Pol¨¦mica sobre las vanguardias en la presentaci¨®n del ¨²ltimo libro de Tom Wolfe
Umbral y los arquitectos Boh¨ªgas y Tusquets hablaron de la obra en Barcelona
Los arquitectos Oriol Boh¨ªgas, en el papel del fiscal, y Oscar Tusquets, en el de abogado defensor, con Francisco Umbral y Jorge Herralde como espectadores imparciales, presentaron el pasado martes, en el Colegio de Arquitectos de Barcelona, el ¨²ltimo libro del escritor Tom Wolfe, ?Qui¨¦n teme a la Bauhaus feroz? M¨¢s de quinientas personas asistieron al acto, que se anunciaba como una pol¨¦mica sobre las vanguardias arquitect¨®nicas.
"Se supone que yo estoy contra el libro de Wolfe y no es cierto", empez¨® diciendo Bohigas, para a?adir a continuaci¨®n que el texto le hab¨ªa parecido "sensacional como libro, es decir, como ejercicio literario. Es una cr¨®nica social aguda y divertida, que sin embargo creo que adolece de falta de final". El libro, seg¨²n resumi¨® Bohigas, a petici¨®n de Herralde, es una an¨¢lisis de la cultura americana centrada en las repercusiones de la llegada de los miembros de la Bauhaus a los Estados Unidos, "grupo que fue mitificado", dijo Bohigas, "y ahora Wolfe ridiculiza el mito". Para Bohigas se trata de un libro tramposo "que recoge s¨®lo aquellos episodios que van bien para el argumento. La primera trampa es asimilar la vanguardia europea a una obsesi¨®n por la actitud antiburguesa". Por otra parte, sigui¨® explicando Bohigas, se habla de vanguardias arquitect¨®nicas europeas ci?¨¦ndose a un ¨²nico aspecto de las mismas "no hay ni una sola cita de Alvar Alto o del neorrealismo italiano o del neoempirismo n¨®rdico".Bohigas prosigui¨® mostrando sus dudas respecto a que la influencia que Wolfe afirma se produce en la arquitectura americana por la llegada de los europeos sea real. "Miess no es el mismo en Europa y en Am¨¦rica. Hay una transformaci¨®n en los miembros de la Bauhaus en Am¨¦rica bajo la influencia de la arquitectura del rascacielos".
?scar Tusquets acept¨® el papel que se le hab¨ªa asignado de defensor del libro. "Estoy de acuerdo con Wolfe", dijo, "a quien sigo con atenci¨®n desde La palabra pintada, un libro que ahorra muchas otras lecturas. Lo que m¨¢s me fascina de Wolfe es que explica cosas vividas u o¨ªdas, frente a otros escritores que hablan de lo que han le¨ªdo. Por ejemplo, encuentro apasionante que explique que un astronauta tiene ganas de hacer pip¨ª o que diga que la Bauhaus ol¨ªa a ajo, porque a casi todos les dio por hacerse vegetarianos".
Seg¨²n Tusquets el libro tiene un arranque brillante y un final conflictivo. Para comprender bien la cr¨ªtica que Wolfe hace de la arquitectura moderna hay que tener en cuenta que "el estilo intemacional ha sido tan dictatorial, absorvente y castrante como Wolfe dice. Las academias siempre han sido coercitivas, cuanto mejor es la academia m¨¢s coercitiva es, porque m¨¢s convence. Influye incluso en quines pretendemos mantenernos al margen de ella. Federico Correa -sigui¨® diciendo Tusquets- escribi¨® que en la arquitectura moderna no ha habido nunca un Kremlin o un Vaticano, yo creo que s¨ª lo ha habido".
Respecto a la ausencia de final feliz, comentada por Bohigas, discrep¨® Tusquets, al afirmar que en realidad lo que hay es un final vago "no s¨¦ si por culpa de Wolfe o nuestra. Seguramente por culpa nuestra".
Umbral se mostr¨® disconforme con la inexistencia del final feliz. "Lo hay", dijo, "s¨®lo que no est¨¢ al final. Wolfe se pasa el libro hablando de la arquitectura tradicional americana, no contaminada de europe¨ªsmo. Ese es su final".
Para Umbral Wolfe empez¨® como cr¨ªtico desde una cierta izquierda y ha acabado, como consecuencia del ¨¦xito, "pegado al sistema americano". Desde esta perspectiva el libro toma el pretexto de la arquitectura para trazar un mundo de buenos, los americanos tradicionales, malos, los europeos "a los que Wolfe llama los dioses blancos en una parodia del descubrimiento de Am¨¦rica", y tontos "los arquitectos que se dejaron influenciar por la llegada de los dioses blancos". Hay pues, en opini¨®n de Umbral, un cierto chovinismo, que culminar¨ªa "en una arquitectura de la casa de la pradera".
A partir de aqu¨ª se abri¨® un coloquio entre los miembros de la mesa. Mientras Umbral afirmaba que el libro era un western y que las relaciones entre arquitectos no son tan duras como Wolfe pretende, Tusquets discrepaba, afirmando que la lucha entre los arquitectos llega a ser "de lucha por la supervivencia. Es como si en un barco caben s¨®lo treinta y resulta que hay tres m¨¢s. Esos sobran y, naturalmente, nadie quiere bajarse".
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