El transporte, sin pol¨ªtica
El transporte aporta, aproximadamente, un 6% al PIB y un 5% al empleo nacional, aparte de inducir en otros sectores contribuciones del mismo orden. Ocupa, por a?adidura una posici¨®n estrat¨¦gica en el conjunto de la econom¨ªa y su funcionamiento es esencial para el de las dem¨¢s actividades, alguna de las cuales -la tur¨ªstica, por ejemplo- ser¨ªa impensable sin ¨¦l. Por otra parte, su relevancia en cuanto a consumo energ¨¦tico (un 20% del total), conservaci¨®n del medio u ordenaci¨®n del territorio es muy notable.Las implicaciones pol¨ªticas, militares, tecnol¨®gicas, sociales o culturales del transporte son igualmente m¨²ltiples, trascendentes y complejas. Sin ir m¨¢s lejos, resulta, por ejemplo, obvio el hecho hist¨®rico de que la intervenci¨®n del Estado en dicho campo -a trav¨¦s de la construcci¨®n de infraestructuras y de otras muchas formas- ha sido tan intensa como antigua; m¨¢s recientemente, la pol¨ªtica econ¨®mica ha encontrado en el transporte un sector propicio a todo tipo de experiencias (como regulador macroecon¨®mico, estructurante del desarrollo o vector de transferencias sociales). Por otra parte, es de sobra conocida la importancia que para la defensa nacional tienen unos buenos sistemas de transporte y comunicaciones o la influencia de los mismos como elementos de integraci¨®n social y cultural.
?Pol¨ªtica de transportes en Espa?a?
La carencia de pol¨ªtica general de transportes se muestra en la inexistencia, durante d¨¦cadas, de un Ministerio dedicado al sector como un todo, en el tratamiento inconexo del mismo por modos y por temas o la falta, a¨²n hoy, de un adecuado marco legal para el conjunto de los transportes. Es curio so que hasta el Libro Blanco de 1979, ¨²nico y meritorio intento gubernamental -a pesar de sus insuficiencias t¨¦cnicas y desenfoques partidistas- de superar la situaci¨®n, haya ca¨ªdo en el m¨¢s penoso de los olvidos. Lo que no puede dejar de extra?ar si se recapacita sobre el papel que la pol¨ªtica de transportes podr¨ªa desempe?ar, en esta ¨¦poca de crisis, en la pol¨ªtica econ¨®mica (construcci¨®n de infraestructuras, ahorro energ¨¦tico, etc¨¦tera) o en sus relaciones con la de ordenaci¨®n del territorio en un pa¨ªs que est¨¢ cambiando la estructura territorial de su Estado.
Aunque pudiera parecer que dicha falta de una concepci¨®n global en la pol¨ªtica de transportes es un defecto meramente formal y sin consecuencias reales -sobre todo si cuenta con pol¨ªticas modales o tem¨¢ticas acertadas-, lo cierto es que representa un grave inconveniente pr¨¢ctico. Las situaciones de congesti¨®n, la inadecuada inserci¨®n de puertos y aeropuertos en el conjunto de las infraestructuras terrestres, el inco nveniente -en t¨¦rminos econ¨®micos, ecol¨®gicos y sociales- del actual reparto intermodal de tr¨¢ficos, la descoordinaci¨®n con las actividades industriales -situaci¨®n notoria en los casos de las industrias naval y de automoci¨®n, pero que tambi¨¦n se da en el de la aeron¨¢uticay en el de las de tipo auxiliar (electr¨®nica, equipos, etc¨¦tera)- son algunos de los muchos problemas que tienen su origen en la ausencia de una pol¨ªtica general para el sector.
