El horizonte econ¨®mico de 1983
1. El cuadro macroecon¨®micoCOMO CORRESPONDE al Gobierno de una moderna democracia industrial, el ministro de Econom¨ªa y Hacienda ha presentado ante el pleno del Congreso de los Diputados las previsiones econ¨®micas para el a?o 1983. El cuadro macroecon¨®mico cifra, en primer lugar, el objetivo b¨¢sico de la actividad econ¨®mica: El crecimiento de la producci¨®n total de bienes y servicios, que el Gobierno centra en un 2%.
Junto a este objetivo final se prev¨¦ un 12% en el alza de los precios al consumo a lo largo del a?o. Esta disminuci¨®n de dos puntos en los niveles de inflaci¨®n (14% en 1982) se articula con el empe?o de contener el crecimiento de la cantidad de dinero por debajo del 15% durante el a?o (16,1% en 1982). Si se cumpliese la meta que se ha marcado la pol¨ªtica monetaria, no habr¨ªa que temer sorpresas desagradables por el lado de la balanza de pagos. La peseta mantendr¨ªa su actual cotizaci¨®n frente al conjunto de las otras monedas y, si se produce un descenso del precio del petr¨®leo, como parece probable, se ampliar¨ªa el margen de maniobra en la lucha contra la inflaci¨®n.
El crecimiento de la producci¨®n se pretende conseguir a trav¨¦s de una pol¨ªtica fiscal expansiva y del doble efecto de un crecimiento de las exportaciones junto al descenso de las importaciones. Esta estrategia, adem¨¢s de arriesgada, resulta dif¨ªcil de armonizar. Una expansi¨®n de la actividad del sector p¨²blico supone una mayor presi¨®n fiscal y, en definitiva, una carga adicional para las empresas. Adem¨¢s, los efectos de la redistribuci¨®n de rentas, impl¨ªcita en el aumento de las transferencias, v¨ªa presupuestos del Estado y de la Seguridad Social, provocan de modo primordial un est¨ªmulo al consumo que repercute antes por el lado de las importaciones que por el de las exportaciones.
En el esquema de previsiones elaborado por el Gobierno se estima, sin embargo, que la cantidad de mercanc¨ªas importadas y servicios tur¨ªsticos vendidos aumente en cantidad en un 5% en 1983. Este incremento es bastante ambicioso si se compara con la estimaci¨®n del 0,25% de aumento para los siete grandes pa¨ªses de la OCDE. Pero, sin duda, la evoluci¨®n de las exportaciones constituye el banco de pruebas en el que ha de demostrarse si la econom¨ªa espa?ola queda o no rezagada en la dura competencia internacional. As¨ª mismo, la exportaci¨®n es el ¨²nico medio de liberarnos sin nuevas cargas de la pesada hipoteca de la factura del petr¨®leo que, como sexto importador mundial, repercute decisivamente en nuestra balanza de pagos.
La elevaci¨®n del gasto p¨²blico (gastos de funcionamiento de las Administraciones P¨²blicas, excluidos los de personal e incluidos los gastos militares) es el segundo elemento de dinamismo para conseguir suscitar el crecimiento del PIB en el 2% fijado. Sin embargo, este papel m¨¢s activo desempe?ado por el gasto p¨²blico implica un d¨¦ficit, como diferencia entre sus ingresos y gastos, de 1,24 billones de pesetas. Esta cantidad no es ni m¨¢s ni menos que un 40%, aproximadamente, de la recaudaci¨®n impositiva del Estado de 1982. Esta magnitud, con independencia de su comparaci¨®n con el d¨¦ficit final de 1982, es tambi¨¦n motivo de seria preocupaci¨®n por sus posibles repercusiones en la ordenada conducci¨®n de la pol¨ªtica monetaria y, en general, de todo el proceso econ¨®mico. El d¨¦ficit deber¨¢ ser financiado con el ahorro de los particulares y con el ahorro procedente del resto del mundo. En el caso de una sociedad como la espa?ola, con unos bajos niveles de ahorro, la cobertura de las necesidades de financiaci¨®n del sector p¨²blico, en la proporci¨®n anunciada, es un factor de encarecimiento del dinero que se tome a cr¨¦dito. El recurso del ahorro exterior siempre significa aumentar nuestro ya elevado endeudamiento con el extranjero. Desde una perspectiva menos general, tambi¨¦n sorprende la gran cantidad de recursos puestos en manos de una Administraci¨®n, cuya gesti¨®n no se ha distinguido hasta el momento por la eficacia.
El Gobierno ha dise?ado, as¨ª, una pol¨ªtica econ¨®mica a trav¨¦s de su formulaci¨®n del cuadro macroecon¨®mico. Si todos los elementos se acoplan y la econom¨ªa tiende hacia el crecimiento del 2% anunciado, sin tormentas en los precios con el tipo de cambio de la peseta, no habr¨¢ motivos para revisar el rumbo trazado. Si, por el contrario, la econom¨ªa encalla en los arrecifes de la inflaci¨®n y el desequilibrio de la balanza de pagos, no habr¨¢ m¨¢s remedio que aceptar las realidades cotidianas y corregir la estrategia elegida. Por fortuna, el descenso de los precios del petr¨®leo y los primeros indicios de una recuperaci¨®n de la econom¨ªa estadounidense traen alg¨²n rayo de esperanza al sombr¨ªo panorama internacional. Si estas mejoras se hacen palpables, debemos aprovecharlas a toda costa.
