El Grove: la condesa de Fenosa y el alcalde comunista
Un intercambio de cortes¨ªas verbales, quiz¨¢ impensable cuando el comunista Joaqu¨ªn ?lvarez Corbacho tom¨® posesi¨®n en 1979 de la conflictiva alcald¨ªa pontevedresa de El Grove, ha saldado el primer per¨ªodo de relaciones entre uno de los tres ayuntamientos presididos por militantes del Partido Comunista de Galicia (PCG) y los representantes del grupo financiero que dirige la condesa de Fenosa, propietario absoluto de la isla de La Toja, que por s¨ª sola aporta un 37% de los ingresos presupuestarios del municipio. Al final, la corporaci¨®n, con mayor¨ªa de izquierda, ha negociado y obtenido la recuperaci¨®n de un tercio de la isla para el patrimonio local, sin que se produjese el esperado enfrentamiento.
Jos¨¦ Mar¨ªa Mourelos, el n¨²mero tres de la candidatura del PCG, que sucedi¨® en 1981 a ?lvarez Corbacho en la alcald¨ªa tras la dimisi¨®n de ¨¦ste por motivos profesionales, es un testigo excepcional de las negociaciones que condujeron a la cesi¨®n de una parte de la isla de La Toja, hasta entonces totalmente privada, al ayuntamiento. Mourelos se vio obligado a simultanear su profesi¨®n de croupier al servicio del casino de La Toja con la participaci¨®n, como teniente de alcalde, en las conversaciones que una representaci¨®n corporativa manten¨ªa regularmente con sus patronos para negociar la devoluci¨®n al municipio de una parte de los terrenos de la isla."Yo creo", dice el actual alcalde, que los due?os de La Toja entendieron perfectamente desde el primer momento la situaci¨®n creada por el triunfo de una mayor¨ªa de izquierda en el municipio y la consiguiente aplicaci¨®n de una pol¨ªtica de izquierda en el ayuntamiento. Mi situaci¨®n personal como empleado del casino -en el que tambi¨¦n era miembro, por cierto, del comit¨¦ de empresa- no me ha planteado ning¨²n tipo de problema, quiz¨¢ porque procuro diferenciar el trabajo del ejercicio de mis derechos ciudadanos. Y siempre he cumplido, creo, trabajando".
Mourelos, que sonr¨ªe maliciosamente al asegurar que "el di¨¢logo con la empresa se desarroll¨® sin ninguna acritud, como dir¨ªa Felipe Gonz¨¢lez", no duda en calificar de correcta la actitud de los responsables de La Toja durante unas negociaciones que, por otra parte, llegaron a caracterizarse por su singular dureza. Joaqu¨ªn Alvarez Corbacho, el profesor de Hacienda P¨²blica de la universidad de Santiago que le precedi¨® en la alcald¨ªa, coincide con sus apreciaciones. "La verdad", dice con convicci¨®n, "es que quedamos muy amigos. Lo que yo, personalmente, he sacado en claro de esta experiencia es que prefiero negociar con el gran capital a tener que hacerlo con, pongamos por caso, un peque?o contratista chapucero. Es una cuesti¨®n de estilo, de saber a qu¨¦ atenerte".
Antonio Franco, director del gran hotel y principal representante en La Toja del grupo que tiene como cabeza visible a la condesa de Fenosa, no ahorra tampoco elogios a sus interlocutores. "Si pudiera calificar de alg¨²n modo la actuaci¨®n de la corporaci¨®n municipal con respecto a nosotros, dir¨ªa que ha sido de un trato exquisito en la aplicaci¨®n de la legislaci¨®n vigente". Franco, consciente del poder de hecho que la isla supone dentro del municipio "empleamos a 300 personas y aportamos el 37% de sus ingresos al ayuntamiento", cree que en su momento fue una ventaja la pertenencia del actual alcalde a la plantilla de trabajadores de La Toja. "Por supuesto que no hemos tenido ninguna fricci¨®n ni el m¨¢s m¨ªnimo problema con la corporaci¨®n elegida en 1979. Cuando hemos necesitado algo, fuimos a plantearlo tranquilamente al ayuntamiento".
