Espectacular producci¨®n de 'El holand¨¦s errante', de Wagner, dirigida por Herbert von Karajan en el festival de Salzburgo
En la ma?ana del 26 de marzo, el d¨ªa de la inauguraci¨®n del Festival de Pascua en Salzburgo, el Gobierno austriaco organiz¨® el primero de los muchos actos que en estos d¨ªas se dedican a celebrar el 75? aniversario de Herbert von Karajan.
La ceremonia se basaba en la presentaci¨®n de un libro consagrado a los montajes que Karajan ha realizado, en los pasados veinte a?os, para el festival salzburgu¨¦s. Al t¨¦rmino del acto, el ya m¨ªtico maestro tom¨® el micr¨®fono y se dirigi¨® a los asistentes en unos t¨¦rminos extra?os, mezcla de agradecimiento y de tristeza. "Les aseguro", dijo, "que pagar¨ªa cualquier precio por haber nacido veinte a?os m¨¢s tarde. ?Se avecinan tantas innovaciones t¨¦cnicas que no voy a conocer! Es terrible: tengo infinidad de ideas y de proyectos, pero el tiempo que me queda para realizarlas es limitado".
Karajan -es de dominio p¨²blico- ha envejecido mal, luchando implacablemente contra enfermedades y el inevitable deterioro f¨ªsico, pero pocas veces habr¨¢ sido tan patente su batalla contra el tiempo.
Por la noche, en su producci¨®n de El holand¨¦s errante -elaborada en colaboraci¨®n con Gunther Schneider-Siemssen-, Karajan renac¨ªa, controlando desde el foso orquestal -es famoso su atril electr¨®nico, desde el que maneja luces y decorados- todos los elementos de la espectacular escenograf¨ªa.
En ¨¦sta se deja de lado cualquier especulaci¨®n sobre la somnolencia de Senta o sobre la irrealidad de la acci¨®n a causa de una neurosis de la protagonista femenina: el holand¨¦s existe; su barco de endemoniados, tambi¨¦n, y Senta s¨®lo comparece en el acto segundo; nada que ver, pues, con el montaje que en estos d¨ªas se ha podido ver en Madrid, que copiaba descaradamente la idea b¨¢sica -la de la alucinaci¨®n de Senta, que imagina toda la historia- del fascinante (y antiwagneriano) juego esc¨¦nico creado en Bayreuth por Harry Kupfer.
Una concepci¨®n 'tradicional'
Se puede decir que la de Herbart von Karajan es una concepci¨®n tradicional, sin adicionales elementos especulativos, visualmente muy hermosa, con algunos instantes especialmente impresionantes por su fuerza de tratamiento (sobre todo, dos: la siempre esperada aparici¨®n del nav¨ªo holand¨¦s y el final de la pieza, tras la inmolaci¨®n de Senta, con el hundimiento del buque fantasma y la purificadora transformaci¨®n de la escena en un apacible oc¨¦ano blanco-azulado). Desde el punto de vista musical, Karajan adopta la segunda versi¨®n de Wagner, aquella que unifica la acci¨®n en un solo acto e incorpora, en la obertura y al final de la obra, el motivo de la redenci¨®n por el amor.La abrumadora presencia -por cantidad y calidad- de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn en el foso del Festspielhaus salzburgu¨¦s obliga a referirse en seguida a la contribuci¨®n orquestal, pero sin ese grado de magia extra que las habituales interpretaciones con su odiadoamado maestro han tenido hasta el presente.
Los philharmoniker, estuvieron a la altura de sus prestaciones para directores como Abbado, Maazel o Bernstein, pero no m¨¢s. La turbulenta historia navide?a de la entrada en la orquesta de la clarinetista Sabine Meyer, con el forcejeo entre Karajan y los m¨²sicos -cerrado con la amarga victoria de aqu¨¦l-, parece haber enturbiado de forma irreversible las relaciones entre uno y otros.
"Nada puede volver a ser igual", comentaba uno de los primeros atriles del conjunto tras la representaci¨®n. La ciudad austriaca de Salzburgo, por otra parte, estaba lleno de rumores sobre una posible dimisi¨®n de Karajan al concluir el festival: no hay que olvidar que hace 28 a?os la agrupaci¨®n le design¨® director vitalicio y es ¨¦l quien ha de abandonar, si quiere, ese puesto.
Los cantantes: como ya es norma cuando repite una producci¨®n, Karajan, en este segundo a?o de El holand¨¦s errante, moder¨® su pasi¨®n por los decibelios y no subsumi¨® a los solistas en el magma orquestal. Jos¨¦ van Dam, como Van der Decken, mejor¨® sensiblemente su caracterizaci¨®n vocal de 1982, aunque los graves siguen siendo un problema para su muy claro timbre baritonal: su holand¨¦s, atribulado y pat¨¦tico, tiene poco de sat¨¢nico y emula, salvando enormes distancias interpretativas, al fatalista Hermann Uhde.
Catarina Ligendza, como Senta, negoci¨® con inteligencia, pero con ostensible dificultad, los escollos de sus pentagramas, con medianas facultades histri¨®nicas. El bajo Kurt Moll fue, como hace dos a?os en Parsifal, el gran triunfador de la escena, componiendo un c¨ªnico y socarr¨®n Daland. En la parte de Erik, Rainer Goldberg, el Parsifal vocal del filme de Syberberg, demostr¨® seguridad y dignidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.