"La hostilidad de sectores privilegiados es el precio a pagar por mi independencia como presidente"
Solo fuma Cohibas, ha ensanchado su despacho para pasearlo mejor, un busto romano con seriedad de piedra le mira de cerca desde la derecha, en el testero un cuadro de Laharrague, dos cuerpos de librer¨ªa flanquean su mesa de trabajo, tres lunas blindadas protegen sus balcones sobre la calle de Antonio Maura. Puntual viene en busca de los periodistas -rigurosamente filtrados por los servicios de seguridad- hasta la sala de espera. Da la mano con el codo a la altura del hombro, brazo perpendicular al costado, mientras el antebrazo describe un movimiento de comp¨¢s hacia arriba despu¨¦s que la mano ha engarzado la de su interlocutor captado ya por la sonrisa de su acogida inicial. Chaqueta azul, botonadura con el escudo nacional rodeado del Tois¨®n, pantal¨®n gris marengo, zapatos italianos negros, camisa en azul claro, corbata de seda con peque?as motas blancas distribuidas en ret¨ªcula. Dos carencias indumentarias le a?aden distinci¨®n: no hay alfiler ni pasador de corbata y muestra una clara aversi¨®n a esas camisas de cuello y pu?os blancos que tantos estragos vienen haciendo tambi¨¦n entre la mal llamada clase pol¨ªtica.Le acompa?a la inveterada costumbre del caf¨¦, de cuyo suministro en esta ocasi¨®n se ocupa diligentemente Gador. Habla con los decibelios contados, el tono quiere dar en el blanco de la credibilidad de quien le escucha. Sus palabras est¨¢n dichas con ardiente convicci¨®n, traducen un momento de compromiso ¨¦tico que empieza ahora a expresarse abiertamente. Empu?a el micr¨®fono del magnetof¨®n para repasar en vivo las respuestas previas al cuestionario escrito, muchas veces propensas al quiebro dial¨¦ctico y al escapismo cordial.
Pregunta. Cinco a?os en la presidencia del Gobierno y el regreso en ca¨ªda libre hasta el mismo bordillo de la acera describen una trayectoria ¨²nica para aprender sobre el ser humano y contrastar proclamas, adhesiones y oportunismos. ?No es ese bagaje una carga de lucidez demasiado pesada para emprender esta segunda salida a la pol¨ªtica activa? ?Es Adolfo Su¨¢rez ese pozo de rencor que algunos sugieren y otros temen?
Respuesta. Desde mi experiencia pol¨ªtica he juzgado siempre que era absolutamente imprescindible no introducir en la toma de decisiones pol¨ªticas factores personales, ni de amistad, ni de agravios recibidos. Creo que durante todos los a?os que he sido presidente del Gobierno he tenido eso muy presente. Y as¨ª, en gobiernos formados por m¨ª ha habido ministros que no ten¨ªan las m¨¢s m¨ªnima sinton¨ªa personal conmigo y que lo manifestaban incluso en actos p¨²blicos. Es evidente que las heridas personales que yo haya recibido en la vida pol¨ªtica enriquecen mi experiencia, aun cuando sean dolorosas; pero tambi¨¦n le aseguro que mi vuelta a la vida pol¨ªtica no tiene como norte, ni siquiera deja espacio a la vindicaci¨®n de ofensas personales. En un proyecto pol¨ªtico nuevo como el del CDS procurar¨¦ evitar que se produzcan situaciones similares a las de anteriores andaduras, que en definitiva reflejaban proyectos pol¨ªticos diferentes. Yo he llegado a pensar en muchas ocasiones que la mayor parte de las veces en que se produc¨ªan deslealtades, que ni siquiera las llego a calificar as¨ª, lo que escon d¨ªan debajo era defensa de posi ciones pol¨ªticas diferentes a las m¨ªas o defensa de intereses diferentes de los que yo cre¨ªa que hab¨ªa que defender. No vuelvo a la vida pol¨ªtica para vengarme de ofensas personales, en absoluto. Hay una buena muestra de personas que han sido muy agresivas conmigo frente a las cuales he pretendido mantener una relaci¨®n personal afectuosa. Lo que s¨ª tengo como experiencia es un mayor conocimiento del hombre, de sus posibilidades de comportamiento en la vida pol¨ªtica, y especialmente cuando se est¨¢ en el poder. El he cho mismo de que ahora nazca mos desde cero y desde fuera del poder hace que se neutralicen much¨ªsimos aspirantes a formar parte de CDS con un componente no ¨¦tico.
