Julio Maruri muestra su trabajo pict¨®rico y literario en la Fundaci¨®n Santillana
Julio Maruri, poeta primero, pintor despu¨¦s, artista tard¨ªo, vuelve a Cantabria de la mano de la Fundaci¨®n Santillana, con una muestra retrospectiva de su obra pict¨®rica y literaria. Desde un Par¨ªs que Maruri ha adoptado como segunda patria chica, el artista regresa a Santillana del Mar, la villa donde un d¨ªa de finales de los a?os cuarenta descubri¨® una dimensi¨®n desconocida del arte durante la celebraci¨®n del Congreso de Altamira.
La vocaci¨®n tard¨ªa de Julio Maruri (Santander, 1920) -su primer libro de poemas, Las aves y los ni?os, tiene fecha de 1945 y de tres a?os m¨¢s tarde su llegada a las salas de exposiciones- tiene una explicaci¨®n l¨®gica por el momento hist¨®rico que le toc¨® vivir. "Yo fui soldado de la quinta del 41, que estuvo cinco a?os en el servicio militar; por eso reclamo del Gobierno espa?ol una indemnizaci¨®n moral por secuestro y abuso de poder para todos los que como yo, hijos de peque?os comerciantes, agricultores, de obreros -porque los de buenas familias se libraron-, debimos permanecer cinco a?os en el Ej¨¦rcito". Pero si tard¨ªa fue su entrada en el mundo art¨ªstico, o quiz¨¢ por ello mismo, los a?os posteriores se significaron por una actividad febril.Para Maruri, 1947 fue un a?o determinante. Un libro de poemas titulado Los a?os obtiene el acc¨¦sit del Premio Adonais, que ese a?o tuvo como ganador a Jos¨¦ Hierro. Es tambi¨¦n el de la preparaci¨®n de su primera exposici¨®n de dibujos realizados a tinta china, que en 1948 se expone en la sala del diario Alerta. Un total de veinti¨²n dibujos, algunos de los cuales se exponen en la muestra retrospectiva instalada en la torre de Don Borja, sede de la Fundaci¨®n Santillana, que es recibida con desigual cr¨ªtica, si bien cuenta desde el primer momento con el apoyo entusiasta del gran pintor c¨¢ntabro Pancho Coss¨ªo.
A la sombra de Altamira
A partir de ese momento los hechos se suceden con rapidez en la vida de Maruri. En 1949-1950 descubre, a la sombra de Santillana y su Congreso de Altamira, una nueva dimensi¨®n del arte de la mano del escultor Angel Ferrant y el ceramista Jos¨¦ Llorens Artigas. En 1951, una s¨²bita crisis de identidad le lleva a buscar nuevos caminos en los monasterios del Carmelo, aunque su vida mon¨¢stica no le separa de la pintura, y as¨ª en 1958 expone primero en Madrid -"Como no pod¨ªa estar all¨ª, me, representaba Pancho Coss¨ªo, que todos los d¨ªas pasaba por la galer¨ªa para luego contarme c¨®mo los j¨®venes pegaban la nariz al cristal de los cuadros para apreciar mi trabajo"- y luego en la galer¨ªa Sur, de Santander, una colecci¨®n de ceras y gouaches. En 1963, tras participar en B¨¦lgica en tareas de restauraci¨®n de un monasterio de la orden, decide no regresar a Espa?a y establecerse en Bruselas primero y luego en Par¨ªs. Primero en la Rue des Ecoles y luego en Campiegne, en un palacio que en su d¨ªa ocup¨® la familia real espa?ola prisionera de Napole¨®n, as¨ª como Eugenia de Montijo. All¨ª instala su taller y se relaciona con los pintores franceses pertenecientes al movimiento Realit¨¦ Nouvel.Como todos los artistas, Maruri se resiste a definir su obra. "En la pintura", afirma, "no hay m¨¢s que una cosa, no tener miedo nunca de estropear un cuadro". A ella se dedica enteramente desde mediados de los sesenta, con espor¨¢dicas incursiones en el campo po¨¦tico, lo que, seg¨²n algunos cr¨ªticos, es lamentable, porque "se gana, un pintor, pero se pierde un poeta". Marcados por la aparici¨®n en 1970 del libro Entre Laredo y Holanda, parte de una obra m¨¢s amplia, que bajo el t¨ªtulo de Como animal muy limpio puede aparecer en los pr¨®ximos meses, en lo que supondr¨ªa el reencuentro de Maruri con la poes¨ªa.
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