Balance tr¨¢gico en S?o Paulo de la primera crisis grave que afronta un Gobierno provincial de oposici¨®n en Brasil
Han sido dos d¨ªas de tumultos, saqueos, depredaciones y heridos El balance de la primera crisis social y pol¨ªtica con que tiene enfrentarse un Gobierno provincial de oposici¨®n en Brasil es tr¨¢gico. Ya hay un muerto. La violencia de los parados y de las fuerzas antidisturbios paraliz¨® totalmente a la mayor ciudad industrial y financiera del pa¨ªs. El comercio ha amenazado con cerrar sus puertas si la polic¨ªa no restablece el orden, y el Ej¨¦rcito, por orden del presidente de la Rep¨²blica, general Figueiredo, se halla en estado de alerta. S?o Paulo es s¨®lo el comienzo de un polvor¨ªn social en Brasil.El momento m¨¢s delicado de los acontecimientos fue cuando cerca de 3.000 manifestantes derribaron una verja del palacio Bandeirantes, sede del Gobierno provincial de S?o Paulo, adentr¨¢ndose por los jardines. Fueron recibidos con botes de humo por las fuerzas antidisturbios que guarnec¨ªan el edificio. El gobernador, Franco Montoro, -que estaba en una reuni¨®n con los gobernadores de R¨ªo de Janeiro y Minas Gerais, Leonel Brizola y Tancredo Neves, respectivamente- suspendi¨® el almuerzo de trabajo y baj¨® para calmar a los manifestantes.
El Gobierno federal y los militares declaran que la responsabilidad de garantizar el orden p¨²blico es un problema exclusivo del gobernador de S?o Paulo. Empiezan a aparecer indicios de que hay agitadores de las fuerzas de seguridad infliltrados entre los manifestantes. Algunos partidos clandestinos de izquierda, como el Partido Comunista de Brasil (PCI)B) -una escisi¨®n del Partido Comunista Brasileiro (PCB)-, son acusados de promover actos violentos para crear una situaci¨®n de enfrentamiento entre el Gobierno provincial y el federal.
Un polvor¨ªn
La verdad es que una peque?a manifestaci¨®n de parados se transform¨® en un polvor¨ªn. Se teme, como manifest¨® el socialista Leonel Brizola, gobernador de R¨ªo, que otras provincias puedan tener brotes de violencia parecidos, ocasionando una grave crisis nacional.
Durante 20 horas seguidas, los polic¨ªas y los manifestantes protagonizaron escenas de violencia. La situaci¨®n lleg¨® a tal punto, que un comerciante mat¨® de un tiro en la cabeza a Pedro Inacio, de 64 a?os, que intentaba entrar en un almac¨¦n para saquearlo. Las batallas callejeras, que en el primer d¨ªa hab¨ªan quedado circunscritas a la regi¨®n obrera de Santo Amaro, se extendieron por casi toda la ciudad, y se pudieron ver algunos comerciantes con armas para defender sus tiendas. Los bares, restaurantes y tiendas cerraron sus puertas cuando vieron c¨®mo algunos transe¨²ntes formaban grupos y asaltaban tiendas. Incluso personas que dec¨ªan no querer llevarse nada ayudaban a romper los escaparates y ped¨ªan que se saquease todo lo que hab¨ªa dentro. Tres supermercados fueron saqueados y destruidos. Uno de ellos, el Pega-Pague, es de los mayores de la ciudad.
Momento pol¨ªtico cr¨ªtico
La apertura brasile?a est¨¢ pasando por un momento muy delicado. Si fracasa la experiencia democr¨¢tica de los gobernadores de la oposici¨®n elegidos por sufragio directo en las ¨²ltimas elecciones, los militares y la extrema derecha pueden tener en sus manos un gran argumento para pedir la vuelta del autoritarismo.
La crisis econ¨®mica, de proporciones tr¨¢gicas, por la que atraviesa Brasil no puede seguir siendo ignorada despu¨¦s de 19 a?os de r¨¦gimen militar. La violencia en R¨ªo de Janeiro, S?o Paulo y otras importantes capitales provinciales del pa¨ªs es de origen social. En esto hace especial hincapi¨¦ la Iglesia cat¨®lica brasile?a. Personas en paro, menores abandonados, marginados de todo tipo, han creado una situaci¨®n de violencia social como nunca se vi¨® en 50 a?os.
El l¨ªder parlamentario oficialista, diputado Nelson Marchezan, ha hecho recientes declaraciones favorables a una intervenci¨®n militar si el orden no es restablecido prontamente. Record¨® que el derecho de intervenci¨®n est¨¢ previsto en la Constituci¨®n, hecha por una Junta Militar en 1969. El presidente Figueiredo, que presenci¨® por televisi¨®n los incidentes, prest¨® "mucha atenci¨®n", seg¨²n portavoces oficiales de Brasilia, cuando el gobernador Franco Montoro afirmaba que restablecer el orden era posible y que se iba a conseguir. La represi¨®n de las manifestaciones obreras y estudiantiles fue una de las caracter¨ªsticas del r¨¦gimen militar m¨¢s criticadas por los opositores. Ahora, es penoso para los gobernadores de la oposici¨®n, algunos de izquierda, tener que ordenar a las fuerzas antidisturbios -a quienes tanto criticaron- que carguen contra esos mismos manifestantes.
S?o Paulo es solamente el comienzo de un polvor¨ªn social en Brasil, que ha estado aletargado mucho tiempo por la feroz represi¨®n ejercida por el Ej¨¦rcito y la Polic¨ªa Militar. En R¨ªo de Janeiro, Minas Gerais, Pernambuco, Bah¨ªa, Goias, importantes Estados en el orden econ¨®mico y pol¨ªtico, los gobernadores se quejan que heredaron masas quebradas. En el Estado de Algoas no hay dinero ni para la gasolina de los coches oficiales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.