P. En su conferencia de Prensa del s¨¢bado 31 de julio usted afirm¨® ser consciente de la erosi¨®n de su figura pol¨ªtica. Parece un r¨¦cord, despu¨¦s de haber ocupado la presidencia del Gobierno, ser ahora casi un maldito para los sectores m¨¢s duros de los poderes f¨¢cticos. ?D¨®nde residen, a su juicio, las causas de esa hostilidad y cu¨¢les son sus l¨ªmites?
R. Las causas de la hostilidad por las que usted me pregunta han radicado en el cumplimiento de la promesa de devolver la soberan¨ªa al pueblo espa?ol, y en mi posici¨®n de absoluta independencia durante el tiempo que fu¨ª presidente. Yo he llevado hasta sus ¨²ltimos extremos, con los errores que haya podido cometer, la convicci¨®n absoluta de que la dignidad de la presidencia del Gobierno en un sistema democr¨¢tico comportaba, y mucho m¨¢s en una etapa de transici¨®n, primero, un respeto profundo a las dem¨¢s fuerzas y una colaboraci¨®n con ellas y, en segundo lugar, el mantenimiento del principio de autoridad y de independencia desde la, presidencia del Gobierno. He procurado ser dialogante con much¨ªsimos sectores econ¨®micos, pero no me he sometido nunca, y lo he dicho p¨²blicamente muchas veces, a los intereses que pudieran defender, en la medida en que yo consideraba que esos intereses no, eran justos.
'No he ejercido el poder de forma excluyente'
P. En el madrile?o barrio de la Estrella hace cuatro a?os una pintada dec¨ªa: "Franco estaba loco, se cre¨ªa Su¨¢rez". Se ha dicho que los pol¨ªticos espa?oles no tienen la percepci¨®n de sus l¨ªmites. En su cuenta personal se carga el error de haberse aferrado a una concepci¨®n patrimonial del poder con un horizonte de ejercicio ilimitado -107 a?os de victorias electorales de UCD, como usted gustaba decir-. Su¨¢rez, se dec¨ªa, se crey¨® Franco y Calvo Sotelo se crey¨® Su¨¢rez. ?Podr¨ªa sintetizar los errores que le haya permitido ident¨ªficar el repaso de su gesti¨®n p¨²blica?
R. F¨ªjese hasta qu¨¦ punto he tenido presente la conciencia de mis propios l¨ªmites que desde el primer instante he repartido los ¨¦xitos que se han conseguido en la etapa en que yo he tenido un protagonismo pol¨ªtico. No he sido exclusivista en la asignaci¨®n de los triunfos.
Entiendo, y lo he entendido siempre, que lo que est¨¢bamos haciendo ten¨ªa que ser el fruto del esfuerzo de todos, y que necesit¨¢bamos prestigiar a las fuerzas pol¨ªticas y a los l¨ªderes pol¨ªticos con independencia del juicio personal que nos pudieran merecer.
Se ha estado jugando a la imagen de que por encima de todo a m¨ª lo que me interesaba era permanecer en la Moncloa. Eso en buena medida qued¨® desvirtuado con mi propia dimisi¨®n, pero fue una de las cosas que m¨¢s,da?o hizo porque yo empec¨¦ a perder toda clase de credibilidad.
Y yo me encontraba en una situaci¨®n en la que ve¨ªa que me era imposible seguir gobernando porque no ten¨ªa posibilidad alguna de di¨¢logo con el resto de las fuerzas pol¨ªticas.
Sectores de la opini¨®n p¨²blica y de la vida social, con diferentes objetivos y con diferentes procedimientos, coincid¨ªan en que mi pre sencia al frente del Gobierno era muy negativa.
