Un clima de quiebra
Las sombr¨ªas previsiones de algunos profetas de desgracias que anunciaban sin pudor que el sistema de endeudamiento en el que se iban a comprometer terminar¨ªa necesariamente mal les parec¨ªan irreales, a la vista de los an¨¢lisis serios fundados en sabios modelos. Casandra era ignorada o ridiculizada con facilidad por los economistas del Fondo, capaces de extrapolar las estad¨ªsticas a largos per¨ªodos y de presentar planes cada vez m¨¢s sofisticados destinados a afianzar los momentos dif¨ªciles.Se han presentado como otras tantas tablas de salvaci¨®n, alternativamente, la emisi¨®n de derechos especiales de giro (destinados a sustituir al oro), la reconversi¨®n indefinida de los excedentes de la OPEP y la diversificaci¨®n de las monedas de reserva (a fin de aliviar la carga del d¨®lar).
Bien es verdad que desde el abandono de una cotizaci¨®n fija del d¨®lar en 1973 (generalizaci¨®n de los tipos de cambio flotantes) y la creaci¨®n de la serpiente europea por el Sistema Monetario Europeo (1978), el Fondo Monetario Internacional ha cesado pr¨¢cticamente de jugar un papel en la gesti¨®n de las grandes monedas, con la excepci¨®n de algunas operaciones de salvamento, como la de la libra esterlina en 1976.
Programas de estabilizaci¨®n
El Fondo se ha convertido, principalmente, en una instituci¨®n de pr¨¦stamo a los pa¨ªses del Tercer Mundo, subordinando sus ayudas a la aceptaci¨®n por estos ¨²ltimos de programas de estabilizaci¨®n a menudo draconianos y puestos muchas veces a merced de las luchas pol¨ªticas internas (Turqu¨ªa, Jamaica).
Es precisamente del lado del Tercer Mundo donde se presentan en la actualidad las amenazas m¨¢s graves o por lo menos las m¨¢s manifiestas. La quiebra de M¨¦xico ha tenido el efecto de un trueno en un cielo que, desde hac¨ªa tiempo, hab¨ªa dejado de ser completamente sereno.
Ha desaparecido el optimismo de anta?o. Ha cedido lugar al catastrofismo m¨¢s negro por parte de los expertos oficiales, que durante tanto tiempo se hab¨ªan negado a creer en las evidencias m¨¢s simples. ?C¨®mo se podr¨¢ impedir, en un futuro m¨¢s o menos pr¨®ximo, un hundimiento del sistema bancario internacional? Esa es la cuesti¨®n que se plantea.
Pronto surge otra pregunta que hace m¨¢s angustiosa la primera: ?c¨®mo mantener el control sobre los acontecimientos mientras que, simult¨¢neamente, reina el desorden m¨¢s profundo en los mercados de cambio, donde las fluctuaciones de cotizaci¨®n son m¨¢s amplias que nunca, despu¨¦s de los piadosos votos hechos en la cumbre de Versalles a favor de una regularizaci¨®n concertada? Los acontecimientos no cesan de precipitarse; los disturbios vuelven a comenzar en Polonia, mientras que la negociaci¨®n para el escalonamiento de las deudas que vencen en 1983 apenas ha comenzado; la apertura de discusiones sobre la deuda argentina corre el riesgo de verse atrasada por las querellas jur¨ªdicas entre Londres y Buenos Aires, y as¨ª sucesivamente...
El plan de salvaci¨®n de M¨¦xico, cuyas l¨ªneas maestras han sido anunciadas en el mes de agosto (2.000 millones de d¨®lares puestos inmediatamente a su disposici¨®n por los norteamericanos, 1.800 millones por el BRI y los principales bancos centrales, de los que ya se ha liberado una primera porci¨®n, y la posibilidad de un pr¨¦stamo de 4.000 millones del FMI), hab¨ªa tra¨ªdo un alivio pasajero. Pero las ¨²ltimas medidas tomadas en M¨¦xico (nacionalizaci¨®n de los bancos, imposici¨®n de una base draconiana al control de los cambios) han avivado el clima de inquietud.
La insolvencia de Am¨¦rica Latina
En los medios financieros y bancarios internacionales reina en estos momentos la consternaci¨®n, a medida que la lista de pa¨ªses insolventes aumenta de d¨ªa en d¨ªa. Tras las quiebras polaca y rumana, actualmente es Alemania del Este la que atraviesa una mala situaci¨®n, lo que no podr¨¢ sino agravar m¨¢s la situaci¨®n de los bancos prestamistas de Alemania Occidental, ya sobrecargados de malos cr¨¦ditos. Pr¨¢cticamente todos los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, a excepci¨®n de dos o tres, aparecen en quiebras m¨¢s o menos abiertas; Brasil est¨¢ en el filo de la navaja; el prestigioso Delfim Neto, ministro del Plan, que dirige, de hecho, la econom¨ªa, contin¨²a usando expedientes para procurarse los fondos necesarios para hacer frente a unos 15.000 millones de d¨®lares de pagos de la deuda de 1982.
