Historia y emancipaci¨®n
La aportaci¨®n de Marx a la teor¨ªa de la historia ha sido caracterizada de modos muy diversos, hasta el punto de haberse hecho, del materialismo hist¨®rico -de cuyos c¨¢nones s¨®lo cabe encontrar una formulaci¨®n relativamente sistem¨¢tica en dos pasos de la obra marxiana: en La ideolog¨ªa alemana y en el pr¨®logo del 1 de enero de 1859 a la Contribuci¨®n a la cr¨ªtica de la econom¨ªa pol¨ªtica- una concepci¨®n del mundo, una gu¨ªa y un m¨¦todo (Engels), una filosof¨ªa especulativa de la historia e incluso una escatolog¨ªa.Es posible que esa pluralidad de lecturas tenga, con independencia de lo desenfocado de alguna de ellas, un fundamento. Porque si a prop¨®sito del sujeto revolucionario hay en Marx un evidente dualismo -dado su ¨¦nfasis alternativo en la acci¨®n conscientemente revolucionaria del proletariado industrial, en cuanto clase universal, sustentadora de la especie, dado su papel central en la producci¨®n, y portadora del ¨²nico sistema de valores realmente universalizable, y en la contradicci¨®n entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producci¨®n en que aqu¨¦llas se enmarcan como fuerza motriz del proceso revolucionario-, como lo hay tambi¨¦n en lo que hace al expansionismo propio del modelo social burgu¨¦s, a un tiempo alabado por Marx por su capacidad para "revolucionar incesantemente los medios de producci¨®n" y censurado por sus consecuencias negativas y alienantes para la clase obrera y, por ende, para la especie, a prop¨®sito de la historia puede, sin duda, afirmarse que Marx ha elaborado tanto elementos significativos para una teor¨ªa de la evoluci¨®n social como un conjunto de hip¨®tesis heur¨ªsticas puestas en obra, por ejemplo, bajo el primado de la concreci¨®n hist¨®rica, en El 18 de Brumario de Luis Bonaparte. Y todo ello no en orden a los objetivos propios de un cient¨ªfico social que se asume, simplemente, como tal, sino en el marco de una praxeolog¨ªa muy concreta. Porque el marxismo no es, ciertamente, ciencia en sentido estricto. Es, ante todo, una de las grandes tradiciones emancipato r¨ªas del mundo moderno. Raz¨®n por la que, a prop¨®sito de ¨¦l, no cabe hablar de crisis por la refutaci¨®n de alguna de sus tesis o de al guna de sus prognosis. S¨®lo las verdades religiosas resultan irrefutables... Otra cosa es, desde lue go, que alguno de los supuestos b¨¢sicos del programa emancipatorio marxiano precise, al hilo de la evoluci¨®n misma del capitalismo contempor¨¢neo, de importantes reformulaciones.
Desarrollo l¨®gico
Es posible, de todos modos, que entre dicha teor¨ªa de la evoluci¨®n social, con sus conceptos centrales -trabajo social, modo de producci¨®n, fuerzas productivas y relaciones de producci¨®n, sucesi¨®n de modos de producci¨®n en una serie que permite reconocer la direcci¨®n de la evoluci¨®n social en la ordenaci¨®n de su desarrollo l¨®gico, desde el modo de producci¨®n de la comunidad primitiva de las hordas preculturales y de las sociedades tribales al socialista, as¨ª como los espec¨ªficamente propios del modo de producci¨®n al,estudio de cuya anatom¨ªa m¨¢s tiempo ha dedicado Marx: el capitalista- y las hip¨®tesis heur¨ªsticas m¨¢s relevantes del materialismo hist¨®rico -el teorema de la sobreestructura o de la funci¨®n directiva que en toda formaci¨®n social, al igual que en la evoluci¨®n social misma, asume la estructura econ¨®mica, de la que todas las manifestaciones sociales vendr¨ªan a depender conc¨¦ntricamente, as¨ª como la de la dial¨¦ctica entre las fuerzas productivas y las relaciones de producci¨®n, con la consiguiente noci¨®n de crisisexistan relaciones m¨¢s estrechas de lo que algunas reconstrucciones recientes del materialismo hist¨®rico, como la, tan brillante, por lo dem¨¢s, de J¨¹rgen Habermas, permitir¨ªan suponer. Tan estrechas, que alguien podr¨ªa sentirse incluso tentado a subsum¨ªr la primera en el cuerpo reticular de las segundas una vez, aceptada la trivialidad de que no hay explicaci¨®n cient¨ªfica que pueda prescindir de leyes, por tendenciales que ¨¦stas sean, y que las leyes no son sino hip¨®tesis actualizadas.