En relaci¨®n a mis errores, soy muy consciente de dos: uno de car¨¢cter ocasional, que fue el procedimiento empleado en el debate de investidura en marzo de 1979, que provoc¨® una irritaci¨®n innecesaria en los partidos de oposici¨®n y radicaliz¨® la vida pol¨ªtica en el comienzo de la legislatura; otro error permanente ha sido la carencia fluida y constante de comunicaci¨®n con la opini¨®n p¨²blica para explicar la tarea que realiz¨¢bamos, los problemas que exist¨ªan y las soluciones que quer¨ªamos poner en marcha. Yo he tenido una dificultad muy grave que ha sido uno de mis grandes errores: no establecer una comunicaci¨®n directa con los medios informativos y con todos los ciudadanos. Pero tambi¨¦n entend¨ªa en aquel momento que haberlo hecho hubiera implicado un excesivo protagonismo personal y que, vista la reacci¨®n de determinados sectores sociales, eso habr¨ªa sido negativo.
'Todos debemos colaborar para terminar lo que falta del edificio democr¨¢tico'
P. De usted se ha alabado la habilidad para desmontar el sistema anterior, el franquismo, pero se ha resaltado tambi¨¦n la incapacidad para concebir la alternativa democr¨¢tica que era precisa...
R. Tengo una gran confianza en m¨ª mismo. Por tanto, si ha sido v¨¢lida la gesti¨®n que he realizado en la que a m¨ª juici¨¢era la etapa m¨¢s dif¨ªcil de la transici¨®n pol¨ªtica espa?ola, desde, el a?o 1976 hasta que se elabor¨® la Constituci¨®n y se fueron cumpliendo casi m¨ªlim¨¦tricamente los anuncios que hice en la campa?a electoral de 1977, s¨ª eso es v¨¢lido, la acusaci¨®n de m¨ª invalidez habr¨¢ que buscarla en ese ambiente creado a partir de 1979, y de manera muy especial siguiendo los comportamientos personales que dentro de mi propio partido de entonces se dieron. Ah¨ª se pueden empezar a encontrar las claves de una gesti¨®n mucho m¨¢s dif¨ªcil cuando no exist¨ªa detr¨¢s un partido pol¨ªtico homog¨¦neo dispuesto a afrontar la siguiente etapa de la vida pol¨ªtica espa?ola. Mis dificultades fueron numerosas. He dicho muchas veces que soy un experto en gobiernos de coalici¨®n interna. Rechazo la afirmaci¨®n de haber sido una persona que despu¨¦s de la primera fase de la transici¨®n dejaba de ser v¨¢lida.
Se ha cre¨ªdo que los grandes objetivos nacionales ya estaban cubiertos y que ya se pod¨ªa entrar, con todas las consecuencias, en el juego democr¨¢tico de los temas concretos que afectan a la vida ciudadana. Creo que siguen existiendo grandes objetivos nacionales: consolidar la democracia, supremac¨ªa del poder civil, modificaci¨®n de las estructuras injustas, y que todo eso requiere y necesita la colaboraci¨®n de amplios sectores de la vida espa?ola y de un Gobierno parlamentariamente muy fuerte.
P. La literatura period¨ªstica y de los boletines confidenciales ha sido pr¨®diga en menciones a los negocios del bufete de abogados que usted abri¨® en la calle de Antonio Maura. Desde los usos norteamericanos, se ha querido exigir del ex presidente del Gobierno una estricta renuncia a toda actividad pol¨ªtica, y desde los antecedentes patricios de la restauraci¨®n canovista, se le ha querido reclamar una elegante abstenci¨®n del mundo profesional, en cuyo ejercicio se ha visto la posibilidad de incurrir en el tr¨¢fico de influencias. ?C¨®mo pueden influir o en qu¨¦ pueden perjudicarle para su nueva etapa pol¨ªtica las actividades del bufete, marcadores del Mundial-82 incluidos?
