La 'tercera v¨ªa' de la ense?anza musical
Grupos de ni?os aprenden m¨²sica en El Escorial y la difunden por la provincia de Madrid
Los s¨¢bados por la ma?ana Luc¨ªa Rodr¨ªguez coge su viol¨ªn y va con los otros artistas a tocar en alg¨²n pueblo de la sierra de Madrid. Los hijos de los campesinos y alba?iles, ejecutivos y gitanos dejan de jugar al f¨²tbol o ver los dibujos animados en la tele o tirar contra gorriones con un rifle de aire comprimido, y acuden al colegio a escuchar a Beethoven. Luc¨ªa tiene seis a?os. Muchos de sus oyentes, menos.En estos Conciertos de Divulgaci¨®n todo se toca en menor el viol¨ªn de Luc¨ªa apenas mide 40 cent¨ªmetros de largo, las composiciones que se interpretan son cortas y sencillas, y se act¨²a desde un diminuto escenario improvisado. Los pocos mayores que aparecen por ah¨ª tienen que agacharse en las peque?as sillas de los p¨¢rvulos, con las rodillas casi en las narices.
Y el programa, como hace quince d¨ªas en el Colegio San Gregorio, de Galapagar, suele ser breve: d¨²os, tr¨ªos y cuartetos para violines o cellos de Bocherini, Kodaly y Beethoven. En el gran finale, de Geisler, para orchestra de c¨¢mara y voces intervienen una veintena de cuerdas y voces con edades entre veinte y cinco a?os.
El peque?o p¨²blico lo recibe con entusiasmo. Aunque a veces pueden aparecer las escaramuzas e inatenciones comunes a todo grupo de ni?os, la mayor parte del programa transcurre con una entrega y una atenci¨®n inusitadas, a veces en un silencio sepulcral. Como desconocen la norma en contra, los peque?os aplauden ferverosamente entre cada movimiento; aqu¨ª se aplaude todo.
Despu¨¦s, los j¨®venes artistas bajan del escenario e invitan al joven p¨²blico a inspeccionar los instrumentos, a tener un viol¨ªn en las manos. Una chico de seis o siete a?os que ha estado mir¨¢ndolo pasmado, se acerca t¨ªmidamente a un violoncello que es el doble de su estatura y, guiado por otro chico de doce o trece a?os, coge el arco, lo mueve por las cuerdas y produce un sonido tan misterioso como cualquier sonido de E. T.
A la vez, el chico se da cuenta de que ¨¦stos no son los ni?os prodigio que vio una vez en un concierto de la televisi¨®n. Son chicos normales. Y luego piensa: a lo mejor yo tambi¨¦n podr¨ªa hacer esto.
Zapatero, peluquera, cura, 'poli'
"Eso es lo que se pretende", dice Jos¨¦ Mar¨ªa Redondo, un sevillano de 35 a?os y director del Conservatorio Profesional Padre Antonio Soler, fundado en este a?o lectivo sobre la base de la Escuela de M¨²sica Padre Soler. "Muchos de los alumnos del Conservatorio pueden llegar a ser profesionales, pero los m¨¢s est¨¢n estudiando simplemente porque les gusta".Redondo - con un aspecto entre arist¨®crata y torero, y que aparte de sus actividades docentes es un consumado cellista que graba discos- con su Cuarteto Hisp¨¢nico-Numen- se?ala que la educaci¨®n musical en Espa?a es deficiente: muchos colegios nacionales ni tienen un tocadiscos y la escuelas privadas de m¨²sica son caras.
En el Conservatorio, sin embargo, se ofrece una formaci¨®n m¨¢s popular: por 280 pesetas la asignatura anual, m¨¢s 60 pesetas el carn¨¦, casi cualquier persona de cualquier edad puede estudiar instrumentos de cuerda, piano, guitarra, flauta, solfeo, coro, historia de la m¨²sica o ballet. De momento son 636 alumnos, y m¨¢s de cien son mayores, entre ellos varios agentes municipales de pueblos de alrededor, un alba?il, m¨¦dicos, un zapatero, un catedr¨¢tico, una peluquera, un cura y un polic¨ªa secreto.
Tambi¨¦n un padre y una madre con sus siete hijos.
Si un peque?o convence a sus padres, entrar¨¢ en la parte del Conservatorio llamada Aula Experimental, y su profesor ser¨¢ Roc¨ªo Samper. Una violinista sevillana de 24 a?os que aparenta 16, Roc¨ªo emplea el sistema del pedagogo h¨²ngaro Zoltan Kodaly, con quien ha estudiado personalmente, algo as¨ª como un sistema Montesori de educaci¨®n musical adoptado en este caso a las necesidades espa?olas.
"Se basa en canciones infantiles", dice Roc¨ªo. "En sonidos y juegos y ritmos naturales, en el cuerpo y palmadas. Se huye, de la teor¨ªa, el ni?o absorbe la m¨²sica sin darse cuenta".
