Un bonito juguete

Vital Aza era un escritor menor -festivo- en su ¨¦poca, hoy es cultura. La estafa del tiempo. Escrib¨ªa, principalmente, juguetes c¨®micos, muchos de ellos inspirados en el vodevil franc¨¦s, el cual lo estuvo a su vez en la comedia de enredo a la espa?ola, en la que algunos de los m¨¢s profundos dramaturgos de nuestro Siglo de Oro -no s¨®lo Lope, sino Calder¨®n- descargaron algunas de sus tensiones. M¨¢s o menos esta es la historia de un g¨¦nero que naci¨® risue?o para terminar, ahora, desvergonzado; da una medida de la evoluci¨®n de la sociedad.Vital Aza (1851-1912) aparece en un estadio donde todav¨ªa hab¨ªa una preocupaci¨®n muy considerable por la construcci¨®n esc¨¦nica, por estar dentro de la l¨®gica teatral, justificar sus equ¨ªvocos, caracterizar sus personajes. Un poco mas all¨¢, el g¨¦nero derivar¨ªa en Espa?a a lo que se llam¨® astracanada (etimolog¨ªa incierta) y disparate: se ve ya c¨®mo el juguete inicial se dispara, se abulta, pierde todos los rigores, hasta el punto de que el son¨¢mbulo Azor¨ªn crey¨® encontrar en ese desbordamiento nada menos que el superrealismo espa?ol. Todo esto trata de explicar que Vital Aza se qued¨® en el vodevil blanco, en el enredo correcto, y que nuestros paladares ya estragados pueden encontrar su Sombrero de copa un poco ins¨ªpido, demasiado correcto. Sin embargo, algunas situaciones equ¨ªvocas de hace cien a?os, muchos retru¨¦canos o dobles sentidos, siguen siendo re¨ªdos como entonces.

Encuentro que lo importante de esta representaci¨®n est¨¢ en la calidad con que se hace. Hay un trabajo correcto de limpieza, pulido y fijaci¨®n hecho con el texto por Rafael P¨¦rez Sierra. Y hay un elegante tratamiento del juguete por el director, la compa?¨ªa y el escen¨®grafo. La caja esc¨¦nica tiene dos excelentes decorados del pintor Torner. Poco o nada importa que el tiempo sobre el que est¨¢ hecha la decoraci¨®n sea muy posterior a la ¨¦poca en que se desarrolla la obra. Hay una belleza y un inteligente aprovechamiento del espacio del escenario del "Bellas Artes; unos figurines bonitos, uno de ellos extraordinario que parecer¨ªa firmado por Paul Poiret. Hay una compa?¨ªa excelente donde los nombres de Ampare, Bar¨®, B¨®dalo o Pou no est¨¢n desamparados por los dem¨¢s: todos funcionan, todos saben colocar sus frases, afilar sus efectos c¨®micos. Por s¨ª mismos y porque Morera hi conseguido conjunto, homogeneidad; como no ha desperdiciado una ocasi¨®n de acentuar la teatralidad del texto, pero siempre contenido para no saltarse de g¨¦nero. Quienes, como yo mismo, no encuentren demasiado atractivo el enredo, encontrar¨¢n su placer en el conjunto de la representaci¨®n, del hecho teatral concreto. Despierta el inter¨¦s superior por los otros t¨ªtulos, de m¨¢s envergadura, que promete la compa?¨ªa: Realidad, de Gald¨®s; Casa de mu?ecas, de Ibsen; Locura casamentera (Le mariage, de Figaro), de Beaumarchais, o H¨¦roes (Arms and the man), de Georges Bernard Shaw.

Los invitados del estreno parecieron enormemente contentos de la representaci¨®n, coronada por un bailete final montado por Portillo: aplaudieron corn entusiasmo y obligaron a hablar al nervios¨ªsimo y feliz Morera.