero", el Rey ech¨® mano al bolsillo y le dijo: "toma, toma diez duros".
Hacer un gran centro cultural
Entonces fue cuando el Rey, ya en serio, dijo que en Madrid hac¨ªa falta un gran centro cultural en el que pudieran celebrarse este tipo de acontecimientos. "Les estoy diciendo todo el tiempo al Gobierno que deber¨ªan proponer una cosa as¨ª".
El alcalde se comprometi¨® a que, en tanto no se construya, mejorar¨¢ y renovar¨¢ las casetas feriales. Casetas feriales que hoy estaban inusitadamente llenas: autores que firmaban, amigos de los autores que firmaban que quer¨ªan ver a los Reyes directamente, el personal en pleno, los grandes editores, los medianos editores, los libreros. Es decir, todo el mundo. Todos extra?amente contentos. Adem¨¢s, como dec¨ªan algunos de los organizadores, no llovi¨®, y la cifra de ventas del primer fin de semana de la feria es bastante alentadora: pasan los 36 millones de pesetas.
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