Una isla de ¨ªda y vuelta
La curiosa historia de la isla de La Toja, que el ayuntamiento se propone publicar para ilustrar sus tesis, es la de una constante disputa por la propiedad desde el siglo IX hasta hoy. Aunque en teor¨ªa los propietarios fueron siempre los vecinos, que ten¨ªan reconocido el derecho a hacer aprovechamientos de le?a en sus montes, la instalaci¨®n de un balneario en las primeras d¨¦cadas de este siglo abri¨® el camino a sucesivas privatizaciones de terrenos. La Toja qued¨® parcialmente excluida de un decreto de 1925, por el que otras instalaciones similares pasaban a propiedad de los ayuntamientos; y, tras la guerra civil, el grupo Barri¨¦ de la Maza, ahora dirigido por la condesa de Fenosa, adquiri¨® mediante compras sucesivas la pr¨¢ctica totalidad de la isla. En 1966, un decreto del Ministerio de Informaci¨®n y Turismo sobre zonas de inter¨¦s tur¨ªstico nacional -Fraga era entonces ministro- facilit¨® la expropiaci¨®n de las ¨²ltimas parcelas residuales -entre ellas, un campo de f¨²tbol- que a¨²n quedaban en poder del municipio. A cambio, los propietarios de la isla donaron al ayuntamiento tres millones de pesetas.
La existencia de un plan parcial de ordenaci¨®n de La Toja sirvi¨® de apoyo legal a la nueva corporaci¨®n para recuperar, seg¨²n el ex alcalde ?lvarez Corbacho, una parte de la isla, de la que los vecinos se sent¨ªan, a su juicio, "realmente expropiados". "Conseguimos", explica, "aplicar la ley del Suelo de 1975, que yo considero bastante progresista; y tras una primera negociaci¨®n entre nuestro equipo t¨¦cnico y el designado por los due?os de La Toja, entramos directamente en las conversaciones de car¨¢cter pol¨ªtico. Fueron muy duras, pero el resultado final es que 220.000 metros cuadrados de terreno, todas las zonas verdes de la isla, pasan a ser propiedad municipal como parques p¨²blicos. Adem¨¢s, el municipio se hace con la propiedad de las carreteras interiores y con el 10% del suelo edificable.
La incruenta y versallesca batalla de La Toja, que reportar¨¢ al ayuntamiento entre 400 millones y 500 millones de pesetas en ingre
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El Grove: la condesa de Fenosa y el alcalde comunista
Viene de la p¨¢gina 21 sos tributarios, es, en todo caso, s¨®lo uno de los numerosos problemas que se vio obligada a atender la primera corporaci¨®n democr¨¢tica en un municipio como el de El Grove, de poco m¨¢s de 10.000 habitantes, donde la atracci¨®n del turismo hab¨ªa desatado una especulaci¨®n urban¨ªstica dif¨ªcil de controlar.
Las otras batallas
Con la peculiar oposici¨®n de los seis concejales de UCD, que durante un a?o se negaron a asistir a los plenos y posteriormente impugnaron todos los presupuestos municipales, la mayor¨ªa de izquierda -formada por cuatro concejales del PCG, dos del PSOE y uno del Bloque Nacional Popular Galego- afront¨® la disoluci¨®n de Grovelan -una extra?a sociedad mixta en la que el ayuntamiento se compromet¨ªa a vender un mill¨®n de metros cuadrados a siete pesetas la unidad-, paraliz¨® varias obras ilegales, consigui¨® donaciones de parcelas por el otorgamiento de licencias e intent¨®, sin ¨¦xito, la aprobaci¨®n de un plan general de ordenaci¨®n urbana. La ausencia de un concejal socialista, en una de las ¨²ltimas sesiones que se obtuviera el qu¨®rum imprescindible.
Parad¨®jicamente, las dificultades del alcalde comunista en un municipio como el de El Grove, donde era posible la existencia de toda una isla de propiedad privada, no nacieron de los poderes de hecho, sino de la infraestructura pol¨ªtica que, en teor¨ªa, debiera representarlos. Acosados por una Diputaci¨®n provincial que ofrec¨ªa gratis a los vecinos la construcci¨®n de pistas que el ayuntamiento deb¨ªa realizar con contribuciones especiales, y por un grupo de oposici¨®n municipal que se neg¨® a condenar incluso el golpe de Estado del 23 de febrero, los dos alcaldes de El Grove s¨®lo han tenido en este tiempo unos interlocutores -los propietarios de La Toja- a quienes reconocen racionalidad y capacidad de di¨¢logo. "Al menos", repite ?lvarez Corbacho, "con ellos sabes a qu¨¦ atenerte".
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