"Ha sido evidente la decisi¨®n del pueblo al manifestar que no pueden prevalecer los deseos de una minor¨ªa apoyada en la fuerza"
Finalizada la intervenci¨®n del presidente del Congreso, el rey don Juan Carlos dirigi¨® a los parlamentarios la siguiente alocuci¨®n:"Se?or presidente del Congreso de los Diputados, se?or presidente del Senado, se?or presidente y se?ores ministros del Gobierno en funciones, se?oras y se?ores diputados y senadores:
Al inaugurar una nueva legislatura de las Cortes Generales, en este acto solemne de alta significaci¨®n democr¨¢tica, quiero que mis primeras palabras contengan un saludo a todo nuestro pueblo, dirigido a trav¨¦s de sus leg¨ªtimos representantes, que hoy os reun¨ªs por primera vez para comenzar a cumplir el mandato libre y pac¨ªfico de los espa?oles.
Tengo la impresi¨®n en este momento, como depositario de las funciones constitucionales de la Corona, que es el pueblo espa?ol, el sereno, sufrido, ejemplar y magn¨ªfico pueblo espa?ol, al que hemos de servir con total entrega, el que est¨¢ aqu¨ª junto a todos nosotros, el que ostenta con absoluto derecho el m¨¢ximo protagonismo de este acontecimiento.
Sois, por ello, vosotros, titulares de la pol¨ªtica en la acepci¨®n m¨¢s profunda y cl¨¢sica que a la pol¨ªtica puede d¨¢rsele -arte y tarea sublime que abraza a cuanto puede influir en la prosperidad de los pueblos-, los que hab¨¦is de traducir en leyes- positivas y eficaces las esperanzas de nuestros compatriotas y el encargo de ellos recibido.
Como ya he se?alado en ocasiones anteriores, la democracia se sustenta medularmente en la labor que ten¨¦is encomendada.
Vuestro poder es abierto, testimonial y complejo; no puede permitirse ni un desfallecimiento ni una vacilaci¨®n. En ¨¦l descansa la estabilidad p¨²blica y por ¨¦l se encauza la consecuci¨®n de los objetivos de permanencia y fortaleza del Estado.
Atemperar el ritmo y armonizar las soluciones
Por eso, si la construcci¨®n de la democracia y la consolidaci¨®n del sistema de derecho que ha asumido con decisi¨®n y entrega el pueblo espa?ol, han de hacerse sin precipitaciones ni demoras, a estas C¨¢maras corresponde atemperar el ritmo, armonizar los problemas y las soluciones, establecer en la legalidad lo m¨¢s conveniente para conseguir la convivencia en com¨²n.
Pienso que tenemos motivos para estar agradecidos y satisfechos por la forma ordenada, libre y pac¨ªfica en que se ha manifestado en amplia proporci¨®n la voluntad de los espa?oles durante las elecciones generales que han dado lugar a la constituci¨®n de estas C¨¢maras. Es una muestra de que en la conciencia del pueblo se ha abierto camino la idea de que es necesario participar decididamente en la actividad pol¨ªtica, que ha de ejercerse en bien de la comunidad, para conseguir una existencia en paz y en libertad.
Pero es tambi¨¦n ocasi¨®n para adoptar el prop¨®sito de responder a esa manifestaci¨®n expl¨ªcita y hacerse digno de la confianza recibida. Es la ocasi¨®n para invocar la necesidad de practicar d¨ªa a d¨ªa, hora a hora, en el proceso reglamentado de la tarea que a las Cortes compete, la virtud suprema de toda pol¨ªtica, que es la prudencia.
Sin ella -como equilibrio de la sabidur¨ªa y el sentimiento- no ser¨ªan posibles las leyes que necesitamos. Yo os pido que la apliqu¨¦is sin vacilaci¨®n en estas Cortes Generales, que se abren en un momento crucial de nuestra historia.
La fina sensibilidad del pueblo espa?ol le permite juzgar comportamientos, rechazar errores o corresponder favorablemente a los aciertos. No admite que los intereses personales prevalezcan sobre los colectivos, y sabe distinguir perfectamente lo fundamental de lo secundario o accesorio.
El pueblo juzga los comportamientos
Tengamos presente que en el ordenamiento que ese pueblo ha elegido, existe la posibilidad de reflejar libremente la opini¨®n, como premio o como sanci¨®n de conductas, corno des¨¢nimo y rechazo, o como esperanza y fe sobre futuras maneras de proceder.
Hag¨¢mosnos todos dignos de su confianza y esforc¨¦monos en resolver de acuerdo los problemas m¨¢s graves y de mayor generalidad. Porque tambi¨¦n el pueblo sabe percibir los objetivos importantes sobre los que puede. existir una amplia coincidencia; las grandes cuestiones que todos hemos de estar de acuerdo en intentar resolver unidos; los valores inmutables en cuyo reconocimiento existe unanimidad de opini¨®n.
