Orejas por graciosa concesi¨®n del palco
En la plaza de Toledo las orejas se conceden por real capricho del se?or que ocupa el palco presidencial. Por propia confesi¨®n de uno de los presidentes, los trofeos no se dan por mayor¨ªa absoluta y s¨ª por mayor¨ªa simple. Pero con el vocablo "simple" hay que tener mucho cuidado porque lleva consigo alguna trampa sem¨¢ntica. Simple no s¨®lo quiere decir sencillo. Quiere decir tambi¨¦n bobo. Y no creemos que nadie haya querido llamar bobos a los cuatro espectadores que sacan el pa?uelo para limpiarse el sudor, aunque desde el palco se interprete que piden la oreja. Pudiera ser que los presidente creyeran de su propio peculio que los toreros merecen el trofeo, aunque la petici¨®n sea escasa. Pero resulta, que lo que ayer hicieron los espadas en Toledo s¨®lo merec¨ªa el premio de un piadoso silencio. Todas las faenas consistieron en movimientos mec¨¢nicos de muleta ante unos toros que, por su falta de fuerza, se quedaban en la mitad de las suertes. Y no hubo distinci¨®n de estilos.El Ni?o de la Capea, que mat¨® r¨¢pido y de sendas estocadas, no obtuvo ning¨²n trofeo, quiz¨¢ porque al presidente le caen mal los de Salamanca. Los otros dos espadas obtuvieron su orejta como premio a faenas absolutamente id¨¦nticas a las de Pedrito Moya. Faenas de derechazos de robots, naturales cogiendo la muleta por la punta del estoquillador, molinetes sin venir a cuento y abaniqueossin gracia. Pese a ello, orejitas a Nime?o y a Yiyo, y para el de la Capea, el castigo de la indiferencia.
Plaza de Toledo
21 de agosto.Cinco toros de La Quinta, chicos, muy flofos y sin clase y uno de Nu?ez Hermanos, en quinto lugar, terciado e inv¨¢lido. Ni?o de la Capea: silencio. Silencio. Nime?o II: oreja sin petici¨®n. Oreja protestada. Yiyo: oreja muy protestada. Palmas.
Por lo dem¨¢s, la corrida ha sido, en general, un espect¨¢culo completamente desmineralizado. Una corrida para pobres de esp¨ªritu y gafes de imaginaci¨®n. Algunos parec¨ªan divertirse con toros a los que no se les pod¨ªa picar porque se mor¨ªan y con simulacros de toreo, a pesar de que hab¨ªan soltado un buen mont¨®n de duros en taquilla. Y es que el masoquismo est¨¢ cada vez m¨¢s extendido entre los espectadores de la que, en otro tiempo fue conocido como la fiesta del arte y el valor y hoy lleva camino de ser la fiesta de la monoton¨ªa y la tortura a animalitos indefensos. Por eso, la plaza de Toledo, que antes registraba buenas entradas, ofrec¨ªa ayer un espect¨¢culo desolador ante lo escaso de su p¨²blico.
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