Los sindicatos y el cambio
El autor analiza en este art¨ªculo las caracter¨ªsticas del cambio producido en el terreno sindical y reclama una mayor atenci¨®n sobre todo en lo que se refiere a la devoluci¨®n del patrimonio sindical, a escuelas de formaci¨®n profesional, universidades laborales, etc¨¦tera, para fortalecer su presencia en la sociedad espa?ola.
Es evidente que a la salida de la dictadura, la deformaci¨®n, en cuanto a la concepci¨®n de un verdadero sindicalismo libre, constitu¨ªa otro m¨¢s de los principales escollos. El sindicalismo vertical hab¨ªa creado, y a¨²n se mantiene en la mente de una gran parte de los traba adores, una valoraci¨®n del sindicato como una organizaci¨®n dedicada a sobre ¨¦l, sin ¨¦l y en su nombre, pactar ciertos convenios colectivos, dotarle de un asesoramiento jur¨ªdico burocr¨¢tico y rutinario y, con un poco de suerte, darle la privilegiada ocasi¨®n de ir a alguna residencia de verano de las de Educaci¨®n y Descanso, o proporcionarle, bajo recomendaci¨®n, alguna de las colmenas suburbiales inauguradas con pompa y boato y llenas de grietas a los tres a?os.Crear un conocimiento exacto de lo que el sindicalismo de clase representa, interaccionado con los partidos pol¨ªticos de la izquierda, sin menoscabo de su independencia, como instrumento de formaci¨®n pol¨ªtica, profesional, t¨¦cnica y c¨ªvica de la clase obrera y sensible a su entorno era, y es, un aut¨¦ntico acto de hero¨ªsmo y de abnegaci¨®n callada. No es precisamente en el sindicalismo, ni en la lucha sindical, donde se brilla, se asciende, se premian esfuerzos, ni se entra en el escalaf¨®n de los pol¨ªticos, el mundo de la popularidad y el bombo del reparto de nombramientos
No es por ello raro que ciertas organizaciones sindicales, en lugar de acometer la seria tarea de poco a poco, crear el conocimiento y la conciencia de lo que los verdaderos sindicatos son, ante la incomprensi¨®n y la dificultad, hayan ca¨ªdo en la c¨®moda y enrutinada tentaci¨®n. del sindicato como jer¨¢rquica organizaci¨®n de servicios, en el sindicato economicista y burocratizado.
Suspicacia frente al movimiento sindical
Aquel heredado ambiente hab¨ªa de impregnar no s¨®lo el pensamiento de la clase obrera, sino que tambi¨¦n hab¨ªa de alcanzar a la mal llamada clase pol¨ªtica, de modo tal, que son muchos los responsables pol¨ªticos de partido, de Gobierno y de la Administraci¨®n que no pueden, a¨²n hoy, en 1983, tener ocultada su suspicacia frente al movimiento sindical, al que a lo m¨¢s que llegan es a admitir como un mal menor, y de cuya posible fortaleza, autonom¨ªa, democratizaci¨®n y protagonismo pol¨ªtico-c¨ªvico se asustan, y l¨®gicamente a la menor ocasi¨®n obstruyen su posible engrandecimiento.
La propia Constituci¨®n, dicho sea con sinceridad, no valora los sindicatos en su insustituible papel en una sociedad democr¨¢tica progresista y avanzada.
Con raz¨®n han dicho algunos l¨ªderes sindicales que los sindicatos han sido los grandes sacrificados de la transici¨®n espa?ola. No nos enga?emos, a¨²n se respira un ambiente hostil y receloso frente al sindicalismo. Y sin fuertes sindicatos no habr¨¢ jam¨¢s democracia. S¨ª alguien ha dicho acertadamente que el sindicato no agota su acci¨®n .en el estrecho marco de las paredes de la f¨¢brica, la oficina, y el recinto de la mina, de su acci¨®n saldr¨¢n bien o mal parados los barrios obreros, la calidad de vida de las familias obreras; y tambi¨¦n de, su inacci¨®n puede salir, y muy mal parada, la vida de las instituciones: Parlamento, autonom¨ªas y municipios.
En Espa?a hay dos mayoritarias centrales sindicales, que inexplicablemente se medio averg¨¹enzan de su entintaci¨®n pol¨ªtica como socialista o como comunista, y hasta una de ellas prefiere llamarse movimiento obrero m¨¢s que organizaci¨®n sindical; y en el seno de la otra. alguna de sus corrientes se invent¨® el malfortunado eslogan de un sindicato tan totalizador que quer¨ªa ser "un sindicato para todos".
En serio, por ah¨ª no se llega al sindicalismo de clase, sino que se corre el riesgo de construir un sindicato que de tal s¨®lo tendr¨ªa el nombre, pero al que le faltar¨ªa la l¨®gica forma y esencia del sindicalismo que los luchadores obreros rememoran cada d¨ªa.
Sindicatos de pobres
Pero esto es lo que hay, y el reto de dinamizar los sindicatos de clase, de dotarles de los medios adecuados para que cumplan su misi¨®n c¨ªvico-pol¨ªtica y tomen su parte de carga en el cometido de construcci¨®n de la sociedad democr¨¢tica, a¨²n no est¨¢ ni iniciado.
No puede haber sindicato sin resortes econ¨®micos. Un sindicato de pobres, o financiado por un partido, por el Estado, por cuotas obligatorias, que cualquier modelo de estos ya ha sido ensayado, es el camino m¨¢s perfecto para que el sindicalismo sea un remedo, una caricatura y una farsa.
El sindicato moderno, necesitado de t¨¦cnicos expertos frente a los bien expertos t¨¦cnicos de la Administraci¨®n y de la patronal, necesitado de formaci¨®n de cuadros frente a los cuadros bien escogidos y formados del Estado y de los propietarios de los medios de producci¨®n, necesitado de la formaci¨®n de sus sindicalistas, y no s¨®lo en el conocimiento de la lucha obrera, sino hasta en la plena trayectoria de la producci¨®n, tiene que tener sus fondos propios y tambi¨¦n los p¨²blicos destinados a cumplir sus misiones educativas, l¨²dicas, art¨ªsticas, que ha de asumir en su ejercicio tan normalmente como el ejercicio de la acci¨®n reivindicativa.
Hablando claro: ?hasta cu¨¢ndo va a esperar la leg¨ªtima aspiraci¨®n de las organizaciones sindicales a la recuperaci¨®n de su patrimonio, de sus m¨¢s elementales medios, que est¨¢n ah¨ª -y nos han sido simplemente escamoteados en la transici¨®n pol¨ªtica? ?Hasta cu¨¢ndo los sindicatos, en su necesaria formaci¨®n de trabajadores conscientes, responsables y activos pol¨ªtica y c¨ªvicamente van a depender de paternalismos o de recompensas ante ciertas conductas?
Devolvamos a los trabajadores su patrimonio, reintegr¨¦mosles en su utilizaci¨®n los locales sindicales, los centros de formaci¨®n profesional, las Universidades Laborales, sus residencias educativas y de esparcimiento, sus cajas de solidaridad y pensiones; y dot¨¦mosles desde el Presupuesto al menos de la misma ayuda que se est¨¢ dando, y no para formar democr¨¢ticamente, a universidades privadas, a colegios elitistas y dem¨¢s instituciones en las que precisamente se suele formar la gente que, si pudiera, borrar¨ªa esta conquista de la clase obrera que se llama El Sindicato, de un plumazo o de un sablazo.
es diputado del PSOE.
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