La bestia dormida
La bestia del sexo duerme agazapada hasta que la naturaleza exige su despertar: es un viejo mito del cine de terror que ha adquirido muy distintas formas. Dicen que la identificaci¨®n del sexo con un animal peligroso tiene su origen en la manzana del pecado ofrecida a Eva por la serpiente, pero se ha encarnado en bestias m¨¢s peligr¨®sas.King Kong y La bella y la bestia no son m¨¢s que las entregas m¨¢s famosas de unas transformaciones que no han dejado especie animal sin reflejar: reptiles, peces y felinos han alternado con otras turbadoras visiones del sexo (Dr¨¢cula y el doctor Jeckill son, sin duda, las m¨¢s desarrolladas). La represi¨®n del instinto foment¨® la imaginaci¨®n de los autores, empe?ados en considerar que su libertad sexual conduc¨ªa al peligro.
El beso de la pantera
Director: Paul Schrader. Gui¨®n: Alan Ormsby, sobre el libro de Dewitt Bodeen. Fotograf¨ªa: John Bailey. M¨²sica: Giorgio Moroder. Int¨¦rpretes: Nastassia Kinski, Malcolm McDowell, John Heard, Annette O'Toole. Norteamericana, 1982. Ficci¨®n. Locales de estreno: Fuencarral.
El beso de la pantera es una nueva versi¨®n de la pel¨ªcula que Jacques Tourneur dirigi¨® en 1940; otra vez nos encontramos con la mujer que no puede renunciar al atractivo que los felinos ejercen sobre ella. Su extra?a historia la emparenta con una lejana tribu que sacrificaba sus hijos a las panteras. Ella misma es una de esas panteras, incapaz de relaci¨®n sexual con quien no pertenezca a su especie; incapaz, aUmenos, de amar sin destruir al amante.
La fascinaci¨®n de este relato no corresponde al trabajo de Paul Schrader, irregular en su planteamiento, moroso en el desarrollo. La creaci¨®n de un nuevo personaje, hermano de la pantera, desplaza el polo de inter¨¦s hacia la necesidad del incesto, ya que s¨®lo entre miembros de la misma especie es posible el amor. La mujer protagonista, que quiere negar su condici¨®n zool¨®gica, vivir¨¢ el problema con una angustia poco veros¨ªmil. Quiz¨¢ porque Nastassia Kinski carece del misterio que su personaje exige o porque no es tan buena actriz como requiere su trabajo.
Es inevitable la comparaci¨®n con Simone Simon, aquella otra mujer pantera: su componente dr¨®tico era m¨¢s felino, m¨¢s inquietante.
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