R. De hecho puede que me hayan perjudicado bastante. Lo que ocurre es que yo soy una persona que cuando ces¨¦ en la presidencia del Gobierno tuve que encontrar un modo de vida. No pod¨ªa vivir de rentas, ni de las retribuciones que me correspond¨ªan despu¨¦s por la jubilaci¨®n como ex ministro. Ya sabe usted que el ex presidente del Gobierno no tiene una pensi¨®n especial, sino la misma que los dem¨¢s miembros del Gabinete y por un per¨ªodo de tiempo de dos a?os. En una situaci¨®n como esa hice lo normal: ejercer la ¨²nica profesi¨®n que tengo, que es la de abogado. Mont¨¦ un bufete de abogados que se ha dedicado a la asesor¨ªa de empresas fundamentalmente en el ¨¢mbito internacional. La mayor parte de los asuntos que hemos tenido han sido en otras latitudes y no en Espa?a. Yo s¨¦ que se ha criticado mucho porque adem¨¢s se ha dicho que el bufete marchaba de forma enormemente brillante. En realidad ha ido muy bien, pero no en las cifras, ni en las cantidades, ni en los negocios en que supuestamente dicen que he estado inmerso. He le¨ªdo en la Prensa que yo estaba en los temas de las tragaperras y hemos dicho que no, pero ha circulado por ah¨ª. No he tenido ning¨²n contacto con cosas de ese tipo, pero constantemente se han estado lanzando intoxicaciones de ese calibre. Creo que ten¨ªa que hacer lo que era normal. Cuando tom¨¦ la decisi¨®n de montar un despacho profesional lo hice con unos compa?eros m¨ªos y someti¨¦ndome a la legislaci¨®n vigente, es decir, la de no abogar en los tribunales durante un tiempo determinado, que est¨¢ marcado, por haber sido presidente del Gobierno, y as¨ª lo he hecho.
'Son intolerables las amenazas de involuci¨®n para impedir la opci¨®n sociafistas'
P. ?Cu¨¢l ha sido la ¨²ltima raz¨®n de su vuelta a la escena pol¨ªtica para empezar casi como un francotirador, cuando tantos y con tan pesados argumentos -tambi¨¦n profesionales y familiares- le han aconsejado prorrogar alg¨²n tiempo su retirada en espera de acontecimientos y coyunturas m¨¢s favorables? ?Los vetos a que alude el manifiesto fundacional del CDS han sido decisivos para impulsarle a su regreso? ?Ha calculado la reacci¨®n que puede derivarse tambi¨¦n en el ¨¢rea personal?
R. Los vetos no son m¨¢s que s¨ªntomas de los problemas de fondo. A mi juicio, existen dos fundamentales. En primer lugar, la sensaci¨®n creciente de que existen intentos reales para coartar la supremac¨ªa del poder civil y, por tanto, en ¨²ltimo t¨¦rmino, para acabar con el principio fundamental de que la soberan¨ªa nacional reside en el pueblo espa?ol. Es notorio que existen personas que pretenden sustraernos la condici¨®n de ciudadanos libres, que con tanto esfuerzo nos hemos ganado, y devolvernos a la situaci¨®n de s¨²bditos.
En segundo lugar, existen intentos manifiestos de radicalizar el pa¨ªs y enfrentar a los espa?oles en dos bandos antag¨®nicos. Estos intentos se fomentan desde las posiciones m¨¢s conservadoras, como medio de evitar el temido triunfo socialista. Algunas personas adem¨¢s vierten veladas amenazas de involuci¨®n para imposibilitar esa opci¨®n. A m¨ª esa postura me parece, en cuanto a estrategia electoral, peligrosa y nociva para la convivencia espa?ola, y en cuanto al chantaje que se pretende ejercer sobre la libertad de voto, claramente intolerable.
En relaci¨®n al riesgo personal, es triste reconocerlo, pero tengo asumido que existe. Una de las razones que me mueven para volver a la pol¨ªtica activa es la de conseguir que en el menor plazo de tiempo posible no tenga sentido plantear una pregunta semejante en Espa?a.
P. ?Qu¨¦ sensaci¨®n experimenta al tomar la salida en el nuevo CDS, desde el que pretende ganarse un lugar en el centro, sabiendo que habr¨¢ de hacerlo en pugna inmediata y electoral, y, por consiguiente, tensa, frente a muchos de sus propios hombres, a los que usted lanz¨® a la vida pol¨ªtica, que fueron ¨ªntimos colaboradores suyos, y tambi¨¦n frente a su propio pasado en UCD?