2. La negociaci¨®n salarial
Finalmente, se confirma la salida del humo blanco. Entre la tesis del mantenimiento del poder adquisitivo y la ant¨ªtesis del beneficio empresarial se ha alumbrado la s¨ªntesis de una banda salarial del 9,5%-12,5% para 1983. El punto central de la banda, 11%, es pr¨¢cticamente el mismo que resulta de sumar las cuatro cifras de las propuestas iniciales (11%-13% por los sindicatos y 10%-12% por la CEOE) y dividirlas por cuatro. Este resultado confirma que la soluci¨®n pactada satisface de modo casi proporcional a las dos partes. El incremento de los salarios no se traduce en una carga intolerable para las empresas y la demanda interior de bienes de consumo no se ver¨¢ reducida por una dr¨¢stica compresi¨®n del poder de compra de los trabajadores. Recu¨¦rdese, adem¨¢s, que, debido a una serie de factores -antig¨¹edad, horas extraordinarias estructurales, promoci¨®n profesional, etc¨¦tera-, el salario de convenio, en t¨¦rminos de salario por persona ocupada, registra un deslizamiento hacia arriba de unos dos o tres puntos. Esta es, al menos, la experiencia hist¨®rica de los ¨²ltimos a?os. En definitiva, los salarios pactados para el pr¨®ximo a?o confirmar¨ªan las previsiones gubernamentales de un ligero incremento del consumo privado en 1983, si no se producen, por supuesto, imprevistos catastr¨®ficos.
El acuerdo recoge asimismo una cl¨¢usula sobre el n¨²mero de horas trabajadas y tambi¨¦n parece incluir el compromiso de que no habr¨¢ nuevas reducciones de la jornada laboral el pr¨®ximo a?o. La semejanza con el caso franc¨¦s no hace sino confirmar el realismo de este compromiso en una ¨¦poca de dificultades econ¨®micas, con la correspondiente necesidad de no perder competitividad frente a otros pa¨ªses.
El retraso en la fecha para la revisi¨®n si el ¨ªndice del coste de la vida sube por encima del 12% previsto hasta el tercer trimestre (lo que equivaldr¨ªa a un aumento de los precios al consumo del 9% hasta septiembre) es tambi¨¦n m¨¢s razonable que la indiciaci¨®n de los salarios con el alza de los precios ocurrida en el primer semestre. Como recuerda un reciente informe del Banco de Espa?a sobre nuestra econom¨ªa en 1982, el "tipo de cl¨¢usula de salvaguardia instrumentada en al ANE resulta influida por el perfil del ¨ªndice del precio: el 7,8% de aumento registrado hasta junio implicar¨ªa un 16,22% de variaci¨®n del IPC a lo largo del a?o". La correcci¨®n efectuada resulta as¨ª mucho m¨¢s neutral. Sin embargo, en el caso espa?ol, a diferencia de lo ocurrido recientemente en Italia por las correcciones aplicadas al mecanismo de escala m¨®vil, las alzas de precios superiores al 12%, de la inflaci¨®n prevista por el Gobierno socialista repercuten de modo autom¨¢tico y en su totalidad en la revisi¨®n salarial. En Italia se ha aceptado que no repercuta en su totalidad, con el fin de preservar el beneficio de las empresas y tambi¨¦n con el prop¨®sito de que la inflaci¨®n se vaya aproximando a los niveles medios de los pa¨ªses industriales.
Ahora bien, despu¨¦s de la mayor¨ªa absoluta conseguida por el partido socialista, y a pesar de la gravedad de la situaci¨®n econ¨®mica, habr¨ªa constituido una gran frustraci¨®n comprimir las esperanzas de una poblaci¨®n trabajadora que confiaba, por lo menos, mantener su capacidad adquisitiva y que de la noche a la ma?ana se hab¨ªa encontrado con una contundente subida de los precios de la gasolina y de otros productos esenciales.
En ¨²ltima instancia, los resultados de la negociaci¨®n salarial confirman los deseos de entendimiento de empresarios y trabajadores de vivir pac¨ªficamente dentro del orden pol¨ªtico y econ¨®mico marcado por la Constituci¨®n. Tambi¨¦n ahora, adem¨¢s de al Gobierno, corresponde el turno a los empresarios y a los inversionistas para tratar de sacar al pa¨ªs de este profundo surco al que ha sido empujado por la recesi¨®n y la crisis.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Bajas maternidad
- MEH
- Opini¨®n
- Pacto social
- Estructura econ¨®mica
- II Legislatura Espa?a
- Negociaci¨®n colectiva
- Crecimiento econ¨®mico
- Informes econ¨®micos
- Bajas laborales
- Presidencia Gobierno
- Salarios
- Maternidad
- Pol¨ªtica industrial
- Gobierno de Espa?a
- PSOE
- Comercio internacional
- Familia
- Coyuntura econ¨®mica
- Legislaturas pol¨ªticas
- Pol¨ªtica econ¨®mica
- Gobierno
- Relaciones laborales
- Partidos pol¨ªticos
- Condiciones trabajo