"En la guerra hay mucho ruido y mucho fuego", recuerdan los ni?os palestinos que visitan Espa?a
Despu¨¦s de cinco horas de espera en el aeropuerto de Damasco, los 226 ni?os palestinos tem¨ªan que no se llegara a cumplir su sue?o de pasar un mes de vacaciones en Espa?a, "un pa¨ªs de la lejana Europa", que Nadea, una de las ni?as, sabe que "est¨¢ cerca de Par¨ªs y de Italia" y donde Hasan Arar, de once a?os, sabe que hay "monumentos muy importantes".
Los ni?os, elegidos por la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP) entre los muchos hu¨¦rfanos e hijos de combatientes evacuados en los ¨²ltimos d¨ªas de L¨ªbano, han sido invitados por el Gobierno espa?ol, en colaboraci¨®n con la Cruz Roja a visitar durante un mes Teruel, Madrid, Almer¨ªa y M¨¢laga. Despu¨¦s todos volver¨¢n a sus diferentes puntos de partida, porque la OLP no admite que los hijos de la revoluci¨®n palestina puedan ser adoptados, para evitar que los futuros combatientes, m¨¦dicos o dirigentes pol¨ªticos est¨¦n dispersos por medio mundo.Hasta Damasco se traslad¨® para recoger a los ni?os, entre los seis y diecis¨¦is a?os de edad, una delegaci¨®n de la Cruz Roja encabezada por su presidente, el espa?ol Enrique de la Mata, quien comprob¨® en un hospital del Creciente Rojo palestino las consecuencias dram¨¢ticas de la reciente guerra palestino-isarel¨ª: guerrilleros j¨®venes y veteranos que han venido de Beirut con brazos o piernas amputados, ni?os heridos por los bombardeos que se curan en unas condiciones muy lejos de ser aceptables, y combatientes con quemaduras de tercer grado provocadas por las bombas de f¨®sforo.
El viaje hasta Madrid transcurri¨® entre incesantes muestras de afecto de los ni?os para con sus acompa?antes. No qued¨® nadie entre la delegaci¨®n de la Cruz Roja sin colocarse el cl¨¢sico keffia blanco y negro a la usanza de Yasir Arafat. Todos fueron conderados una y otra vez con emblemas e insignias de la OLP. Cada cinco minutos los excitados pasajeros palestinos preguntaban sobre el punto que estaban volando, y, antes del aplauso final al tomar tierra en Madrid, se dibujaron gestos de emoci¨®n entre los ni?os cuando supieron que hab¨ªamos entrado en Europa. Nadea pregunt¨® enseguida si pasariamos por Par¨ªs.
Todos los ni?os, que ahora se encuentran descansando en Teruel, han visto a lo largo de su corta vida muchos muertos, siempre por la guerra. Alguno ha visto el cad¨¢ver de su propio padre despu¨¦s de un bombardeo. Con ocho a?os saben distinguir perfectamente el ruido del disparo de un ca?¨®n del de la explosi¨®n de una bomba o de la artiller¨ªa antia¨¦rea. Lo que m¨¢s temen estos ni?os son las bombas de la aviaci¨®n. "Cuando bombardea la aviaci¨®n no te da tiempo a tener miedo", comenta Hasan Arar con sorprendente madurez, "yo siempre me tapaba los o¨ªdos con fuerza, bajaba la cabeza para no ver c¨®mo lloraban las mujeres, y esperaba".
Un fen¨®meno en matem¨¢ticas
Hasan Arar es un fen¨®meno en las matem¨¢ticas en el colegio de hu¨¦rfanos palestinos de Damasco, donde vive con su madre, porque su padre muri¨® recientemente en combate. Ha nacido en Balaa (Cisjordania) y quiere ser piloto. La mayor¨ªa de los ni?os palestinos quieren ser pilotos, sin duda por las muchas veces que sus ojos se han elevado, con admiraci¨®n y miedo, siguiendo el vuelo de los sofisticados aviones israel¨ªes, mientras so?aban con dirigir alg¨²n d¨ªa uno as¨ª, pero con ense?a palestina.Este ni?o, de ojos grandes y vivaces como casi todos sus compa?eros, ha cumplido ya una de sus ilusiones, conocer Espa?a. Le queda otra que todav¨ªa est¨¢ lejana: visitar Brasil para atracarse de f¨²tbol. Su jugador preferido es Maradona, y recita de memoria la alineaci¨®n titular de la selecci¨®n brasile?a. Tambi¨¦n conoce de memoria la historia de su pueblo. Sabe que "antes en Palestina mandaban los ingleses" y que "en 1967 hubo una guerra entre los sionistas y los palestinos".
Uno de sus compa?eros de viaje, Bader Abdala, de diecis¨¦is a?os, ha estado en el valle de Bekaa, desde donde, unos d¨ªas antes del acuerdo en Beirut, sali¨® para Damasco. Naci¨® en el campo de refugiados de Yarmuk, en la capital siria. 'Recuerdo mucha destrucci¨®n, mucho ruido, muchos incendios. Los primeros d¨ªas de la guerra los aviones nos atacaban con mucha frecuencia. Siempre hab¨ªa mucho ruido. Cuando ven¨ªan los aviones todos gritaban, los soldados se colocaban junto a sus armas y las mujeres gritaban mucho. Una vez sent¨ª mucho miedo porque mi casa fue afectada por una bomba de fragmentaci¨®n. Yo me tir¨¦ al suelo y cayeron cosas encima de m¨ª. Cuando me levant¨¦ hab¨ªa mucho ruido y hab¨ªa personas muertas". Bader pregunt¨® si conoc¨ªamos a Bechir Gemayel, "debe de saber, se?or periodista, que ese Gemayel es un falangista aliado de Israel".
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