R. Eso ha gravitado de manera importante en mi decisi¨®n. El 14 de noviembre del a?o pasado, cuando operaban a mi hijo del accidente de moto que hab¨ªa sufrido, hice una peque?a declaraci¨®n en la que, como consecuencia de la decisi¨®n de Leopoldo Calvo Sotelo de asumir la presidencia del partido UCD, yo dimit¨ªa como miembro del Comit¨¦ Ejecutivo y como miembro del Consejo Pol¨ªtico, y a?ad¨ªa tambi¨¦n: "Estoy pensando muy seriamente mi baja como militante del partido y lo decidir¨¦ en los pr¨®ximos d¨ªas". Desde entonces sent¨ªa la necesidad de causar baja en UCD porque entend¨ªa, quiz¨¢ equivocadamente, y sigo entendiendo que el proyecto pol¨ªtico de centro no se realizar¨ªa en toda su intensidad en una UCD en la que estaban todav¨ªa presentes tantos proyectos pol¨ªticos personales. La presencia de compa?eros para m¨ª muy queridos dentro de UCD hicieron que fuera retrasando mi decisi¨®n intentando hacer conciliable el proyecto pol¨ªtico de centro que quiero defender con las siglas de UCD. Lo he intentado hasta el final, y cuando he llegado a ratificar que eso no era posible, he optado por la salida. La salida me plantea muchos problemas, no s¨®lo los l¨®gicos que comporta la creaci¨®n de un partido pol¨ªtico, sino tambi¨¦n los humanos de estar en una formaci¨®n pol¨ªtica distinta de aquella en la que permanecen, unas personas que han colaborado mucho conmigo en estos ¨²ltimos a?os. Es verdad que es as¨ª. Yo pienso afrontar esa realidad desde el intento de evitar las descalificaciones personales. Lo he hecho con todas las fuerzas pol¨ªticas, no voy a dejar de hacerlo con UCD. Pero tambi¨¦n es verdad que si desde UCD se generalizase una campa?a de descalificaci¨®n m¨ªa responder¨¦ adecuadamente.
'En CDS emprendemos el camino electoral con voluntad mayoritaria'
P. Personalidades de UCD y del Gobierno han explicado, calculadora en mano, que la actual asignaci¨®n num¨¦rica de esca?os a las cincuenta circunscripciones electorales -veintinueve de las cuales tienen menos de seis- y la regla D'Hondt, conforme a la cual se aplican los resultados de las urnas, descartan la posibilidad de lograr actas de diputados por debajo del 15% de los sufragios. As¨ª se sumar¨ªan muchos votos ineficaces en cada una de las provincias sin que a nivel nacional se obtenga por ello compensaci¨®n alguna. En definitiva, su an¨¢lisis concluye que una opci¨®n como la del CDS puede, en la pr¨¢ctica, aportar, por ejemplo, menos diputados a una mayor¨ªa de progreso de los que probablemente vaya a restarle. ?Cu¨¢l es su opini¨®n en este punto?
R. Su pregunta parece dar por supuestos unos resultados menguados para el CDS y una decisi¨®n ya tomada en cuanto al uso a dar a esos resultados. Nosotros emprendemos el camino con voluntad mayoritaria. Pretendemos presentar listas bajo el nombre de CDS en todas las circunscripciones. Veo muy dificil la posibilidad de coaliciones reelectorales, pero, en definitiva, ser¨¢ el congreso constituyente quien tome una decisi¨®n. Lo que s¨ª considero necesario es que, despu¨¦s de las elecciones, se forme un Gobierno respaldado por una amplia mayor¨ªa parlamentaria. Si tenemos ¨¦xito en las urnas, invitaremos a otras fuerzas a sumarse a nuestro proyecto. Si no lo tenemos, estaremos dispuestos a colaborar con lealtad con el triunfador, tanto desde la oposici¨®n como a trav¨¦s de un pacto de legislatura e, incluso, en un Gobierno de coalici¨®n. Por supuesto, esta colaboraci¨®n siempre se prestar¨¢ desde el respeto a nuestras prioridades program¨¢ticas e ideol¨®gicas.