Uno de los expedientes consiste en exigir, a prop¨®sito de la compra de una f¨¢brica o de importantes bienes de equipo, cr¨¦ditos mayores, incluyendo el montante de los gastos locales, que ¨²nicamente ocasionar¨¢n desembolso de cruceiros.
Argentina, cuya deuda exterior supera en 10.000 millones de d¨®lares a la de Polonia (con un total de 35.000 millones), debe hacer frente este a?o a_vencimientos que se elevan a unos 10.000 millones. Tendr¨¢, sin duda alguna, que renegociar una gran partida. Chile no va mucho mejor; Per¨² est¨¢ a la deriva.
Salvando todas las distancias, el continente africano est¨¢ en una situaci¨®n cr¨ªtica tambi¨¦n. Entre los pa¨ªses del Africa negra, s¨®lo Camer¨²n puede estar presente en el mercado de eurodivisas. Los banqueros comienzan a tener tambi¨¦n serias dudas sobre ciertos pa¨ªses desarrollados. Vacilan en conceder cr¨¦ditos suplementarios a los daneses y espa?oles.
Globalmente, la extraordinaria expansi¨®n de los cr¨¦ditos internacionales, que no ha cesado desde 1973, ha tenido como raz¨®n de ser la voluntad desenfrenada de evitar o de diferir los efectos de la crisis. Todas, o casi todas, las posibilidades de aplazamiento parecen hoy agotadas. La acumulaci¨®n de deudas no ha ido acompa?ada a me nudo de la creaci¨®n de los activos productivos correspondientes, capaces de engendrar las rentas necesarias para pagar los intereses y el principal. Eso se explica f¨¢cilmente, porque muchos de los paises han pedido pr¨¦stamos para sostener el consumo y comprar petr¨®leo. Y como lo subraya un estudio que acaba de publicar el GATT, muchos productos industriales que han sido financiados a trav¨¦s de empr¨¦stitos se revelan insuficientemente rentables para financiar el coste de la deuda. Es el caso notorio de las inversiones pe troleras ralizadas con la esperanza de un aumento continuo del precio de la energ¨ªa. La imposibilidad de pago en que se encuentra la firma Dome Petroleum, del Canad¨¢, de aceptar y pagar sus vencimientos, es el ejemplo m¨¢s reciente de este fen¨®meno.
La deuda a corto plazo
A¨²n es preciso persuadirse de que la situaci¨®n es peor en realidad de lo que parece a primera vista. Toda la atenci¨®n se ha centrado en la renegociaci¨®n de la deuda a medio y largo plazo, como en Polonia o Ruman¨ªa. Pero los pa¨ªses deudores est¨¢n tambi¨¦n fuertemente endeudados a corto plazo, ya que, desde hace algunos meses, los bancos se vienen negando a comprometerse en su favor m¨¢s all¨¢ de unos pocos meses. Las estad¨ªsticas internacionales, en general, no tienen en cuenta esos cr¨¦ditos. Muchos bancos se niegan actualmente, pura y simplemente, a renovarlos, lo que no dejar¨¢ de tener graves consecuencias en el nivel de la actividad general. Cada vez que un banco se niega a financiar letras de cr¨¦dito que representan el pago de importaciones, son otros tantos pedidos de menos para las f¨¢bricas de Europa, de Jap¨®n o de Estados Unidos (o de aquellos pa¨ªses recientemente industrializados). Seg¨²n las estad¨ªsticas oficiales, es, entre intereses y principal, alrededor de 80.000 millones de d¨®lares lo que los pa¨ªses del Tercer Mundo deber¨ªan reembolsar este a?o. Pero si se tiene en cuenta el conjunto de sus cargas de tesorer¨ªa, se alcanza una cifra, seg¨²n ciertos c¨¢lculos, sin duda superior a los 200.000 millones de d¨®lares. Est¨¢ fuera de duda que el aparato bancario responde a llamadas muy masivas.
Es un error que se haya podido pensar que la progresi¨®n de los cr¨¦ditos internacionales, y particularmente del mercado de eurodivisas, sea un hecho natural. Este mercado podr¨ªa contraerse brutalmente, como ya ocurri¨® durante el verano de 1974 (un factor que, sin duda, ha contribuido poderosamente al estallido de la primera gran recesi¨®n de la posguerra), ya que es verdad -verdad, sin embargo, olvidada desde hace muchos a?os- que los desequilibrios financieros no pueden perpetuarse indefinidamente, ni en un sentido ni en otro.
