Doce verdades sobre el neoliberalismo econ¨®mico
1. Cuando se rechaza el neoliberalismo econ¨®mico y se defiende una planificaci¨®n de la actividad productiva y una correcci¨®n de las aberraciones del mercado no se trata de atacar a la iniciativa privada, sino que se busca impedir que unos sectores de ella resulten avasallados por otros y que sean v¨ªctimas de los peores abusos los privados de iniciativa (o sea los carentes de riquezas).2. No es admisible la especulaci¨®n o el agiotaje, ni siquiera con bienes o art¨ªculos considerados de lujo, pues ello provoca una especulaci¨®n comparativa con bienes de clase inferior e, incluso, de primera necesidad.
Si, por ejemplo, viviendas cuyo coste es x se venden, por estimarlas de lujo, en x multiplicado por cinco o por diez, las viviendas modestas ver¨¢n elevados tambi¨¦n sus precios de forma extraordinaria, que es exactamente lo que est¨¢ ocurriendo en Espa?a en estos ¨²ltimos a?os.
3. No suele recordarse, con la frecuencia que se debiera, que la primera cr¨ªtica de los beneficios especulativos originados por el r¨¦gimen liberal de mercado no la hizo Carlos Marx, sino aquel gran te¨®rico del capitalismo que fue John Stuart Mill, quien, en su obra Principios de Econom¨ªa, publicada en Londres en 1848, denuncia a quienes se enriquecen durante su sue?o con las plusval¨ªas de sus bienes.
4. Desde que Heisenberg formul¨® las relaciones de incertidumbre en la f¨ªsica; Einstein, la teor¨ªa de la relatividad y la curvatura del espacio, y los matem¨¢ticos tuvieron que hab¨¦rselas con los n¨²meros irracionales, sabemos bien que ni siquiera las llamadas ciencias exactas lo son... Y menos a¨²n lo es, como pretenden los economistas liberales, la econom¨ªa, que constituye siempre en todas partes el desarrollo y la aplicaci¨®n de unos determinados criterios previos, al servicio de unos intereses no menos aprior¨ªsticos.
5. A lo largo de su historia, a los hombres se les han ocurrido infinitas fabulaciones, como dec¨ªa Henri Bergson, pero, de todas ellas, la m¨¢s ajena a la realidad misma es la presunta ley de la oferta y la demanda, que no se cumple ni aun en la comercializaci¨®n de los art¨ªculos m¨¢s perecederos, ya que en el pret¨¦rito eran quemados o arrojados al mar, cuando a la oferta le conven¨ªa, y hoy ¨¦sta los retiene, transforma, exporta, destruye o acapara.
6. Los economistas liberales -sirviendo a los intereses de los que son vicarios- hablan tan s¨®lo de la creaci¨®n de riqueza y desde?an un valor a¨²n m¨¢s alto que ¨¦ste: la seguridad. Y es que, para quienes poseen un elevado patrimonio, tiene poca importancia la inseguridad en el trabajo o en la vivienda, pero es porque ellos est¨¢n a salvo de las zozobras que de tal inseguridad se derivan.
7. El neoliberalismo ha inventado c¨ªnicamente la peor y m¨¢s objetable forma de, intervenci¨®n (la pol¨ªtica monetarista, que restringe y encarece artificiosamente el cr¨¦dito), para acentuar y agravar los enormes desequilibrios y las profundas desigualdades que, ya de por s¨ª, origina la econom¨ªa pura de mercado.
8. Se considera que las cr¨ªticas m¨¢s solventes y cient¨ªficas que en los ¨²ltimos tiempos se han hecho al neoliberalismo y al monetarismo son las de Kenneth Galbraith (as¨ª su famoso art¨ªculo en el International Herald Tribune del 15 de octubre de 1980); pero tales cr¨ªticas no contienen sino apreciaciones del m¨¢s obvio y palmario sentido com¨²n, y la primera de todas, que el monetarismo no afecta a las grandes empresas que pueden autofinanciarse, pero perjudica y esclaviza en extremo a las que no se encuentran en tan privilegiadas condiciones.
9. La grave crisis socioecon¨®mica que hoy atraviesa el mundo (con decenas de millones de trabajadores en paro en los pa¨ªses de mayor desarrollo) fije desencadenada por algo tan t¨ªpicamente liberal como la gran maniobra especulativa con los precios del petr¨®leo.
10. M¨¢s a¨²n: en 1981 y 1982 los precios del petr¨®leo no s¨®lo no subieron, sino que incluso bajaron. Pero en Espa?a padecemos en 1982 una de las m¨¢s elevadas tasas de inflaci¨®n de las ¨²ltimas d¨¦cadas. La demanda se retrae, pero los precios no dejan de subir y el nivel de vida de los ciudadanos desciende continuamente, mientras que los beneficios de determinadas actividades son m¨¢s elevados que nunca.
11. Uno de nuestros m¨¢s conocidos -y enriquecidos- neoliberales tiene dicho y escrito que, as¨ª como la gran belleza y el genio o gran talento son, por ley natural, dones privilegiados de una minor¨ªa, tambi¨¦n lo debe ser el poder econ¨®mico... ?A confesi¨®n de parte!... Eso es, justo, lo que se persigue con el neoliberalismo: concentrar la c¨¦lebre libertad de elegir en manos de los econ¨®micamente m¨¢s fuertes.
12. Y, desde luego, Espa?a es el pa¨ªs en el que menos puede andarse predicando el liberalismo econ¨®mico a t¨ªtulo de maravillosa y prometedora novedad... La dureza con que ese sistema rigi¨® entre nosotros, desde mediados del siglo XIX, trajo, en el XX, las convulsiones, los tremendos antagonismos pol¨ªticos y de clases sociales Y la guerra civil, cuyas consecuencias estamos a¨²n lejos de haber superado por completo.
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