El ejemplo de Europa
Para quienes en Espa?a -desde responsabilidades empresariales, profesionales, acad¨¦micas, sindicales o pol¨ªticas- llevamos a?os insistiendo en la necesidad de disponer de una aut¨¦ntica pol¨ªtica general de los transportes y en la oportunidad de basarla en una concepci¨®n global del sector, que le contemple como un gran sistema, integrado por m¨²ltiples subsistemas -modales, zonales, etc¨¦tera-, con caracter¨ªsticas t¨¦cnicas, econ¨®micas, ecol¨®gicas y sociocultur¨¢les complejas, pero susceptible de un tratamiento unitario y de una planificaci¨®n eficaz, resulta estimulante observar c¨®mo dicho enfoque ha ido prosperando en los diferentes pa¨ªses europeos.
Un ejemplo de actualidad es el de la nueva pol¨ªtica francesa de transportes. En efecto, en septiembre de 1981 el Gobierno galo tom¨® el acuerdo de preparar una ley de orientaci¨®n de los transportes interiores para someterla al Parlamento en oto?o de 1982. Hace unos meses, el ministro del ramo, al presentar la correspondiente documentaci¨®n al Consejo Superior de los Transportes, resum¨ªa la contradicci¨®n creada entre el desarrollo cuantitativo y los inconvenientes cualitativos durante los ¨²ltimos veinte a?os diciendo que: "El sistema de transportes s¨®lo ha podido responder globalmente a las principales necesidadas al precio de distorsiones econ¨®micas e injusticias sociales inaceptables". Y, precisamente para corregir esa situaci¨®n, propon¨ªa una nueva pol¨ªtica de transportes, con los siguientes objetivos:
- Participar en el relanzamiento de la econom¨ªa, la creaci¨®n de empleo y el progreso social.
- Ordenar equilibradamente el territorio y desarrollar arm¨®nicamente las regiones.
- Mejorar la calidad de vida y facilitar el acceso al trabajo, el ocio y la cultura.
- Ahorrar energ¨ªa, conservar el medio y aumentar la seguridad.
No es posible entrar en detalle sobre las medidas concretas, ni siquiera resumir las l¨ªneas generales, del actual proyecto franc¨¦s. Sin embargo, merece la pena, de forma sint¨¦tica y telegr¨¢fica, destacar que la nueva pol¨ªtica se pretende profundamente multimodal e intermodal (es decir: global e integrada) y que se inspira en los siguientes principios ordenadores:
1. Respuesta a las necesidades de los usuarios en las condiciones m¨¢s ventajosas para la sociedad.
2. Reconocimiento del derecho al transporte y contribuci¨®n a la unidad y solidaridad nacionales.
3. Establecimiento de un servicio p¨²blico de transportes.
4. Entendimiento del coste del transporte como coste econ¨®mico total m¨¢s costes sociales.
5. Compromiso de las empresas p¨²blicas (en especial, como avanzadas del progreso t¨¦cnico y social y de la buena gesti¨®n).
6. Planificaci¨®n / descentralizaci¨®n / participaci¨®n.
Hacia una pol¨ªtica espa?ola transportes.
Como ya se ha apuntado, lo esencial de las anteriores ideas -enfoque global, consideraci¨®n de los costes sociales, papel de las empresas p¨²blicas o necesidad de la planificaci¨®n-, junto a otras muchas, como las relativas a la democratizaci¨®n del sector, en su doble vertiente de atenci¨®n a los deseos de los usuarios y participaci¨®n de empresarios y trabajadores, son ampliamente compartidas en Espa?a y s¨®lo ha faltado la voluntad de materializarlas en normas legales y medidas administrativas, por falta de capacidad pol¨ªtica o por sumisi¨®n a los intereses de los escasos beneficiarios del desorden reinante en nuestro sector Transporte.
Es seguro que el Gobierno que surja pr¨®ximamente de las urnas tendr¨¢ en esta parcela de la vida nacional, como en otras, una visi¨®n m¨¢s amplia, racional y moderna y estar¨¢ menos condicionado por intereses particulares que el actual y los anteriores. Le ser¨¢, pues, posible iniciar una pol¨ªtica de cambio que convierta un sector transporte ca¨®tico en un sistema de los transportes ecol¨®gica, t¨¦cnica, econ¨®mica y socialmente eficaz.
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