Os manifiesto abiertamente que tengo una gran fe en nuestro porvenir. De la dedicaci¨®n total y sincera al servicio del bien com¨²n que hab¨¦is de ejercer aqu¨ª ha de salir bienestar para los ciudadanos, vigor para el Estado que sostiene nuestra vitalidad hist¨®rica y claridad ante el futuro.
Iniciamos la normalizaci¨®n del futuro
Pienso que iniciamos la normalizaci¨®n de ese futuro. Que ha sido evidente la decisi¨®n del pueblo espa?ol al manifestar que no pueden prevalecer jam¨¢s los deseos de una minor¨ªa, apoyada en la fuerza, sobre la voluntad de la mayor¨ªa de los ciudadanos libre y pac¨ªficamente expresada.
Ha llegado el momento de que consolidemos lo hasta ahora conseguido y sigamos avanzando con firmeza y seguridad por el camino de la normalizaci¨®n de nuestro Estado de Derecho, de que aprendamos a vivir en paz, sin odios y rencores, reconociendo la libertad de los dem¨¢s como garant¨ªa y limitaci¨®n a un tiempo de nuestra propia libertad. Debemos entre todos robustecer el concepto del Estado de su permanencia y de su funcionamiento por encima de las vicisitudes que. constituyen precisamente un elemento consolidador del propio Estado.
Los relevos pol¨ªticos decididos por el pueblo son actos normales en la esencia de la democracia, que sirven precisamente para fomentar la adhesi¨®n a ese sentido de permanencia del Estado, de obediencia a sus normas, de observancia de un ordenamiento que no se altera, sino que se confirma con las alternativas que se adoptan y con la labor que los designados realizan en el cumplimiento de su alta misi¨®n.
. Es preciso inculcar en todos el respeto a las leyes, el inter¨¦s en la defensa del concepto del ' Estado, sea cual sea la opci¨®n pol¨ªtica que en un momento dado y para un determinado per¨ªodo haya elegido el pueblo espa?ol al manifestar su voluntad.
Yo estoy seguro, en este sentido, que la legislatura hoy iniciada va a trabajar sobre estos prop¨®sitos generosos y amplios a los que tiene derecho nuestro pueblo.
Las ¨²ltimas elecciones, un modelo
Vuestra representatividad ha sido lograda en unas elecciones que constituyen un modelo de participaci¨®n, de orden y de libertad.
La sosegada y serena celebraci¨®n del triunfo, al que hay que responder con el acierto; el comprensivo reconocimiento de la derrota, que puede servir de est¨ªmulo a nuevos empe?os, sin olvidar el m¨¦rito de quienes contribuyeron a realizar con fortuna en la etapa pasada el dif¨ªcil momento de la transici¨®n; la colaboraci¨®n sincera y eficaz entre los equipos que han de sustituirse, en un relevo al que la radicalidad no debe restar normalidad, son circunstancias que abren ante todos nosotros y ante Espa?a en general una luz de ilusi¨®n, de continuidad y de esperanza por la que os felicito y me felicito; por la que felicito, sobre todo, al pueblo espa?ol.
En esta alta instituci¨®n se contiene una de las bases para consolidar la democracia.
La m¨¢s atrayente y prestigiosa funci¨®n de los partidos pol¨ªticos es precisamente trabajar, desde su fuerza representativa, por el inter¨¦s nacional y el robustecimiento del Estado. A trav¨¦s de esta labor, y mirando a ese alto fin, se robustecen los propios partidos pol¨ªticos mucho m¨¢s que si se atiende al exclusivo robustecimiento de ¨¦stos. Porque aqu¨¦l inter¨¦s nacional tiene su objetivo m¨¢s din¨¢mico en asegurar la permanencia de un Estado s¨®lido y coherente; en la cimentaci¨®n de una arquitectura jur¨ªdica que resguarde a la Patria, que proteja a los hombres y mujeres que constituyen su fuerza y su clamor contra cualquier debilitamiento del ser nacional.
Nuestra democracia, el proyecto de vida que se ha hecho, en la libertad y respeto a los dem¨¢s, ha de sostenerse, por tanto, en los pilares de un Estado firme, cuya modelaci¨®n y organizaci¨®n le proporciona fortaleza y solidez.
Un Estado a salvo de los avatares de la pol¨ªtica
Un Estado permanente, a salvo de los avatares que necesariamente genera la pol¨ªtica. De contextura inquebrantable, de coherencia creativa, que ampare la marcha de las instituciones y, rec¨ªprocamente, que las instituciones amparen la marcha de aqu¨¦l hacia esos objetivos de plenitud hist¨®rica que con ah¨ªnco y sin ninguna vacilaci¨®n estimula la Corona.
Necesitamos que la continuidad, operatividad e integridad del Estado aseguren por su propia naturaleza los resortes de la democracia. Que sea su garant¨ªa y su sost¨¦n. Porque la posibilidad de realizar cada d¨ªa nuestros ideales de libertad, ya irrenunciables, no ser¨ªa efectiva sin ese Estado, siempre digno de respeto, defendido por todos y a cubierto de contingencias y relevos.