P. Las cr¨ªticas m¨¢s frecuentes al CDS en la Prensa de estos d¨ªas y las declaraciones del secretariado de UCD reiteran la ausencia de diferencias doctrinales importantes respecto del partido que abandona y, en consecuencia, reducen las razones para la nueva fundaci¨®n a una pugna irrelevante de personalismos, hastiante para el electorado, cada vez m¨¢s, perplejo ante estos movimientos. ?Qu¨¦ tiene que decir al respecto?
R. Tengo mis serias dudas de que UCD, con tantos proyectos personales dentro, sea capaz de dar la respuesta de un proyecto pol¨ªtico de centro. En nosotros existe esa voluntad pol¨ªtica. Existe la homogeneidad y el deseo de que el partido se consolide. Para m¨ª esa es una raz¨®n objetiva muy importante. Mi experiencia de muchos a?os me demuestra que en much¨ªsimas ocasiones UCD se ha quedado al final en una declaraci¨®n de buenas intenciones. En una pura coincidencia, en un determinado documento ideol¨®gico. Luego, despu¨¦s, en la realidad concreta, surgen tensiones muy fuertes porque existen proyectos pol¨ªticos personales.
Hubiera sido mucho m¨¢s personalista por mi parte quedarme en UCD en una posici¨®n de cierto protagonismo. Para m¨ª hubiera sido m¨¢s c¨®modo, y creo que hubiera tenido una mayor presencia p¨²blica qued¨¢ndome dentro de UCD. Creo que hacerlo iba en contra de mis m¨¢s profundas convicciones de que existe de verdad un proyecto pol¨ªtico de centro, que es absolutamente imprescindible en la vida pol¨ªtica espa?ola. Desde dentro de UCD eso no pod¨ªa hacerlo operativo. Deseo que lo pueda haber bajo la presidencia de Landelino Lavilla, pero sigo creyendo que no es posible.
'La filosof¨ªa de la transici¨®n exclu¨ªa las depuraciones'
P.?Cu¨¢l es, a su juicio, el centro de gravedad de los golpistas que atentan contra la democracia?
R. No es bueno hacer depuraciones y la propia filosof¨ªa de la transici¨®n pol¨ªtica espa?ola las ha eliminado. Pero no podemos olvidar que existen personas que, a mi juicio, no pueden ostentar unos puestos de gran responsabilidad cuando son claramente contrarios, al sistema democr¨¢tico, y lo han demostrado. No se puede marginar del ejercicio de la funci¨®n a nadie por su origen, pero no se puede primar a personas que notoriamente demuestren que no aceptan el sistema que los espa?oles se han dado a s¨ª mismos.
Creo sinceramente que los golpistas son pocos y dif¨ªciles de localizar. Lo m¨¢s peligroso es que puedan contar con la pasividad de parte de la sociedad. Por eso insisto en la necesidad de desarrollar una gran labor pedag¨®gica, en la que nos comprometamos todos los que defendemos la democracia. Creo que, en la defensa de las posiciones involucionistas, coinciden fundamentalmente dos sectores: aquellos que quieren conservar posiciones de privilegio y, por otro lado, aquellos que parten de posiciones ideol¨®gicas fuertemente dogm¨¢ticas e intolerantes y que no aceptan que por encima de la raz¨®n de la fuerza est¨¢ la raz¨®n de la voluntad popular y de la convivencia pac¨ªfica.
Nuestro manifiesto recalca la posici¨®n contraria a cualquier modificaci¨®n constitucional. Porque toda modificaci¨®n constitucional, sin extraer de nuestra Carta Magna todas sus enormes posibilidades, en el fondo puede encerrar un intento de involuci¨®n. La Constituci¨®n espa?ola permite un desarrollo espl¨¦ndido y puede ser una Constituci¨®n de largu¨ªsima vida. Todo intento de modificaci¨®n, so pretexto de una clarificaci¨®n, encierra una amenaza de limitar el ¨¢mbito de las libertades y el juego democr¨¢tico. Nuestra Constituci¨®n es de las m¨¢s modernas no s¨®lo por la fecha de su promulgaci¨®n, sino por su concepci¨®n, y encierra unas potencialidades inmejorables para su desarrollo. Pero hay gente para la que hacer realidad el principio de que la soberan¨ªa reside en el pueblo es inadmisible. Piensan que no puede valer lo mismo el voto de uno que el de otro. No asumen en toda su plenitud que Espa?a es una finca de 37 millones de espa?oles y no de 37 familias. As¨ª de sencillo. Esos se?ores tendr¨¢n que conformarse. Todos somos propietarios de ese solar que se llama Espa?a. Por igual.
