Espl¨¢, protagonista de la temporada
Fue una gran sorpresa. El Miura hab¨ªa lucido en varas, su espectacular poder y bravura, y lleg¨® a la muerte dotado de una embestida codiciosa y noble que s¨®lo podr¨ªa aprovechar en plenitud un torero con valor, arte y maestr¨ªa. Nadie, antes de aquel momento, habr¨ªa podido afirmar que ese torero se encontraba en la plaza, ni siquiera en la feria. Pero surgi¨® la sorpresa, pues hab¨ªa torero, valiente, artista y maestro. Ese torero era Luis Francisco Espl¨¢. Y cuaj¨® una faena de tan altas calidades que protagoniz¨® el momento cumbre de la temporada.Un toro bravo para un torero cabal. Espl¨¢, con esa naturalidad inherente a la m¨¢s acabada torer¨ªa que ¨²nicamente exhiben los maestros veteranos, adelantaba el enga?o, embeb¨ªa la embestida en los vuelos de la muleta, imprim¨ªa un temple exquisito, remataba para ligar y ligaba. Cada serie de muletazos, al natural o en redondo, ten¨ªa su medida -no m¨¢s de tres o cuatro-, y la cerraba mediante pases de pecho hondos, trincherillas, cambios de mano, molinetes. Se adorn¨® tambi¨¦n con sobriedad y gusto.
Toro con sentido
Cre¨® una faena hist¨®rica, que de producirse en Las Ventas o en la Maestranza habr¨ªa producido una conmoci¨®n de ampl¨ªsimas resonancias. El p¨²blico valenciano nos tememos que no le dio tanto valor, pues el m¨¦rito principal lo atribu¨ªa a la boyant¨ªa del Miura, y el entusiasmo que produjo se diluy¨® en cuanto Espl¨¢ empez¨® a emborronar su obra ejecutando sin decisi¨®n la suerte de matar.
En su otro Miura, que desarrollaba sentido, la gente se enfureci¨® con ¨¦l simplemente porque renunci¨® a poner banderillas, y la bronca adquiri¨® proporciones de esc¨¢ndalo may¨²sculo cuando evit¨® que a ese toro peligroso le diera pases un espont¨¢neo. Con esta actitud del tendido, absolutamente injustificada y en varios pasajes incivil, el coso valenciano qued¨® degradado a la categor¨ªa de plaza de talanqueras, a despecho de los esfuerzos que hacen para revalorizarla una afici¨®n y una cr¨ªtica local que son ejemplares en su entusiasmo y competencia.
La feria transcurri¨® con inter¨¦s, fundamentalmente porque mejor¨® la presentaci¨®n y condiciones de los toros con respecto a a?os anteriores. La miurada tuvo acusadas desigualdades, con algunas reses absolutamente inv¨¢lidas, aunque la redime la bravura del toro aludido. La corrida de Ram¨®n S¨¢nchez, muy en el tipo de la divisa -es decir, terciada-, sali¨® con casta, varios ejemplares tambi¨¦n bravura, y dio juego y emoci¨®n a la lidia. La de Cameno la rechazaron los veterinarios por falta de trap¨ªo, y en su lugar sali¨® un remiendo arbitrariamente distribuido, de forma que Anto?ete hubo de pechar con dos torazos, mientras al Ni?o de la Capea le favorec¨ªan con dos animalejos sin presencia e in¨²tiles.
Fracasaron rotundamente las figuras del abono -Nido de la Capea y Paquirri-; Anto?ete no pudo con los torazos; Ruiz Miguel y El Melenas cumplieron como valientes. Emilio Mu?oz le hizo una faena exquisita a un nobil¨ªsimo ejemplar de Ram¨®n S¨¢nchez. D¨¢maso Gonz¨¢lez volvi¨® a ser el ¨ªdolo de Valencia merced a su toreo inveros¨ªmil, ejecutado entre los pitones, el cual no se queda en alarde, sino que es dominador y somete a las reses m¨¢s agresivas. El Soro, que llevaba una feria mediocre, pues parec¨ªa fallarle el valor, recuper¨® su tir¨®n popular en la ¨²ltima corrida y lo celebraron con delirio sus paisanos, entre quienes renace la ilusi¨®n de que Valencia tiene una figura del toreo.
La muerte de Carriles
La muerte de Carriles, v¨ªctima de un infarto, conmovi¨® a la afici¨®n valenciana. Ocurri¨® durante la lidia del quinto toro de la corrida del jueves d¨ªa 29. Carriles llev¨® todo el peso de la brega, que era peligrosa y complicada. Lo hizo con entereza y excelentes facultades f¨ªsicas. Cuando D¨¢maso Gonz¨¢lez se dispon¨ªa a iniciar la faena de muleta, acerc¨® a punta de capote el toro al burladero del 9, y se refugi¨® en ¨¦l. Le dijo a su compa?ero Julio Gonz¨¢lez: "Hay que ver c¨®mo est¨¢ el toro; embiste como un tren". Gonz¨¢lez y el banderillero Palomo, que tambi¨¦n se encontraba en el burladero, asintieron. Seg¨²n ellos, Carriles ten¨ªa buen aspecto y no se le apreciaba ning¨²n s¨ªntoma de malestar. Unos segundos m¨¢s tarde dio un paso atr¨¢s y se desplom¨® en el callej¨®n. Cuando, apresuradamente, le recogieron, estaba amoratado. El banderillero Bonich¨®n y el periodista riojano Azofra fueron quienes le llevaron en brazos a la enfermer¨ªa, donde, al parecer, ya entr¨® sin vida.
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