Una vez iniciado esta formaci¨®n -unas cuatro horas a la semana- se coge un viol¨ªn o un piano, "y es inamaginable la alegr¨ªa de los chicos cuando de verdad hacen sonar un instrumento". Despu¨¦s de saber producir cuatro sonidos el juego se hace m¨¢s "serio": los chicos llegan a "componer" sus canciones y se les piden sus opiniones sobre su trabajo, hasta al estudiante m¨¢s peque?o. Seg¨²n progresan, sus estudios se hacen m¨¢s formales -y tradicionales, y en alg¨²n momento ser¨¢ preciso comprar un instrumento para el joven estudiante. Un viol¨ªn -y esto es important¨ªsimo: el instrumento tiene que ser a su medida- cuesta entre 10.000 y 14.000 pesetas.
Pero hasta los alumnos mayores y de m¨¢s talento de las secciones profesionales y superiores compaginar¨¢n sus estudios musicales con los de educaci¨®n general.
Los efectos de esta educaci¨®n no tardan en verse. "Los ni?os responden ante estas responsabilidades", afirma Roc¨ªo, "se estimulan aspectos de su personalidad antes desconocidas". Redondo observa que esta formaci¨®n desarrolla los reflejos y sentido de est¨¦tica de los ni?os: "Es una formaci¨®n integral, sube su coeficiente en relaci¨®n con los ni?os que no estudian. En matem¨¢ticas se nota especialmente".
Esto lo confirma Adri¨¢n Rodr¨ªguez, el hermano de Luc¨ªa, estudiante de violoncello de trece a?os. "Te sientes feliz cuando tocas", dice. "Ha cambiado totalmente mi vida. Antes a veces estaba aburrido: el, colegio, los deberes, la tele. Ahora tengo algo que me ocupa de verdad. Veo menos la tele, que te hipnotiza, te emboba". Sin embargo Adri¨¢n afirma que la musica no le resta tiempo para los el futbol o los estudios. "Ahora incluso estudio m¨¢s a fondo".
A veces violinistas de s¨®lo diez a?os se re¨²nen espont¨¢neamente para ensayar, pidiendo partituras especiales, y uno de los alumnos, de trece a?os, incluso hizo de un cuento suyo una peque?a ¨®pera.
Formar cantera
Hasta el momento unos 3.500 ni?os han visto los Conciertos de Divulgaci¨®n de los s¨¢bados. A los asistentes se les invita a tomar parte en concursos de redacci¨®n y dibujo sobre la experiencia. Encuestas hechas en los dieciseis pueblos visitados demuestran "un enorme inter¨¦s", seg¨²n Redondo. En Torrelodones ya existe un centro afiliado del Conservatorio -con tres profesores- y se quiere hacer lo mismo en otros pueblos, para que los alumnos no tengan que viajar a El Escorial. Otros pueblos de la provincia se han interesado por la experiencia."Se pretende formar una cantera", dice Roc¨ªo. "Igual que en el f¨²tbol".
Tambi¨¦n se est¨¢ intentando aumentar las actividades del Conservatorio, aunque, seg¨²n Redondo, "sin caer en el tremendo error de organizar clases excesivamente grandes". Su presupuesto, de unos ocho millones de pesetas, est¨¢ costeado entre el Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial, la Diputaci¨®n Provincial y el Patrimonio Nacional, y entidades particulares y comerciales han ofrecido su colaboraci¨®n. Redondo quiere que el Conservatorio se est¨¢talice para as¨ª hacer m¨¢s estables y amplias sus labores.
De momento ¨¦stas tienen como escenario las antiguas Casas de Oficios frente al monasterio que mand¨® construir Felipe II, precisamente en los lujosos apartamentos" que ocupaban anta?o los ministros franquistas en verano y fiestas. En el dormitorio de Carrero Blanco est¨¢ vac¨ªa la hornacina que llenaba el santo de su devoci¨®n, y en el sitio que ocupaba su lecho yace un piano. Este conjunto de edificios -que alg¨²n d¨ªa el municipio espera acondicionar para teatro, artes pl¨¢sticas, fotograf¨ªa y bibliotecas- se llama ahora La Casa de Todos.
Pero no hay que pensar que el Conservatorio haya efectuado una revoluci¨®n musical; El Escorial a¨²n no es Salzburgo. El violinista Adri¨¢n, por ejemplo, se?ala que muchos compa?eros de colegio si guen pensando que la m¨²sica cl¨¢sica "es lenta y aburrida". Y parece que de los pueblos de la sierra, precisamente es en El Escorial donde menos inter¨¦s ha despertado este proselitismo musical, tal vez a causa de ciertos innilovilismos heredados. Claro que los j¨®venes m¨²sicos pasan de estas cuestiones.
De la peque?a violinista Luc¨ªa -que se niega a hacer declaraciones para la Prensa- se afirma que ha vencido su timidez inicial ante la responsabilidad de tocar en p¨²blico y que ahora se lo pasa muy bien con la m¨²sica, que considera como "un juego".
Su hermana Clara -seg¨²n fuentes fidedignas la m¨¢s aventejada de los cuatro hermanos m¨²sicos, y que estudia piano, viol¨ªn y solfeo varias horas -cada d¨ªa- s¨ª est¨¢ dispuesta a afrontar la fama. "Un d¨ªa yo quiero ser artista", afirma con la convicci¨®n propia de artistas y mujeres de ocho a?os. ?Est¨¢ segura de conseguir su prop¨®sito? "Estoy convencida", contesta.
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