El proteccionismo
Tres a?os despu¨¦s del. segundo conflicto petrolero, los excedentes de la OPEP, sobre los que los doctos expertos hab¨ªan basado grandiosos planes de reconversi¨®n, est¨¢n a punto de desvanecerse bajo el efecto conjugado de la bajada del precio del petr¨®leo, de la disminuci¨®n de las entregas y del aumento de importaciones de todo tipo de los pa¨ªses productores de oro negro. Al mismo tiempo, el endeudamiento deja de aumentar cuando los prestamistas comienzan a tener dudas serias sobre la solvencia de los deudores. Entonces comienza el proceso de reducci¨®n de la inflaci¨®n, e incluso de deflaci¨®n, que amenaza hoy a la econom¨ªa mundial m¨¢s que en ning¨²n otro momento desde el comienzo de la gran crisis internacional. El creciente proteccionismo que denuncian a la par el GATT y el FMI no puede tener otro efecto que el de acelerar ese proceso al hacer irrecuperables los cr¨¦ditos de un creciente n¨²mero de empresas dirigidas a la exportaci¨®n.
Cuando la inflaci¨®n, aunque en disminuci¨®n, est¨¢ lejos de ser yugulada en el mundo, sigue habiendo un problema m¨¢s importante que cualquier otro: la liquidez, de la que un n¨²mero creciente de Estados y de empresas tienen necesidad urgente, porque, por otra parte, les es pr¨¢cticamente imposible contratar nuevas deudas para reembolsar las antiguas. Los bancos soportan tanto m¨¢s dif¨ªcilmente el golpe de la quiebra de los deudores soberanos (dicho de otra forma, los Estados) cuanto que simult¨¢neamente tienen que asignar fuertes provisiones (que perjudican sus beneficios en la debida concurrencia) correspondientes a las deudas irrecuperables de empresas nacionales que, cada vez en mayor n¨²mero, quiebran, como AEG-Telefunken, en Alemania. A eso se a?aden, sobre todo en Estados Unidos, los efectos de desgraciadas especulaciones. El Chase Manhattan Bank sabe algo de eso, y ha pagado muy cara la imprudencia de sostener las operaciones aventuradas de una oscura firma de corretaje. Es el mismo caso de otro banco importante, el Continental Illinois, que ha acusado fuertemente el golpe de la quiebra del peque?o banco Penn Square. El mal estado financiero de numerosas sociedades, grandes o menos grandes, constituye una amenaza para el sistema bancario internacional, al menos tan grande como la de M¨¦xico y Europa del Este juntos. Por primera vez desde los a?os treinta, una crisis bancaria generalizada parece, por lo menos, posible. La subida del oro que estamos contemplando no tiene otro origen, sin duda: el precioso metal aparece de nuevo como un activo envidiable en un momento en que, en varios pa¨ªses, los dep¨®sitos bancarios no parecen tan seguros como se podr¨ªa creer. Es sobre todo para evitar un verdadero p¨¢nico bancario por lo que el Estado mexicano, con gran satisfacci¨®n de la izquierda, ha nacionalizado todos los bancos del pa¨ªs.
Los peligros de una cura severa
Frente a una situaci¨®n tan inestable, la tentaci¨®n de la Administraci¨®n norteamericana es la de actuar tan duramente como lo ha hecho en la direcci¨®n de los asuntos nacionales. Ya que el mal proviene de un aumento excesivo del cr¨¦dito internacional, ?no convendr¨ªa agotar los recursos de organismos internacionales creados para conceder los pr¨¦stamos? A pesar de su l¨®gica, esta pol¨ªtica parece peligrosa en las circunstancias actuales. Es ella la que ha dictado la actitud -hasta ahora muy reservada- de Washington sobre los proyectos de aumento de las cuotas del FMI. No es seguro que sea una pol¨ªtica prudente. No se trata de que el FMI sustituya al cr¨¦dito bancario: los ¨®rdenes de importancia no son los mismos. Sin embargo, esta instituci¨®n puede quedarse muy pronto corta de liquidez para hacer frente a tareas mucho m¨¢s limitadas: el volumen de las divisas convertibles que puede movilizar sobre sus propios recursos es, te¨®ricamente, del orden de 24.000 millones de d¨®lares (de 15.000 a 16.000 millones, en realidad), de los que 4.000 millones van a ser muy pronto asignados a M¨¦xico.
De manera parad¨®jica, la postura m¨¢s suave, que defienden Francia y, hasta cierto punto, los dem¨¢s pa¨ªses europeos, parece m¨¢s adaptada: consiste en preconizar una duplicaci¨®n de las cuotas del Fondo Monetario para procurarle recursos propios que le permitan prestar a una tasa del 6,06%,. Es un hecho que los -pa¨ªses en dificultades no pueden aceptar pol¨ªticamente la tutela de los expertos del Fondo Monetario, a menos que este ¨²ltimo pueda proporcionarles cr¨¦ditos relativamente importantes. El peligro estar¨ªa en que, bajo la direcci¨®n de Estados Unidos, los pa¨ªses industrializados buscaran aplicar a los pa¨ªses del Tercer Mundo una cura tan severa como la que la Administraci¨®n Reagan ha. impuesto a los norteamericanos. Se conocen los resultados de esta experiencia: ha dejado exang¨¹es a sectores enteros de la econom¨ªa del pa¨ªs m¨¢s rico del mundo.
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