P. Sin referencias personales, con la expresividad de los silencios, sus respuestas del d¨ªa 31 confirmaron una vez m¨¢s su distancia cr¨ªtica frente al presidente del Gobierno, Calvo Sotelo. ?Podr¨ªa explicar el porqu¨¦ de su decisi¨®n de proponerle como sucesor a la presidencia de Gobierno formulada aquel enero de 1981 ante el comit¨¦ ejecutivo de UCD, donde se ausentaron los cr¨ªticos y Landelino Lavilla se abstuvo?
R. Hay una cosa muy clara. Desde luego, era la persona que en las consultas previas que yo hice con diversas personalidades del partido gozaba de m¨¢s amplia aceptaci¨®n entre las familias. A mi juicio, no suscitaba entusiasmo, pero era el candidato que menos recelos levantaba en las formaciones pol¨ªticas de UCD. Lejos de nosotros entonces la posibilidad de que existiera un golpe. Si hubi¨¦ramos tenido la m¨¢s m¨ªnima sospecha de que el golpe pod¨ªa producirse, no se hubiera planteado la designaci¨®n de Leopoldo ni ninguna otra, porque entonces hubiera continuado yo de presidente de Gobierno sin la menor duda. Calvo Sotelo gozaba del m¨ªnimo de contestaci¨®n dentro de UCD, y tambi¨¦n, como se puso de manifiesto -y no hay m¨¢s que repasar la Prensa de aquellos d¨ªas-, de una ausencia de irritaci¨®n para la izquierda. Ten¨ªa aceptaci¨®n en los sectores econ¨®micos, con los que hab¨ªa que dialogar. Durante 1980 jug¨® la baza de un no protagonismo excesivo en el partido, con lo cual no despertaba desconfianzas importantes. Hizo aquella frase de que "entre Landelino y ¨¦l eleg¨ªa a Su¨¢rez", cosa que ahora se ha visto claramente que no era verdad. El afirm¨® entonces su disponibilidad, pero reiter¨® que en ning¨²n caso aceptar¨ªa la presidencia del partido. El transcurso de los meses demostr¨® que tampoco aquella era una decisi¨®n muy firme.
'La coalici¨®n electoral con UCD no est¨¢ en nuestro horizonte'
P. Se ha especulado con una recomposici¨®n del centro mediante una alianza en la que podr¨ªan estar presentes, junto a UCD, el nuevo CDS y el PAD de Fern¨¢ndez Ord¨®?ez...
R. Respecto del PAD, yo mantuve conversaciones con Luis Gonz¨¢lez Seara. Posteriormente, Javier Moscoso ha manifestado que no desean contactos con el CDS, y a eso me atengo por ahora. En cuanto a UCD, en principio no veo posible ese acuerdo. Se ha insinuado que en alguna circunscripci¨®n electoral podr¨ªamos ir juntos. No hay nada de esto planteado. Ni est¨¢ en el horizonte de nuestras intenciones. Queremos defender nuestro propio proyecto pol¨ªtico.
Los promotores del partido somos partidarios de concurrir a las elecciones con nuestras propias siglas. Creemos que tiene que irse definiendo en los pr¨®ximos a?os el espacio de centro de una manera m¨¢s n¨ªtida. Tambi¨¦n hemos dicho que hasta el congreso no determinaremos cu¨¢les son las posibles pol¨ªticas de alianzas. Primero, porque necesitamos un per¨ªodo de reflexi¨®n, y despu¨¦s, porque queremos saber qu¨¦ opinan las personas que se incorporen al partido. Hasta septiembre no nos vamos a definir. Queremos ir en solitario, pero estamos abiertos a la discusi¨®n que se produzca en el congreso.
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