Un embri¨®n
Entre bobos anda el juego, de Francisco de Rojas, completa (con Federico, estrenada el d¨ªa anterior) la breve temporada -de paso, por unos d¨ªas- de la compa?¨ªa Juli¨¢n Romea, de Murcia, en el teatro Bellas Artes, de Madrid. C¨¦sar Oliva ha elegido una de las v¨ªas actuales para tratar de hacer de los cl¨¢sicos espect¨¢culos divertidos una insistencia en la farsa, una cierta deshumanizaci¨®n.Todos los personajes act¨²an como graciosos, y el gracioso, a su vez, fuerza en ese sentido su propia interpretaci¨®n. Amu?ecados, con vocecillas destempladas, imparables dentro de un movimiento perpetuo, los personajes tratan de hacer olvidar as¨ª la inverosimilitud en que nacieron, hechos para otros temperamentos de espectadores, para otra sociedad, para otras costumbres de las que el autor hac¨ªa ya una cierta burla, pero con un cierto equilibrio de lirismo.
Entre bobos anda el juego, de Francisco de Rojas
Int¨¦rpretes: Isabel Barcel¨®, Resu Morales, Manolo Ort¨ªn, Paco Paredes, Juan Bastida, Jos¨¦ A. Arnaldos, Pedro Leal, Laura Navarrete, Angel Amor¨®s. Escenograf¨ªa de Juan Antonio Molina. Vestuario de Jos¨¦ A. Arnaldos. M¨²sica de Jos¨¦ Mar¨ªa Galiana. Director: C¨¦sar Oliva. Compa?¨ªa Juli¨¢n Romea, de Murcia. Estreno: Teatro Bellas Artes. 13 de enero de 1983.
Hay en este tipo de direcci¨®n que ha elegido C¨¦sar Oliva como un cierto paternalismo para con el cl¨¢sico, una manera de protecci¨®n para que se pase un poco por encima de una simplicidad que con los siglos se ha desarrollado y se ha hecho enormemente m¨¢s compleja, aun sin salir del terreno de la diversi¨®n: del vodevil y sus puertas, sus equ¨ªvocos de pareja, sus ansiedades amorosas aparentemente contrariadas, y al final -feliz- cumplidas. Ya los autores mismos del siglo de oro introduc¨ªan en esta clase de teatro entremeses, canciones o bailes, para dar un valor a?adido a la obra: el director ha seguido tambi¨¦n esa prudente costumbre.
La compa?¨ªa Juli¨¢n Romea es uno de los numerosos intentos de descentralizaci¨®n del teatro que se est¨¢n haciendo en Espa?a. Su director cuenta en el programa que el entusiasmo suple la escasez: son nueve actores, dos t¨¦cnicos, "con presupuestos de mejor no hablar". Es un embri¨®n de lo que podr¨ªa llegar a ser -o de lo que estos teatros llegar¨¢n a ser- cuando la ayuda y el mantenimiento sea mejor. Es un camino del teatro; a¨²n se puede decir que es una necesidad. El problema est¨¢ en que no se ahogue antes de que encuentre posibilidades de desarrollo.
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