La grandeza y servidumbre del sistema consiste en el acuerdo compartido por la sociedad y sus representantes; en la colaboraci¨®n de las instituciones para la consolidaci¨®n y fortaleza del Estado; en la entrega de las Fuerzas Armadas y de Seguridad ala defensa del orden que la Constituci¨®n establece y de la realidad pol¨ªtica que en cada partido origine su aplicaci¨®n; en la dedicaci¨®n de los funcionarios y el esfuerzo de cuantos rinden sus trabajos en las distintas esferas; en la actuaci¨®n seria y responsable de los medios de comunicaci¨®n; en el inter¨¦s de todos. por sostener el bastidor y el tejido precioso sobre el que se dibuja y cobra vida en una labor continua y continuadora la convivencia de hoy y del futuro.
La referencia a ese marco indiscutible que afirme la seguridad y el crecimiento de la vida democr¨¢tica institucional es la gran tarea que os corresponde.
Est¨¢is comprometidos -estamos comprometidos- en esa gran empresa. Desde ella ser¨¢ posible lograr la gran pol¨ªtica nacional que demanda nuestro tiempo y contra la que no pueden prevalecer las amenazas de un mundo a veces trastornado, ni la locura febril de los grupos que se apoyan en una violencia incomprensible y tr¨¢gica.
El terrorismo oscurece nuestra vida en com¨²n con la confusi¨®n, el dolor y la sangre.
Se ha cebado con monstruosa y preferente delectaci¨®n en las Fuerzas Armadas y las de Seguridad, cuyo n¨²cleo fundamental y decisivo -el que les da car¨¢cter- yo os digo, y lo digo emocionadamente, ha hecho siempre honor a su profesi¨®n de disciplina y sacrificio, y con su leal sumisi¨®n al poder leg¨ªtimo, honra tambi¨¦n a la sociedad y a la naci¨®n a la que pertenece.Soportar la inmolaci¨®n absurda y cobarde de los compa?eros m¨¢s queridos, y soportarla con las armas en la mano, en mutismo glorioso, es una de las p¨¢ginas m¨¢s hermosas que haya escrito jam¨¢s en el mundo el esp¨ªritu castrense.
La jugada que pretende el terror
Se equivoca por completo quien piense, quien insin¨²e o declare con torpe malicia que las Fuerzas Armadas, polo opuesto del terrorismo , podr¨ªan terminar con ¨¦l, radicalmente, suspendiendo o modifcando el Estado de derecho. Esa es exactamente, como de sobra sabemos, la jugada maestra que pretende el terror.
Y aprovechar sombr¨ªamente el dolor del soldado para incitarle a transgredir el principio en funci¨®n del cual es un soldado, equivale a querer traspasar a su voluntad el mismo mecanismo, ciego y desp¨®tico, que mueve al terrorista.
Los Ej¨¦rcitos, las Fuerzas de Seguridad, con su profundo sentido patri¨®tico, constituyen, en su conjunto, el guardi¨¢n firme y honrado del Estado de derecho, frente al terrorismo y frente a cualquier agresor.
Desde aqu¨ª les expreso hoy mi admiraci¨®n, mi respeto y mi reconocimiento.
Se?oras y se?ores diputados, se?oras y se?ores senadores: al iniciarse esta etapa en la vida de las Cortes Generales, quiero agradecer sus desvelos y sus trabajos a cuantos colaboraron en las tareas de las anteriores C¨¢maras y hasta sufrieron dentro de estas paredes el ataque de la violencia.
Es una satisfacci¨®n para m¨ª abrir esta legislatura, que, sin duda, va a ser plural en iniciativas y en resultados. Y de la que el pueblo espa?ol, con serena impaciencia, espera un servicio inaplazable para progresar en todos los ¨®rdenes y conseguir el robustecimiento de su tranquilidad.
Vuestra tarea consiste, precisamente, en dar cauce propicio al desaf¨ªo que como pueblo nos hacen las circunstancias.
Es necesario un concierto total de voluntades libres, coherentes y agrupadas para obtener fuerza pol¨ªtica. Un concierto simult¨¢neo de ideas, de proyectos y realizaciones.
De esa inmensa fecundidad; de ese constante imaginar, proyectar y realizar; de ese esfuerzo de todos por asegurar el presente y crear el futuro; de la vehemencia con la que chocan las opiniones que se manifiestan, no se desprende desorden ni guerra social. Es tan s¨®lo el ejercicio de la libertad.
Yo os pido que, en la conjunci¨®n ordenada de las discrepancias parlamentarias, respond¨¢is cada uno en la medida precisa a este reto de construir una naci¨®n cada vez m¨¢s pr¨®spera, que, con la ayuda de Dios, hemos de legar, como un tesoro, pero tambi¨¦n como una responsabilidad y un riesgo, como una honrosa carga a nuestros hijos.
A vosotros corresponde devolver al pueblo, con leyes justas, oportunas, integradoras y prudentes, la confianza que ¨¦l ha depositado en las Cortes Generales.
En la demanda de esa gran tarea declaro abierta la legislatura".
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