Las fuerzas destructivas
Porque si el ¨¦nfasis en el materialismo hist¨®rico como teor¨ªa de la evoluci¨®n social -teor¨ªa inseparable, por otra parte, en la tradici¨®n marxiana, de su funci¨®n plausibilizadora de estrategias revolucionarias o reformistas- ha podido suscitar la identificaci¨®n de aqu¨¦l con el trazado de un desarrollo emancipatorio unilinear, necesario, ininterrumpido y ascendente de un macrosujeto hacia la verdadera historia, esto es, la dirigida de un modo consciente y racional por hombres libremente asociados, la consciencia del car¨¢cter hipot¨¦tico y heur¨ªstico de las segundas ha permitido corregir todo determinismo y toda hip¨®stasis de lo que es, a lo sumo, una prognosis basada en tendencias, a profec¨ªa veterotestamentaria. Convendr¨ªa, en este sentido, reflexionar sobre la visi¨®n nada fatalista ni euroc¨¦ntrica de la determinaci¨®n hist¨®rica y. el enfoque en absoluto necesitarista de las posibilidades hist¨®ricas que abren las relaciones estructurales que, recurriendo a ejemplos hist¨®ricos concretos, desarroll¨® Marx en su c¨¦lebre carta de noviembre de 1877 a prop¨®sito del posible paso de Rusia de las comunidades aldeanas al socialismo ahorr¨¢ndose "las torturas" del sistema capitalista: "As¨ª, pues, unos acontecimientos de llamativa analog¨ªa, pero desarrollados en diferentes medios hist¨®ricos, desembocaron en resultados por completo diferentes. Si se estudia cada uno de esos procesos por s¨ª mismo y luego se comparan unos con otros, se encuentra f¨¢cilmente la clave del fen¨®meno; pero nunca se conseguir¨¢ abrir sus puertas con la ganz¨²a de una teor¨ªa hist¨®rico-folos¨®fica general cuya mayor excelencia consista en ser suprahist¨®rica". Es evidente, por ¨²ltimo, que ciertas lecturas cl¨¢sicas de la hip¨® tesis seg¨²n la cual llegado un mo mento determinado de su desarrollo, las fuerzas productivas entran en contradicci¨®n con las relacio nes vigentes de producci¨®n no resultan ya primariamente defendibles. Como contradicci¨®n se ha entendido muchas veces el contraste -cada vez m¨¢s marcado, ciertamente- entre la socializaci¨®n de la principal fuerza productiva, el trabajo, cada vez m¨¢s social, y las relaciones vigentes de producci¨®n, cada vez m¨¢s privadas. Pero no ha dejado tambi¨¦n de entenderse como tal, en efecto, el supuesto freno que las relaciones de producci¨®n vendr¨ªan a imponer a un ulterior desarrollo de las fuerzas productivas, freno utilizable como condici¨®n estructural de posibilidad de la acci¨®n subjetiva revolucionaria. S¨®lo que como vienen argumentando ya no pocos, la conversi¨®n creciente de la ciencia en fuerza productiva directa ha ido acentuando el car¨¢cter destructivo de algunas de esas fuerzas cient¨ªficamente potenciadas. Sin olvidar, claro es, los argumentos de quienes en t¨¦rminos globales -y chocando frontalmente con la arraigada consciencia, sobre todo entre la clase obrera occidental, de la ecuaci¨®n desarrollo/bienes razonan la necesidad de renunciar hoy, en cualquier programa emancipatorio, al expansionismo propio de nuestro modelo civilizatorio. (Sin olvidar, de todos modos, que la consciencia de la destructividad del desarrollo capitalista late, asimismo, en el universo textual marxiano...)
Compleja crisis de civilizaci¨®n
Que la emancipaci¨®n no puede ser ya enfocada de modo primariamente econ¨®mico- social y s¨®lo en segundo. t¨¦rmino ideol¨®gico y pol¨ªtico, dada la presencia del Estado en la base productiva; o que la fragmentacion y pluralizaci¨®n del sujeto revolucionario por v¨ªas poco cl¨¢sicas, a consecuencia, entre otros factores, del excedente de consciencia que permiten las actuales condiciones de trabajo; o que las resoluciones que parecen apuntarse -o no apuntarse- a la actual crisis civilizatoria, que tan disciplinante efecto est¨¢ teniendo, no coinciden con las expectativas ortodoxas, son ya, por otra parte, t¨®picos tambi¨¦n de cierta izquierda. S¨®lo que su horizonte es a¨²n, a pesar de las apariencias, el contorneado por Marx. Y en el terreno que da sentido a¨²n a su legado -y al de algunos otros-: el de las expectativas emancipatorias de una humanidad a cuya autoconsciencia social tanto -contribuy¨® el autor de El capital.
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