Un homenaje a la poes¨ªa
A las 21.10 de anoche, en el Ayuntamiento de Estocolmo, frente a los reyes de Suecia, fue la tercera vez en tres d¨ªas en que Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, premio Nobel de Literatura, estuvo a punto de llorar. Las veces restantes fueron cuando se alz¨® para agradecer a los que llenaban la Academia Sueca el aplauso c¨¢lido con que se acogi¨® su discurso sobre la soledad de Am¨¦rica Latina pronunciado el pasado mi¨¦rcoles; la segunda vez fue cuando termin¨® de ponerse el liqui-liqui de lino blanco, el traje de gala caribe?o con el que acudi¨® ayer, con una rosa amarilla en la mano, a recoger el premio que ha merecido su literatura.A las 21.10 de anoche, Garc¨ªa M¨¢rquez comenz¨® su discurso de brindis ante los reyes e hizo una exaltaci¨®n de la poes¨ªa. "Quiero creer, amigos", dijo, "que este es una vez m¨¢s, un homenaje que se rinde a la poes¨ªa. A la poes¨ªa por cuya virtud el agobiante inventario de las naves que enumer¨® en su Il¨ªada el viejo Homero est¨¢ visitado por un viento que la empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poes¨ªa que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos de Dante, toda la f¨¢brica densa y colosal de la Edad Media".
Como hizo otras veces durante su estancia en Estocolmo, Garc¨ªa M¨¢rquez record¨® a Neruda, el poeta chileno que tambi¨¦n obtuvo el galard¨®n. La poes¨ªa de la que habla el autor de Cien a?os de soledad es la que "con tan evidente como milagrosa totalidad rescata a nuestra Am¨¦rica en Las alturas de Machu-Pichu de Pablo Neruda el grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sue?os sin salida. La poes¨ªa, en fin, esa energ¨ªa secreta en la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina y contagia el amor y repite las im¨¢genes en los espejos".
Garc¨ªa M¨¢rquez habl¨® de sus maneras de luchar contra la muerte y declar¨® ante los reyes suecos que "en cada l¨ªnea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los esp¨ªritus esquivos de la poes¨ªa, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoci¨®n por sus virtudes de adivinaci¨®n, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte".
Escenario cordial
El l¨ªqui-liqui de Garc¨ªa M¨¢rquez y su rosa amarilla no fueron las ¨²nicas novedades que el premio nobel colombiano llev¨® al estricto protocolo de la celebraci¨®n de entrega de los premios y del banquete posterior. Los cuarenta amigos que el escritor se trajo de su pa¨ªs y de otros lugares del mundo -Barcelona y M¨¦xico, entre ellos- formaban parte tambi¨¦n de su escenario cordial: todos ellos se distingu¨ªan de los 1.700 invitados con frac y traje oscuro, porque en cada una de sus solapas aparec¨ªa una flor amarilla como la que luc¨ªa el Nobel.
No fue extra?o que en esa atm¨®sfera de solidaridad los aplausos m¨¢s sonoros de la noche fueran para el autor de Aracataca. El calor hab¨ªa sido avivado por el intermezzo interrotto de Bela Bartok que los organizadores del acto eligieron para dar gusto musical al escritor.
Con la misma rosa amarilla en la solapa, sigui¨® los actos, cerca del primer ministro socialista sueco Olof Palme y de la esposa del presidente franc¨¦s Mitterrand, el escritor y asesor de este ¨²ltimo Regis Debray. Los tres celebraron anteayer con Garc¨ªa M¨¢rquez una cena en la que despu¨¦s de comer un filete de res y unas frutas gelatinadas, mantuvieron una larga conversaci¨®n sobre las perspectivas que tiene Centroam¨¦rica.
Aparentemente, la conclusi¨®n de esta discusi¨®n privada fue que la anunciada invasi¨®n de Nicaragua por parte norteamericana est¨¢ siendo pospuesta porque Washington no cree que sea el momento internacional adecuado para ello. Unas perspectivas de negociaci¨®n son complicadas pero ciertas.
Antes, Olof Palmer ley¨® un discurso en franc¨¦s y castellano en el que record¨® el ejemplo de Pablo Neruda y Salvador Allende en Chile y el propio ejemplo de la obra de Garc¨ªa M¨¢rquez como relato en el que se vislumbra "un encuentro entre la fantas¨ªa profundamente creadora por un lado y por el otro la historia sangrienta de un continente entero y el anhelo ind¨®mito de sus pueblos por la libertad y la dignidad humana".
Olof Palme -a cuyo lado se sentaba el ex primer ministro turco Bulent Ecevit, que est¨¢ bajo arresto domiciliario en su pa¨ªs y cuyo viaje a Suecia ha sido permitido con ocasi¨®n del Nobel- record¨® la obsesi¨®n de Neruda por la presencia de las dictaduras, habl¨® de la tiran¨ªa de Pinochet en Chile, conden¨® todas las dictaduras y, para dar una nota optimista al panorama, cit¨® a G¨¹nter Grass, que hace unas semanas escribi¨® que "la literatura, a la larga, siempre ha triunfado sobre los tiranos". La poes¨ªa, dijo Palme, siempre est¨¢ inscrita en las perspectivas del porvenir.
La poes¨ªa ha sido protagonista del Nobel de este a?o. Pero tambi¨¦n lo ha sido la guerra y la opresi¨®n. Al t¨¦rmino de su brindis, el joven premio Nobel de F¨ªsica, el norteamericano Keneth G. Wilson, subray¨® la necesidad cient¨ªfica de trabajar por la paz y subray¨® que la mayor barrera para el progreso humano es la carrera internacional de armamentos.
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